Marechal construyó un mundo singular haciendo convivir experiencias herméticas con sonoras injurias populares. Creyó en las vanguardias, pero también fue en búsqueda de los pensamientos platónicos para tamizarlos con un humor dadaísta.
Antes de convertirse en el gran novelista que marcó la narrativa del siglo XX, Marechal fue poeta. Esa, acaso, fuera su verdadera identidad literaria, siempre con el sello de la filosofía, la teología cristiana y la historia.
Una curiosidad de nuestra literatura en los años 20 fue la pelea entre Marechal y Leopoldo Lugones por la rima o el verso libre.
En 1930, Roberto Arlt se tomó unos días en Sierra de la Ventana para desestresarse. Pero no pudo con su genio y escribió una serie de notas sobre la vida en el campo.
Las famosas columnas que Roberto Arlt escribió para el diario El Mundo configuraron una nueva narrativa periodística, a la vez popular y revolucionaria para la época, que supo revelar las maravillas de la vida cotidiana.