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Caras y Caretas

           

El rincón de los poetas chilenos

La embajada del vecino país inauguró una obra de la artista Catalina Swinburn en homenaje a seis de las más grandes plumas de la poesía chilena. Un espacio para ser habitado en la lectura y en la reflexión sobre las palabras que unen a los pueblos hermanos.

“Mi obra siempre ha estado vinculada con la palabra pero también con el rito y los ritos requieren un emplazamiento, un lugar. Pensé en eso, en unir la palabra con lo que es el rito y construir a partir de eso un templo ritual”, dice la artista plástica chilena Catalina Swinburn, autora de la escultura “Libro abierto”, que se presentó el pasado miércoles 9 de marzo en el Centro Cultural Matta de la embajada de Chile en la Argentina.

El monumento es un homenaje a la literatura chilena, y su presentación –impulsada por la embajada del país trasandino y el Ministerio de Cultura de la ciudad de Buenos– fue el último acto cultural promovido por el embajador Nicolás Monckeberg previo a la asunción presidencial de Gabriel Boric, que dará paso a una nueva delegación de diplomáticos. 

La obra, una estructura de mármol travertino ubicada en la Plaza República de Chile, a la entrada del Centro Cultural Matta, lleva tallados los nombres de seis de los máximos exponentes literarios de Chile: Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Pablo de Rokha, Gonzalo Rojas y Nicanor Parra.

Catalina Swinburn, que ya había presentado en 2016 una muestra para este espacio bajo el título “La frontera perfecta”, tiende a trabajar en su obra la idea geopolítica de desplazamiento, las fronteras, los límites y las tensiones en todos ellos. No es casualidad que la piedra utilizada para el tallado de los nombres de estos poetas se encuentre en la Cordillera de los Andes, lugar que define como “un espacio de unión”.  

Habitar el espacio de la literatura

Si las obras de arte en exhibición generalmente tienen un cartel que indica “no tocar”, la estructura “Libro abierto” propone lo contrario. Esta escultura, reflexiona su autora, “está pensada para habitarla, pensarla y sentirla. Desde sentarse a leer un libro, protegerse de la lluvia o del sol, hasta, de cierta forma, tiene una especie de escenario, aunque no lo hayamos pensado así en su planificación”. Desde esa plataforma dieron sus discursos la artista y los invitados que, entre lecturas de poemas, también musicalizaron textos de Gabriela Mistral.

La artista manifestó su deseo de que este sea un espacio que impulse otras experiencias culturales y que “se abran las puertas para todas las personas a crear y producir nuevas experiencias que tengan que ver con la cultura y con la palabra”, homenajeando así el sentir de su pueblo para con sus máximos exponentes literarios. “Lo que sucedió hoy me pone muy contenta porque la idea es que la gente lo venga a usar, que no sea un lugar muerto, sino uno donde las personas se puedan sentar, meditar, cantar, que genere experiencias como cuando uno lee un poema”.

En la estructura hay algo de lo cósmico, una relación que hace que el entorno sea parte de la escultura, que pueda verse diferente según el lugar desde donde se ubique quien la contemple. El espacio es protagonista de esta figura geométrica tan particular, y Swinburn admite que, si bien a los artistas les da cierto temor tener que producir monumentos por el peso o trascendencia que tienen que tener, se basó en la idea de pensar la poesía como otra dimensión: “Un lugar en el que todos nos podemos encontrar algo diferente, dos personas pueden leer un mismo poema y experimentar sentimientos diversos”.

“Libro abierto” se entiende como una obra en proceso, dejando dos caras de la estructura sin grabar, esperando sumar nuevos poetas y nuevas obras que trascienden fronteras con el poder de la palabra. No es casualidad que la autora hable de las fronteras al referirse a su obra ya que en muchos de sus trabajos da cuenta de las tensiones y límites que tienen las fronteras, situación que sucede con esta obra que pone en conversación a disciplinas artísticas en principio muy diferentes, con protagonistas desiguales, como son la poesía con la palabra y la escultura con la piedra. 

Más allá de las fronteras

Utilizando las fronteras como material simbólico e ideológico, la artista se permite reflexionar: “Con todo lo que está pasando hoy, los ojos del mundo puestos en la guerra entre Rusia y Ucrania, el covid, se piensa mucho en las diferencias y en distancias y poco en unir, conglomerar o solidarizar. La palabra trasciende cualquier frontera, ese es el gran arte que estos poetas hicieron y que yo traté de ejemplificar, que sea un gesto que se convierta en algo más”. 

Una pieza artística nunca está separada de su contexto histórico y, al igual que los vínculos plasmados en la obra, Chile se encuentra en plena instancia de transición. La inminente asunción de Gabriel Boric como presidente no solo implica un cambio de gobierno sino el traspaso de una administración a nuevas generaciones que entran en la política a través de espacios de izquierda. “Gracias a Dios existen cosas que no tienen bando político, eso también es la cultura –señaló Swinburn respecto del cambio de gobierno–. Si bien de cierta forma nuestra obra se convierte en una obra política porque pertenece a un tiempo y un momento, lo interesante de esto es que la palabra, el arte y la cultura terminan uniendo. Me siento feliz de ser una persona creativa que apoya todas las manifestaciones siempre y cuando tengan la intención de unificar, le deseo suerte al nuevo gobierno en Chile y espero que le vaya muy bien.”

Como escribió Pablo Neruda en su poema “Paso por aquí”: “Con quién, hermano de mañana/ con quien me quedarás, te quedaré?/ Cuál de las dos mitades energúmenas/ tendrá su monumento en el camino?// Hagámosla juntarse a fuego y lágrimas,/ que se reúnan de una vez por todas/ y no molesten con tanta bondad/ ni con tanta maldad: ya comprendimos/ que nunca lograremos ser tan buenos/ ni alcanzaremos a ser tan perversos:/ mucho cuidado por cambiar la vida/ y quedarnos viviendo a un solo lado!”.

Escrito por
Teo Helman
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