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Caras y Caretas

           

“Identificar a Hamas con la lucha del pueblo palestino supone una afrenta para los propios palestinos”

29/04/2021; Ciudad de Buenos Aires: En su reciente libro "La vanguardia permanente", Martín Kohan apela al ensayo como género de exploración para rastrear definiciones sobre la vanguardia pensada como categoría que tensiona la conceptualización de lo nuevo en la narrativa argentina. Foto: Florencia Downes/Télam/AA

La inesperada y masiva ofensiva de la organización islamista Hamas sobre enclaves israelíes y la contundente respuesta bélica del Estado judío, que amenaza con convertirse en una guerra a largo plazo, no solo astilló el siempre conflictivo e inestable mapa regional de Medio Oriente, sino que golpeó con fuerza en colectividades que mantienen lazos tendidos con sus raíces. A Martín Kohan, escritor, docente, intelectual, lo sorprendió con renovado dolor y espanto, además de postergar indefinidamente sus planes de regresar a Jerusalén para un ciclo de cátedras. Sus reflexiones perfilan a alguien que trata de comprender la otredad con la necesidad de una coexistencia pacífica.

–Para el común de la sociedad, el conflicto palestino-israelí resulta cíclico y no avizora una solución posible. ¿Cómo te predisponés a asumirlo cada vez que se produce un episodio, como este último, que vuelve a instalarlo en la agenda?

–Prevalece el dolor. Pero creo necesario subrayar que este conflicto, teniendo ese carácter cíclico que mencionás, no emerge siempre de igual forma ni transcurre siempre de igual forma. Por lo que me parece muy problemático disponer de un kit de consignas fijas que van a repetirse mecánicamente de una misma manera, pase lo que pase. Porque no pasa siempre lo mismo. Concretamente: la ferocidad del ataque perpetrado recientemente por el grupo terrorista Hamas, los asesinatos y las violaciones que cometieron, el secuestro de rehenes que siguen todavía en cautiverio, deben ser repudiados. ¿Hace falta decirlo? Hace falta decirlo, sí; porque de hecho hubo quienes no lo repudiaron. No repudiaron ni los asesinatos ni las violaciones cometidas por los terroristas de Hamas. Y no se trata de armar un ranking de repudios ni tampoco de plantear un juego de espejos con el accionar deplorable de un político como Netanyahu. Se trata del hecho concreto de que un ataque semejante sucedió y hubo quienes no lo condenaron.

–¿Tu experiencia previa en Israel/Palestina cambió en algo tu percepción del conflicto y de sus aristas religiosas, étnicas, económicas, etcétera?

–Mi experiencia allá me permitió calibrar mejor las diferencias existentes entre los propios palestinos, muchos de los cuales se oponen drásticamente al terrorismo de Hamas. La identificación lisa y llana entre la lucha del pueblo palestino y el terrorismo de Hamas, la manera en que una y otra vez se tiende a hacer intercambiables una cosa con la otra, supone ante todo una afrenta hacia los propios palestinos. De hecho, mientras aquí algunos callaron ominosamente, o relativizaron y compensaron no menos ominosamente, la Autoridad Palestina, que gobierna en Cisjordania, sí repudió el ataque perpetrado por Hamas desde Gaza.

–Está claro que Hamas no representa a todo el pueblo palestino, pero la dificultad de llevar adelante procesos electorales del todo normales en su territorio de inserción le auspicia cierta representatividad. En Israel, con todos los requisitos democráticos garantizados, se imponen posturas cada vez más radicalizadas. ¿Hay fundamentalismos por necesidad y fundamentalismos por vocación?

–Para mí, el fundamentalismo nunca es necesario. Nunca. Ni el fundamentalismo estrictamente religioso ni el fundamentalismo nacionalista (que hace del nacionalismo una especie de religión), ni mucho menos una alianza estratégica de los dos tipos de fundamentalismos, que son reaccionarios por definición. Lo que me resulta alarmante es que haya una izquierda que respalda de hecho una vertiente fundamentalista claramente reaccionaria. Yo por mi parte me opongo a todos los fundamentalismos. Pero esa adhesión de izquierda a un terrorismo de ultraderecha, ¿cómo explicarla, cómo entenderla? Tengo una hipótesis al respecto, ya escribí sobre ella.

–Ambas culturas tienen colectividades con larga tradición en la Argentina, han participado de procesos históricos comunes, como el radicalismo y el peronismo, y ya son parte del ADN argentino. ¿Considerás que esa tolerancia e integración se pone en riesgo cada vez que el conflicto recrudece en origen?

–Prefiero pensar más bien al revés: que es la evidencia de que la convivencia y la integración son perfectamente posibles. Y que lo son también en Israel, donde de hecho viven y trabajan dos millones de palestinos, con pleno reconocimiento de sus derechos cívicos.

–En algún punto resulta irónico que ambas migraciones hayan coincidido tradicionalmente en un mismo barrio de Buenos Aires. En una época, se hablaba del Once judío y del Once árabe. Quizás haya que buscar algún simbolismo ahí.

–Pasa algo análogo entre Villa Crespo y una parte próxima de Palermo. Pero no se trata de ningún simbolismo, sino de un hecho concreto, de una realidad. Insisto: que la integración y la convivencia son posibles.

UN PUEBLO, UN PAÍS

Las consecuencias de los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA aún perduran como cicatrices indelebles en la sociedad, y con cada aniversario vuelven a recrudecer por la falta de respuestas y responsables. Incluso, muchos actos se traducen en cuestionamientos a los gobiernos de turno. “No asistí a esos actos. Vivo y comparto mi dolor bajo otras formas”, soslaya Kohan.

–Un candidato a la presidencia manifestó su adhesión incondicional a la causa israelí, su admiración por el Estado judío e incluso manifestó su voluntad de convertirse al judaísmo. ¿Te da para opinar al respecto?

–No hay una única forma de ser judío ni de pensarse como judíos respecto de Israel. No compartiendo nada con Javier Milei, presumo que no comparto tampoco su forma de adherir o de admirar.

–El negacionismo que siempre menoscabó el Holocausto ahora aparece con fuerza en sectores que pretenden recortar el genocidio de la última dictadura. ¿Encontrás similitudes entre ambos discursos?

–Yo prefiero evitar traslaciones de conceptos entre un hecho y el otro y trato de pensar cada uno en su especificidad. Lo único que tienen en común es que son incomparables. Dicho esto, quisiera agregar que entre las formas que existen para menoscabar el Holocausto está la de pasar por alto en qué circunstancias históricas se fundó el Estado de Israel. Porque hay una diferencia sustancial entre las críticas que puedan dirigirse contra ciertas políticas (criticas eventualmente drásticas, que muchos judíos, de hecho, podemos plantear) y el rechazo de la existencia misma del Estado de Israel, el derecho del pueblo judío a tener su tierra y su país.

Escrito por
Oscar Muñoz
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