El análisis de Pedro Brieger, siempre de claridad quirúrgica, no deja mucho espacio a la esperanza. Periodista especializado en política internacional, Brieger estudió Sociología y Ciencias Políticas en la Universidad de Haifa, Israel, y es titular de la cátedra de Sociología de Medio Oriente en la Universidad de Buenos Aires. “Lo que hace esta incursión militar es poner el tema palestino en el centro de los debates, algo que tanto Israel como varios países árabes querían ignorar”, explica.
–¿Qué te parece que buscaba la coalición de milicianos palestinos que ingresó a Israel? ¿Cómo se explica que Israel no la detectara?
–Está claro que Hamas buscaba darle un golpe muy fuerte al ejército israelí, al Estado de Israel en su conjunto, y mostrarle al resto de la población palestina, que está no solamente en Gaza sino también en Cisjordania, que la única forma de luchar en contra de la ocupación es a través de la resistencia armada. En este sentido, Hamas retoma aquellos conceptos de la vieja OLP en la década del 60 y del 70, que pensaba que la única manera de vencer a Israel era a través de la lucha armada, solo que no lo logró. Después la OLP da un giro hacia las negociaciones de paz, se firman los Acuerdos de Oslo en 1993, que Hamas rechazó diciendo que eso no iba a llevar a la creación de un Estado palestino. Treinta años después, Hamas puede decir “tuvimos razón, el Estado palestino no nació, los acuerdos de paz no sirvieron para nada, lo único que sirve es seguir la lucha armada en contra del Estado de Israel”. Y por supuesto que los posiciona mucho mejor frente a la mayoría de los palestinos, dado que la Autoridad Nacional Palestina es vista por muchos palestinos como colaboradora del statu quo que impone Israel, que es avanzar con la colonización de Cisjordania. En este sentido, logra su cometido. Por otra parte, Hamas impide que Israel avance en el proceso de normalización, entre comillas, con el mundo árabe que estaba llevando adelante y que buscaba generar una situación donde la cuestión palestina iba a quedar absolutamente marginada. Lo que hacen es poner el tema palestino otra vez sobre la mesa. Si Israel y algunos países árabes querían taparlo por completo, ya no lo pueden hacer. El mundo árabe no puede mirar para otro lado mientras Israel bombardea la Franja de Gaza. La sorpresa es la gran pregunta: ¿cómo fue que no lo pudieron ver? En el diario Israelí Haaretz hay un análisis pormenorizado de los vínculos de Netanyahu con Hamas, que permitió que Hamas se armara en la Franja de Gaza, se consolidara para, de esta manera, contraponerse a lo que es la OLP, la Autoridad Nacional Palestina, en Cisjordania. La táctica de Netanyahu es dividir para reinar y mostrar que no hay con quién negociar. De hecho, hace mucho tiempo que los gobiernos israelíes ya no negociaban con la OLP, con la Autoridad Nacional Palestina. El objetivo de mantener a Hamas vivito y coleando en la Franja de Gaza es uno viejo de la política israelí respecto de los palestinos: eclipsar a los moderados y dejar en pie a los más extremistas, a los más radicales. Y de hecho esto sucedió también en los años 74, 75, 76: mientras Israel asesinaba selectivamente a los dirigentes más moderados de la OLP, o los que más abiertamente favorecían una salida negociada con Israel e incluso el reconocimiento de Israel, dejaba en pie a los más extremistas, a los que no querían ningún tipo de negociación con Israel, para decir que no había con quién hablar. “Nosotros queremos hacer la paz, pero no hay con quién hablar del otro lado.”
–Comparaste la incursión desde Gaza con la ofensiva del Tet, que debilitó el apoyo del pueblo estadounidense a la guerra de Vietnam. ¿Cómo ves al gobierno de Netanhayu?
–Por supuesto que las comparaciones son odiosas, pero sirven para pensar. La ofensiva del Tet en 1968 les dio un golpe muy duro a las tropas estadounidenses, que tenían un poderío militar muy superior al Viet Cong y pensaban que la victoria iba a ser relativamente fácil: siete años después se retiran. Yo no digo que los palestinos hagan esta comparación. Lo pienso por la magnitud de la sorpresa de un organismo no estatal, una organización armada que se enfrenta con muchos menos recursos logísticos y de tecnología militar a un ejército infinitamente superior y le da un golpe sorpresivo. Incluso los militares israelíes dicen abiertamente que la estrategia militar de Hamas fue brillante. Esto, por supuesto, no implica estar de acuerdo con lo que hizo Hamas, pero la forma cómo entraron, la sofisticación de esta incursión militar, fue realmente extraordinaria.
–El repudio al bombardeo sobre Gaza genera movilizaciones multitudinarias en Occidente y en el mundo árabe. A la vez, hacía solo algunos días el consejero de Seguridad Nacional estadounidense, Jake Sullivan, afirmaba que “Oriente Próximo no ha estado tan tranquilo en dos décadas”. ¿La causa palestina desestabiliza tanto a algunos gobiernos árabes como a la política estadounidense en Medio Oriente?
–El mundo árabe siempre se solidariza con Palestina, aunque eso no necesariamente significa solidarizarse políticamente con Hamas. Pero sin lugar a duda, en gran parte del mundo árabe-islámico ven con mucha simpatía que se golpee el Estado de Israel, sea Hamas, Al-Fatah, el Frente Popular, el Frente Democrático, la Yihad Islámica o quien sea: se solidarizan con los palestinos en la lucha contra Israel. Esto les crea un problema muy serio a los gobiernos árabes que justamente trataban de plantear una estabilización regional dejando de lado la cuestión palestina. Lo que hace esta incursión militar es poner el tema palestino en el centro de los debates, algo que tanto Israel como varios países árabes querían ignorar. Y por supuesto también Estados Unidos.
–Estados Unidos aumentó fuertemente el apoyo militar a Israel con dos portaviones, buques de guerra, dos mil marines. Biden estableció un hilo conductor entre Ucrania y Palestina como si fueran parte del mismo conflicto. ¿Están preparándose para una guerra regional?
–Es difícil saber si se están preparando para una guerra regional, pero es una manera de decir “acá estamos, les brindamos nuestro apoyo militar”. No solamente el gesto simbólico muy fuerte de Biden de visitar a Israel, sino que también están preparados para una incursión militar en caso de ser necesario, en caso de que algún otro factor –léase el Hezbollah en el Líbano– intervenga y ataque a Israel. El problema que tiene Estados Unidos también es que sufrieron en carne propia en 1983 los ataques a los marines en el Líbano. Entonces no es tan fácil que las tropas estadounidenses puedan intervenir abiertamente, esto no es ni Irak ni Afganistán.
–En este contexto, ¿tiene alguna vigencia la perspectiva de los dos Estados?
–Me parece que ninguna solución política hoy tiene vigencia, ni dos Estados, ni un Estado, ni nada en lo que se pueda conversar. Mi percepción es que hay un retroceso en las relaciones israelíes-palestinas de 50 años, donde los palestinos decían que había que matar a todos los judíos israelíes y los israelíes decían que había que matar a todos los palestinos. Hoy lo que se escucha en Israel es que hay que borrar la Franja de Gaza del mapa, sin miramientos, y esto lo dice la inmensa mayoría de la población israelí. Es muy difícil en circunstancias como esta plantear algún tipo de acercamiento entre israelíes y palestinos. Por eso, si los acuerdos de paz del 93 habían significado avanzar cinco posiciones en un tablero, e ir avanzando lentamente un casillero, otro casillero, retroceder uno, avanzar uno, retroceder cinco, avanzar uno, esto es como retroceder veinte casilleros.