Desde hace décadas y a más de 12 mil kilómetros de distancia, el historiador israelí Raanan Rein investiga sobre historia argentina del siglo XX, con foco en el peronismo, aun que también aborda diversos aspectos políticos, sociales y culturales, entre los que se cuenta el vínculo de nuestro país con el Estado de Israel. Doctor en Historia por la Universidad de Tel Aviv, de la que fue vicerrector y desde donde actualmente dirige el Daniel Abraham Center for International and Regional Studies, Rein es también miembro de la Academia Nacional de Historia Argentina, fue condecorado con la Orden del Libertador San Martín por su aporte a la cultura argentina y recibió este año una distinción del Partido Justicialista “por su aporte al estudio del peronismo”.
La entrevista con Caras y Caretas, realizada tras el sonido de las sirenas por los continuos ataques de la organización terrorista Hamas a diversas ciudades israelíes, tuvo como eje las repercusiones en la política y sociedad argentina de la masacre perpetrada por esta organización el pasado 7 de octubre, que fue repudiada sin atenuantes por el presidente Alberto Fernández y la Cancillería argentina. Consultado por si este repudio guarda lógica con el posicionamiento tradicional de la Argentina, Rein sostiene que en efecto se vincula con “la trayectoria de un ala del peronismo, representada ahora por Alberto Fernández y también por Carlos Menem en los 90, que a su vez fueron los únicos presidentes en ejercicio en visitar Israel, manteniendo una postura más favorable a este país que otros gobiernos, tanto militares como radicales, desde la fundación del Estado en 1948”.
–También los principales candidatos a presidente de la Argentina repudiaron enfáticamente el accionar de Hamas, cuando en otros países de la región el repudio incluyó críticas al gobierno israelí. ¿Qué reflexión le merece?
–Los lazos entre la sociedad argentina y la israelí son muy fuertes, y los principales candidatos entendieron muy bien el sentimiento de la mayoría de los argentinos, que exhibieron una empatía humana frente a la masacre del 7 de octubre. Asimismo, desde la fundación de Israel, los distintos gobiernos argentinos han apoyado a este Estado, con altibajos y períodos de mayor frialdad, pero nunca posicionándose en contra, de manera que para mí no fue una sorpresa la postura de los candidatos, pero sí muy reconfortante sentirla en estos días tan difíciles.
–¿Esta postura de la sociedad argentina es histórica, o en el pasado hubo sectores antisemitas o antisionistas?
–Esta solidaridad social es mucho más notable en los últimos años que en las etapas iniciales del Estado de Israel, y tiene que ver también con el aporte judío al desarrollo argentino. Eso no asegura un apoyo a cualquier medida de Israel en los próximos días, pero parecería que antes de pensar en posiciones políticas ideológicas, en gran parte de los argentinos hay lazos culturales, humanos e incluso afectivos con la sociedad israelí.
–Tras la masacre perpetrada por Hamas, plantear las responsabilidades del gobierno israelí en el conflicto podría leerse como una justificación al terrorismo que despliega esta organización. ¿En Israel se da esta misma situación?
–Más allá de nuestras profundas divisiones, todos en Israel tenemos claro que Hamas no es una organización guerrillera que busca la liberación nacional, sino una organización religiosa fundamentalista y terrorista que busca la destrucción del Estado de Israel y la aniquilación de los israelíes, además de representar un enorme peligro y opresión para los propios palestinos y otros pueblos árabes. Así que no hay mayores cuestiones para que una gran parte de la sociedad plantee que, por sus propios fines políticos e intereses, existe una suerte de confluencia entre extremistas musulmanes y judíos, representados estos últimos en el gobierno de Netanyahu. Y esa postura no implica nunca una justificación de las masacres perpetradas por Hamas, que cualquier persona decente debería condenar sin atenuantes.
–El avance de la ultraderecha en Israel, que se ha integrado al gobierno de Netanyahu, se experimenta aquí en el ascenso de Javier Milei. ¿Ve puntos en común en ambas sociedades o responden a un fenómeno internacional?
–Creo que es parte de un proceso más amplio, que tiene que ver con la decadencia de la democracia liberal, de la socialdemocracia y una izquierda que no logra satisfacer las necesidades de amplios sectores de la sociedad. Hace décadas, estos espacios tenían un claro mensaje a favor de la clase obrera y de la redistribución de la riqueza, pero en las últimas décadas prefirieron promover políticas de reconocimiento de identidades sectoriales. Entonces, si los gobiernos recogen el discurso de condena a los blancos por siglos de opresión a los no blancos, o de respaldo a las minorías sexuales que tradicionalmente han sido segregadas, pero olvidan al obrero mecánico de Detroit que es blanco y heterosexual y ha perdido su puesto de trabajo sin poder suplir sus necesidades básicas, eso genera que estos trabajadores se alejen de la izquierda y se queden sin representación, buscando así alguien fuera de ese sistema que los escuche, y es así que aparecen aquí el actual ministro de Seguridad Itamar Ben-Gvir, en EE.UU. los Trump y en la Argentina los Milei.
–Como experto en peronismo, ¿qué posibilidades ve de un nuevo triunfo de este espacio y un eventual gobierno de Massa?
–Soy historiador y no futurólogo, pero lo que veo es que la identidad política más fuerte en la Argentina es la antiperonista, con lo que muchos votarán por Milei porque la idea de votar a un peronista les parece tan atroz que votarían por cualquiera que no sea peronista, con lo que Milei tiene chances de ganar. Y si gana Massa, a corto plazo tendrá que adoptar una política, entre comillas, no muy peronista para reactivar la economía y el crecimiento acelerado, porque los recursos del Estado argentino son escasos para satisfacer necesidades sociales de un amplio sector de la sociedad en condición de pobreza y al mismo tiempo generar condiciones de crecimiento. Eso parece una tarea gigantesca, y Massa parece tener herramientas para afrontar este desafío, pero en esta situación tan delicada nada es seguro.
–¿Cómo interpreta el planteo del gobierno israelí de “eliminar” a Hamas?
–Es una retórica lamentable del gobierno, porque crea la ilusión de poder solucionar un conflicto de forma rápida y operativa. Está bien claro que Hamas no solo es un movimiento político y militar sino un conjunto de ideas políticas y religiosas, y a estas no se las puede eliminar con armas y bombas. Sí creo necesario actos militares contra esta organización terrorista, pero Israel intentó más de una vez alejarse de esta amenaza por operaciones militares y siempre su efecto era por meses o a lo sumo unos pocos años, con lo que está claro que vencer a Hamas debe ser resultado de un esfuerzo tanto militar como político, buscando reiniciar un diálogo con la Autoridad Palestina de Cisjordania, que incluya a EE.UU. y países musulmanes de la región para transferir lo antes posible la responsabilidad de Gaza a manos de esta Autoridad. Eso ya no le daría excusas al gobierno israelí para plantear que no tiene interlocutor, y lo obligará a negociar.