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Caras y Caretas

           

La fantasía de la dolarización

Mientras se discute cuáles serían las consecuencias económicas y sociales si la Argentina tomara ese camino, los empresarios expresan una clara oposición al proyecto de reemplazar el peso por el dólar.

El inesperado resultado en las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), que colocó en un lugar expectante a Javier Milei, líder de La Libertad Avanza, de cara a elecciones generales del 22 de octubre, instaló también con fuerza en la agenda pública dos de las principales propuestas de campaña del diputado de la melena revuelta y las patillas con reminiscencias menemistas de los 90.

La drástica reducción del gasto público, vía “motosierra”, como gusta caracterizar el propio Milei, con su retahíla de eliminación de ministerios y dependencias del Estado nacional, como el Banco Central y el Conicet, altera los nervios de buena parte de la población.

Pero tal vez la propuesta de máxima, que cae como sal en las heridas abiertas de una sociedad desigual, injusta y agobiada por el impacto negativo de la inflación, es la iniciativa de eliminar el peso como moneda de curso legal y adoptar, lisa y llanamente, el dólar estadounidense.

La dolarización se instaló así en la agenda económica, más por insistencia de algunos nostálgicos de los 90 para sortear definitivamente las recurrentes crisis en que deambula la sociedad argentina, que por tener beneficios irrefutables.

De hecho, apenas comenzó a hablarse de dolarización desde distintos ámbitos políticos, académicos, profesionales y empresariales salieron a cuestionar la idea de cambiar los pesos por dólares de una vez y para siempre. Y no solo desde sectores populares o de izquierda, hasta académicos ortodoxos y ex funcionarios del Fondo Monetario Internacional dispararon a sus puntos débiles y desalentaron su adopción.

Sus impulsores recuerdan los casos de Ecuador, Panamá o El Salvador como ejemplos a seguir. Pero el empresariado salió en forma casi unánime a cuestionar sus ventajas en términos económicos y también sociales.

Durante el encuentro del Consejo de las Américas, que tuvo lugar este jueves en el Hotel Alvear de la Recoleta, numerosos empresarios de sectores tan diversos como la banca, la industria, la construcción, servicios aeroportuarios, pymes, el comercio y el sector energético señalaron a Caras y Caretas que la opción de dolarizar es mala para el país e inaplicable en este momento.

Viejos conocidos

Lo primero que hay que decir es que el candidato Javier Milei se está nutriendo para el armado de sus referentes económicos de varios economistas de la Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (CEMA).

Es el caso del ex ministro de Economía y ex presidente del Banco Central Roque Fernández; el ex secretario de Política Económica Carlos Rodríguez –ambos durante el menemismo–, y también Diana Mondino y Emilio Ocampo, docentes de Ucema. Varios de ellos estudiaron y obtuvieron su MBA (Master of Business Administration) en la Universidad de Chicago, la cuna del monetarismo en Estados Unidos.

Con esa postura como base, los Chicago Boys argentos impulsan la dolarización como panacea y solución mágica frente al flagelo de la inflación.

Los argumentos en contra de la dolarización van desde que se pierde la capacidad de amortiguar los shocks externos que, aunque el país no quiera, siempre vendrán; hasta que es una política contractiva, en alguna medida inflacionaria; requerirá tomar una importante deuda –equivalente a la que tomó Mauricio Macri en 2018 con el FMI– y además es inconstitucional.

También hay argumentos que, incluso aceptando la idea de combatir la inflación con una nueva moneda distinta del peso, reconocen que el dólar estadounidense no es lo más recomendable. Las opciones que ofrecen mejores beneficios serían aquellas de países con ciclos económicos similares a la Argentina, cosa de moverse en sintonía y evitar “comerse” crisis externas.

El principal asesor de Javier Milei en materia de dolarización, que se sumó al equipo de trabajo del libertario tras las PASO, es el economista Emilio Ocampo, profesor de Ucema, con un MBA en Chicago.

El propio candidato señaló que si bien ya venían pensando en la idea de dolarizar la economía, la propuesta de Ocampo “es superadora” y por eso la adoptaron.

Contraindicaciones

En un reciente encuentro sobre ventajas y desventajas de la dolarización en la Universidad Torcuato Di Tella, Ocampo señaló: “Ya estamos dolarizados, no es que vamos a dolarizar y la dolarización de facto impone restricciones a la política económica”. En ese sentido, el economista presentó su receta a partir del principal objetivo de dolarizar, que “obviamente es que el PBI per cápita crezca”.

Para eso, en su visión es preciso “bajar el gasto público y los impuestos, abrir la economía, desregular, promover el desarrollo del mercado de capitales doméstico y mantener reglas estables”.

Ocampo compartió panel con otros dos académicos que pasaron por las aulas de la Universidad de Chicago: Juan Pablo Nicolini, que hoy es economista de la Reserva Federal de Minneapolis, y Constantino Hevia, profesor de la UTDT.

Nicolini apuntó que “dolarizar implica la imposibilidad de tener una política monetaria independiente”. Pero entiende que la clave es reducir el déficit fiscal. “Si queremos recuperar el crecimiento hay que eliminar el déficit fiscal y si no lo hacemos no nos va a salvar ni la dolarización ni la religión. La clave es bajar el déficit porque si no todo va a volar a los tres años”, remarcó.

Hevia coincidió con este diagnóstico. “Necesitamos bajar el exceso de gasto histórico y eso se puede hacer con diferentes regímenes monetarios”, señaló. Entre los desafíos de la dolarización menciona el hecho de que se pierde la posibilidad de apelar a incentivos con el tipo de cambio. Y dejó un análisis inquietante: “Se pierde el tipo de cambio nominal, que es muy flexible y sirve para amortiguar muchos shocks externos”, destacó.

Un dato interesante es que los cuestionamientos a la dolarización no provienen solo desde el oficialismo, los sectores populares o la izquierda. También la ortodoxia económica encuentra puntos débiles en la propuesta de dolarizar.

Alejandro Werner, ex director del Departamento del Hemisferio Occidental y negociador del FMI para el caso argentino, aseguró que el dólar “no es la mejor moneda para la Argentina”. En su visión, es más potable usar la moneda de países que tienen un ciclo económico similar al nuestro, para amortiguar los golpes.

Y Horacio Liendo, ex colaborador de Domingo Cavallo en el plan de Convertibilidad y que hoy trabaja cerca de Patricia Bullrich, cuestionó las virtudes de la dolarización.

Entre los aspectos más críticos, está el hecho de que cambiar toda la base monetaria en pesos (circulante, más Leliq y otros pasivos remunerados) insumiría unos 40.000 millones de dólares al tipo de cambio actual, y para eso hay que tomar deuda.

“La dolarización no es la solución que la Argentina necesita en este momento. No están dadas las condiciones económicas ni financieras ni políticas para hacerlo”, dijo Liendo en una reciente entrevista con radio Mitre.

Además, sostuvo que la dolarización es contractiva de la economía en las actuales circunstancias, a lo que se sumaría el necesario ordenamiento fiscal que habría que implementar para dolarizar. Pero sobre todo, no acabaría con la inflación: recordó el caso de Ecuador, que en el primer año de dolarización tuvo una inflación del cien por ciento anual.

Escrito por
Carlos Boyadjian
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