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Caras y Caretas

           

La insatisfacción democrática, de Obama a Sandel

El ex presidente de los Estados Unidos y el filósofo de Harvard intentan dar cuenta del desencanto político de las mayorías y del ascenso de la extrema derecha y de las opciones antisistema.

Una creciente insatisfacción recorre el mundo occidental. Se expresa en la creciente popularidad de los candidatos de extrema derecha, y en algunos casos de izquierda dura. Dos trabajos dan cuenta de este estado de situación, el libro La tiranía del mérito (Debate), del filósofo de la Universidad de Harvard Michael Sandel, y el documental Trabajar. Eso que hacemos todo el día (Netflix), del ex presidente estadounidense Barack Obama.

Ambos coinciden en denunciar la creciente precarización en las condiciones de vida de las mayorías, que da cuenta de la falta de perspectivas de futuro que provoca la actual organización del trabajo con ausencia de derechos laborales, aunque divergen fuertemente en las responsabilidades de las elites políticas y empresariales.

Sandel propondrá una mirada alternativa para analizar la frustración de estas mayorías y su creciente opción por las ofertas extremas o antisistema, al plantear que si bien es real que la desigualdad existió siempre, hoy se lleva adelante en el contexto de una “tiranía del mérito, que al tiempo que premia sin freno a los ganadores del sistema, produce una creciente frustración entre quienes quedan al margen de sus beneficios, que además de sufrir la desigualdad en diversas áreas de sus vidas, deben también soportar el desdén con el que son vistos por parte de los ‘triunfadores'”.

Y es que, según Sandel, en el pasado, el vasallo, el esclavo o el trabajador pobre sabían que no era su responsabilidad el lugar que ocupaban, sino que era causa de la estructura social y su lugar en la pirámide, lo que evitaba las dosis de frustración y resentimiento actuales, pues en la “tiranía del mérito” no se reconocen factores como la suerte, la crianza hogareña o la clase social, lo cual lleva a considerar, y publicitar, que quienes se ubican en la punta de la pirámide social lo están por mérito individual, al tiempo que los excluidos reciben el mensaje de que su fracaso es por su exclusiva responsabilidad.

Sandel plantea, además, otra interesante hipótesis. La sociedad de la meritocracia no llevó a un mundo más igualitario, sino que contribuyó a aumentar la brecha. De su texto se desprende entonces que las aptitudes y formaciones académicas son actualmente más útiles para el desarrollo personal e individual que para el bien común. Y es justamente en este punto donde critica a los líderes progresistas que, a diferencia de los extremistas antisistema, ponen el foco en la responsabilidad individual antes que en las fallas del propio sistema. De hecho, uno de los apuntados es el propio Obama, quien, según Sandel, señaló que Estados Unidos “es un país donde, tengas el aspecto que tengas, vengas de donde vengas, si estás dispuesto a estudiar y esforzarte, puedes llegar todo lo lejos que tu talento te lleve”.

Justamente es el propio Obama quien en su documental pone el foco en la cuestión del estudio, el trabajo y la insatisfacción actual que el mismo, y sus retribuciones, generan. Allí señala que “la gran idea estadounidense” fue la de una clase media, es decir un país sin reyes ni campesinos, pero ello derivó en un país donde, mientras es posible comprar más bienes que en el pasado, adquirir una casa implica el doble del ingreso anual que en los años de 1960. Incluso, exhibe los casos de diversos trabajadores que demuestran la falacia que significa para millones de estadounidenses el poder acceder a una “meritocracia”, señalando que la mitad de los ellos tienen trabajos mal pagos, de 30.000 dólares al año, que los desgastan física y emocionalmente y les impiden progresar, al tiempo que los ponen en peligro por la falta de seguros médicos y jubilación.

Todo este proceso regresivo, añade Obama en su documental, fue incluso retratado por la cultura popular, pues mientras que en las viejas series y películas las familias estadounidenses tenían como centro el trabajo y una vida simple y confortable, ya en la década de 1980 “el espíritu de ser rico comenzó a infiltrarse en la cultura, y la clase media comenzó a desparecer”, y ya para la década de 1990, la más exitosa de las series, Friends, tenía menos representaciones del trabajo en su interior.

Pero, al mismo tiempo que describe esta situación, Obama parece desconocer su propia responsabilidad, como presidente de los Estados Unidos durante ocho años, y la de los grandes empresarios a los que entrevista, que en parte diseñaron, y tienen el poder de modificar, el mundo retratado en el mismo documental.

Y es que, según Sandel, al igual que Hillary Clinton, Obama tuvo como principal estrategia poner el acento en la movilidad ascendente individual por medio de la educación superior, sin considerar lo que provocaría esto en los millones de estadounidenses que, por diversas causas como sus orígenes, clase social, suerte o capacidad, no podían acceder a ella.

Así, señala que la retórica de la idea del ascenso a través de la educación superior, y la seguridad de que, según Obama, “puedes hacerlo si lo intentas”, es inspiradora en un sentido, pero insultante para quienes no han podido acceder al “sueño americano”, pues de las palabras de Obama o Clinton, no solo se deprende que el éxito puede ser obra de uno, sino también que el fracaso lo es.

En cualquier caso, ni Sandel ni Obama parecen dejar finalmente en claro cómo modificar el statu quo que presentan. Y es que si en el caso de Obama se trata de mostrar como modelos a los empresarios que, en parte, construyen justamente esta sociedad sobre la que Obama formula las críticas, en el de Sandel se presenta la idea del “bien común”, basada en la humildad de los triunfadores, al aceptar que en su progreso mucho tuvo que ver la sociedad que se los permitió, devolviendo en parte esa fortuna a los más desfavorecidos, no como caridad sino como acto de justicia. Una respuesta que parece más propia de la filosofía que de una concepción política.

Estas cuestiones, de todos modos, no desmerecen las originales hipótesis de Sandel sobre la “tiranía del mérito” y sus consecuencias, así como la certera descripción de Obama sobre la opresión que sufren los más desfavorecidos, y la creciente desigualdad e injusticia que asolan a los Estados Unidos tras la caída de su Estado de Bienestar, del rol de los sindicatos y los nuevos conceptos de productividad desligados del compromiso social.  

Escrito por
Julián Blejmar
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