Artista de la casa, ilustrador y narrador visual, Federico Parolo no solo es responsable de muchas de las tapas de la era contemporánea de Caras y Caretas, también es un creador inquieto, original y diversificado, que aborda con similar solvencia la metáfora política y la imaginería fantástica. Por estos días, una retrospectiva de su obra se expone en la Galería de Arte Alejandro Bustillo, del Banco Nación.

“Crecí en un entorno donde el arte estuvo siempre presente. Mi padre es pintor y mi madre es ceramista y decoradora. El paisaje de mi infancia estuvo poblado de telas, bastidores, taller, olor a óleo –prologa Parolo–. Por otro lado, como tantos niños, leía historietas, especialmente Asterix, y copiaba personajes de dibujos animados directamente del televisor, supongo que eso me hizo incorporar nociones de anatomía y retención visual. De alguna manera, ya estaba estudiando dibujo sin saberlo.”

–¿Por qué te inclinaste por la ilustración y no por la pintura o la plástica?

–Si bien mi trabajo del día a día es de ilustración, siempre me sentí más cercano al mundo de las artes plásticas en general, ya que de ese mundo vienen mis herramientas a la hora de encarar cualquier obra. No creo que ambos mundos estén separados en lo esencial. Claro que hay códigos, lenguajes y canales de llegada de la obra que pueden resultar diferentes, pero el resultado o lo que nos queda como espectadores termina siendo el mismo.

–¿Trabajar para Caras y Caretas, una revista con larga tradición, implicó adaptarte a ciertos parámetros estéticos y políticos?

–Como tantos ilustradores, siempre fui gran admirador de los autores que ilustraron las portadas de la revista, grandes nombres como Málaga Grenet, Savattaro, Alonso, Mayol, Cao y tantos otros genios. Caras y Caretas siempre fue un referente ineludible para el mundo del dibujo y la ilustración en la Argentina, es una revista que fue fundada precisamente por dibujantes y escritores, y este siempre fue su rasgo más característico, entonces entrar a trabajar allí fue como jugar en primera. Afortunadamente, también me sentí cómodo con el perfil político de la revista , creo que nunca trabajaría para una publicación con perfil de derecha.

–¿Cómo se traslada esa tradición a la actualidad?

–La forma de abordar temas históricos en la actualidad viene precisamente del uso de alegorías o personificaciones tanto de conceptos como de encarnaciones o personajes que fueron usados recurrentemente en las portadas de la etapa clásica de la revista: la República, el tío Sam, John Bull, el oligarca, la justicia, etcétera. Si bien se tocan  temas de la actualidad, hay mucho de la historia o de la estructura del país y su relación con el mundo que suele repetirse en algunos aspectos, entonces estos elementos son herramientas permanentes ya que se vinculan con la tradición visual de la revista. Quizás en su etapa clásica la revista tuvo un enfoque mas satírico, esa es probablemente la mayor diferencia con la actualidad, pero creo que hay una función de la revista como patrimonio cultural que vale la pena no perder de vista, sobre todo en un contexto social donde es fundamental defender patrimonios.

–¿Qué portada de Caras y Caretas recordás especialmente y por qué?

–Una de las que más me gustan es la portada de diciembre de 2016, donde se representa un linaje de la oligarquía tradicional en contraposición con su referente en el momento. Me lleva a pensar en el anclaje de lo actual con el estilo histórico de la revista, quizá por los personajes retratados. Otra es la de abril de 2015, cuando se cumplían cincuenta años de rock nacional. Esa portada se vincula por un lado con tantos discos que adoro, como también con el valor de sus portadas en la memoria colectiva. Haciéndola me di el lujo y la enorme diversión de hacer cada una las tapas de los discos a mano en lugar de simplemente pegarlas de manera digital. Era un árbol que encarna la inspiración de los músicos de rock cuyas hojas eran los discos. Es una de las que mas disfruté hacer.

Parte de la religión

Además de recorrer nueve años de trayectoria gráfica, la muestra del Banco Nación se enriquece con trabajos en grafito de la serie “Danza macabra” y obras inéditas basadas en Las metamorfosis, de Ovidio, donde Parolo incorpora elementos místicos, religiosos y fantásticos, que le hacen decir al reconocido historietista Quique Alcatena: “El Bosco, los renacentistas italianos, los pintores flamencos y los de la baja Edad Media, el simbolismo, forman parte de su imaginario; pero como todo gran artista, a la influencia de sus mentores, Parolo le aporta un sello personal inconfundible. A la destreza técnica suma un amor y dedicación a la obra que nos toca y nos lleva a mundos bellos y turbadores”.

–¿De dónde proviene esa influencia?

–En general viene de mi formación en los años que hice la carrera de Bellas Artes en la Prilidiano Pueyrredon. Fueron siete años de cursar Historia del Arte. Yo adoraba el arte del Renacimiento, barroco, romanticismo, simbolismo. Quería que mis dibujos transmitieran algo de ese espíritu “antiguo” que veía en esos autores, que por otro lado eran ilustradores, ya que era un arte puramente narrativo. En la serie de las metamorfosis, mas allá de los contenidos mitológicos, quise incluir detalles de elementos ornamentales de la ciudad, cosas que me llaman la atención del lugar que habito y que de alguna manera están íntimamente relacionadas con los contenidos de las obras.

–Mencionabas la portada dedicada al rock nacional y tu vínculo con los discos más emblemáticos de su historia. ¿Cómo es tu experiencia al respecto?

–Hice unas cuantas portadas de discos y básicamente me gustan las tapas en las que uno pueda pasar mucho tiempo contemplándolas, incluso en su reverso, como las de Roger Dean o muchas de rock progresivo. Las portadas minimalistas también pueden ser muy efectivas, o las fotografías. En fin, hay mil formas de encarar una tapa de disco; en general, las portadas deben funcionar como emblema, deben tener impacto, pero me suelen gustar más cuando son complejas. No sabría específicamente qué artista me gustaría ilustrar, pero supongo que por el tipo de música, el rock progresivo, el metal o cualquier música que refleje amor por la ejecución, todo lo que también acompañe esa complejidad, siempre y cuando el concepto del disco lo requiera.

–¿Qué técnicas y materiales manejás de manera corriente y cómo se vinculan con los temas elegidos?

–Mis principales técnicas son la acuarela y el grafito, aunque suelo hacer técnicas mixtas. Se vinculan por el tipo de imagen que me interesa evocar. Los autores de los que suelo tomar influencias por lo general pertenecen a la pintura clásica, de modo que también intento aprender técnicamente de allí. Además, disfruto de manejar materiales físicos, las calidades de papel, los pigmentos y los medios de los que están hechas las acuarelas, me gusta pensar que la llamada “nobleza” del material ennoblezca también la obra.

–¿Qué empleo hacés de la tecnología digital en tu labor artística?

–La uso exclusivamente a la hora de digitalizar y retocar las imágenes, hacer ajustes, en caso de ser necesario. Pero prefiero limitarme a las técnicas tradicionales. Los medios digitales dan pie a una pretensión de perfección, por la posibilidad de volver atrás, que elimina precisamente los accidentes u “errores” propios del trabajo artesanal que creo que enriquecen y dan el toque personal a las obras. Me interesa que haya existencia de una obra física, si bien la ilustración es concebida por lo general para su uso impreso, me siento defraudado cuando en una exposición se exhiben impresiones.

La muestra “9 años de Caras y Caretas: metamorfosis y danzas macabras” puede visitarse en el hall central de la sucursal Plaza de Mayo del Banco Nación (Rivadavia 325, CABA), de 10 a 15, hasta el 31 de octubre.