• Buscar

Caras y Caretas

           

Historias tan privadas como universales

Las actrices y dramaturgas Ingrid Pelicori e Irina Alonso reconstruyen la trama artística de su familia, en un biodrama pleno de emociones.

“Los lugares en que han vivido los seres a quienes estamos ligados por el espíritu o por la sangre y los objetos que les pertenecieron conservan, para muchos de nosotros, un raro poder (…) Y es cosa terrible y dulce sentir que uno mismo es un lugar, un objeto en que perduran presencias; que nada de lo que parece inanimado lo es en realidad y que el mundo de los muertos y el de los vivos se comunican y se mezclan de un modo misterioso e inextricable” (Victoria Ocampo).

Papá Bianco y los Alonso es un espectáculo biodramático, pleno de humor y potencia creativa, que invita al público a recorrer parte del patrimonio artístico y cultural de la Argentina. Con dramaturgia de Irina Alonso e Ingrid Pelicori, retrata un momento del teatro, de la radio, del cine y de la televisión argentinos, en el marco de una época gloriosa de la bohemia porteña. Caras y Caretas estuvo en el reestreno, en agosto pasado, y conversó con las actrices y autoras de la obra.

–¿Esta obra funciona de algún modo como una constelación familiar?

Ingrid Pelicori: –En realidad, solamente de un modo muy lejano podríamos decir que se relaciona con las constelaciones familiares, que tienen una dinámica y un objetivo francamente diferente. Nosotras nos hemos sumergido en nuestra historia familiar, y en los sentimientos que nos despierta, pero principalmente hemos tenido un objetivo artístico. Quisimos hacer una obra de teatro, en todo caso teatro documental o biodrama, pero intentando dotarlo de una estructura pensada, de una variedad de climas y de momentos, para lograr que sea divertido, emotivo, entretenido. O sea, lo que solemos esperar de toda obra de teatro. Pero además, quisimos traer al presente no solo a los integrantes de nuestra familia, sino a toda una generación de actores, a todo un modo de vivir las relaciones y la profesión, a toda una etapa de la radio, la televisión, el cine y el teatro, que forma parte del patrimonio cultural de nuestro país y nuestra ciudad. Y en ese sentido nos importa trascender el hecho de que se trata de nuestra familia porque, en tanto legado cultural, también es de todos. Y en ese sentido nos gusta pensar que es un aporte a la memoria colectiva.

Irina Alonso: –Tuve una sola experiencia de constelación familiar, fue virtual, en época de pandemia. Me invitaron. No fue una experiencia buena, honestamente. Esto de que cualquiera aparezca diciendo cosas sobre tu vida y queriendo imponer un significado me resultó tremendo. No digo que no pueda ser útil pero para mí no lo fue. En cambio, nuestra obra me dio la posibilidad de conocer aspectos desconocidos de mis padres y mis tíos, a partir del hallazgo de las carpetas de mi abuela, con recortes de críticas y entrevistas a la familia, desde la década de 1940 hasta la de 1970. Y revivir esa historia cada noche me hace muy bien, es reparador en gran medida porque yo ignoraba casi todo sobre los inicios de mi padre (el actor, director y guionista Ernesto Bianco) y sobre aspectos privados de su vida.

–¿Fueron conociendo mejor a algunos familiares, su arte y su vida a partir de la creación de esta obra?

I. P.: –Bueno, a los integrantes ya los conocíamos, pero con nuestra investigación fuimos conociendo detalles y anécdotas que ignorábamos. Como por ejemplo: en un radioteatro que protagonizaba nuestra tía Pola Alonso, que era muy hermosa, muy deseada, ¡se rifaba un beso de Pola Alonso! O por ejemplo, pudimos conocer en profundidad lo que fue la gesta del elenco del Cervantes –que integraba papá– cuando (Orestes) Caviglia, su director, renunció porque le censuraban el repertorio y a algunos integrantes del elenco; entonces toda la compañía del elenco estable del Cervantes renunció en solidaridad con Caviglia, y conformaron una cooperativa, que fue emblemática: el grupo Gente de Teatro Asociada. También nos sorprendió encontrar en las revistas y diarios que revisamos para crear el espectáculo muchas fotos familiares, con nosotras de distintas edades. Tenemos allí más fotos de nosotras en familia que las que conservamos en nuestras casas.

I. A.: –Yo incluso ignoraba los detalles de sus currículums, no había visto la mayor parte de las películas de mis tíos Tito y Pola, ni las de papá. Tampoco había charlado en profundidad con amigos de ellos, como Pepe Soriano, Martha Bianchi, Claudio García Satur y tantos otros que con su testimonio nos ayudaron a armar el rompecabezas familiar. En mi caso, esta obra es la posibilidad de recuperarlos a ellos, de sentirlos más cercanos, de conocerlos mucho más.

–¿Cuál fue el descubrimiento más interesante a lo largo de este proceso de investigación sobre su familia y el teatro?

– I. P.: –Para mí, uno de los descubrimientos más interesantes fue que muchas personas a las que entrevistamos podían hablarnos ¡tantos años después! todavía con emoción sobre algunas actuaciones de papá. Por ejemplo, sobre su actuación en Querido mentiroso, que se realizó hace más de sesenta años. Es algo que me hace reflexionar sobre el arte del actor de teatro, que pese a su carácter efímero, puede dejar esa poderosa huella emotiva a través de tanto tiempo. Me asombra y me conmueve.

I. A.: –Todo lo que conocí acerca de mis padres y mis tíos a través de esta obra es sumamente importante para mí. Yo tenía 10 años cuando se murió mi papá y mamá no hablaba de él, porque le hacía mal. Crecí sin saber casi nada de mi padre. Mis tíos también murieron jóvenes. Solo Pola fue longeva, pero tampoco le gustaba hablar del pasado. Para escribir esta obra tuvimos que sumergirnos en sus vidas. Me hace muy feliz.

–¿Qué tienen pensado para cuando terminen las funciones en el Celcit?

I. P.: –Cuando terminen las funciones del Celcit, nos vamos a tomar un descanso del espectáculo, ya que tenemos otros compromisos laborales, pero no descartamos volver a hacerlo más adelante. Entre tanto estamos esperando que se termine el montaje de la película que filmamos con la misma temática.

I. A.: –Siempre la idea es volver. Es una obra muy especial para nosotras, irremplazable. Cada vez que tengamos disponibilidad y coincidencia horaria entre nosotras, es probable que volvamos a estar en cartel.

–En este relato sobre la novela familiar incorporan mucho bailar, cantar. ¿Esto tiene que ver con que la danza y el canto eran muy importante para papá Bianco y los Alonso?

I. P.: –La danza, el canto y la música en general, así como la pintura y la poesía, todas las artes estaban muy presentes en nuestra vida familiar. Y, de algún modo, quisimos también reflejar en nuestro espectáculo ese clima lúdico, creativo, que nos rodeaba. Nuestros padres nos estimulaban mucho en ese sentido: desde muy chicas nos mandaban a estudiar instrumentos musicales, danzas, expresión corporal, artes plásticas, canto. Siempre fue una familia que valoraba particularmente, y disfrutaba, las expresiones artísticas.

I. A.: –La familia apreciaba mucho la música. Mamá era egresada del conservatorio de piano y papá vivía escuchando música, sobre todo clásica, pero también le gustaba mucho el tango, y querían que nosotras tuviéramos una formación musical. Ambas pasamos por el Collegium Musicum desde muy chiquitas. Y también nos llevaron a hacer danzas. Yo con 3 años ya compartía con Ingrid, que tenía 13, unas clases de danza clásica, con una profesora que se llamaba Georgette. Y fuimos compañeras de tap, cuando yo tenía 13 y ella 23. ¡Era divertidísimo!

–Para cerrar, ¿algo que quieran compartir de esta hermosa obra?

I. P.: –Es muy gratificante escuchar las devoluciones que nos hacen. La emoción de las personas que conocieron a los actores de nuestra familia y a quienes nuestra obra les recuerda su propia vida; pero también la de aquellas personas que no los conocieron, y se asombran de algunas anécdotas, se emocionan con otras. Y comprenden que, de alguna manera, esta historia también les pertenece en tanto legado cultural. Otras personas nos comentan que nuestra obra les recuerda cosas de sus propias familias. Ya que, más allá de sus particularidades, nuestra obra trata sobre una familia. Y en algún sentido se parece a todas las familias, con sus recuerdos de infancia, sus códigos, sus juegos y sus pérdidas.

I. A.: –Fue muy importante para mí actuar con nuestra prima, Ángeles Alonso. Ella hizo gran parte de su carrera de actriz en México, donde vivió 28 años, así que no habíamos actuado juntas. Eso es maravilloso porque la adoro y es una gran actriz. Y también fue bellísimo compartir muchas funciones con Claudio Da Passano. Fuimos muy afortunadas de tenerlo en la mayor parte de las funciones. Y un lujo también haber tenido actores invitados como Horacio Peña, Osmar Núñez, Manuel Callau y Pablo Caramelo, que es mi marido, y así lo que una vez fue un clan artístico familiar (papá, María Rosa Gallo, Tito Alonso, Chacho Dragún) de alguna manera continúa. Es increíble y maravilloso ver cómo el público se divierte y se emociona con estas historias tan privadas, tan personales. De alguna manera, cuando vemos la repercusión en el público sentimos que nuestra historia tiene algo de universal: es la historia de cada familia, con sus pérdidas, sus encuentros y desencuentros. Y también la historia de nuestro pasado cultural. Confluyen muchos elementos que permiten que la gente resuene muchísimo con lo que contamos. Mucha gente nos dice “no dejen de hacerla nunca”. Es una enorme alegría.

Papá Bianco y los Alonso está en cartel en el Celcit (Moreno 431, CABA) hasta el sábado 30 de septiembre

Escrito por
Daniela Lozano
Ver todos los artículos
Escrito por Daniela Lozano

A %d blogueros les gusta esto: