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Caras y Caretas

           

“Necesitamos un pacto social que garantice producción y bienestar”

Roberto Marquinez es el presidente de la CGE. Recuerda aquel compromiso de 1973 pero también reclama uno nuevo en estos tiempos.

En las redes sociales elige presentarse así: “Empresario por vocación. Defensor de las pymes por convicción. Nacido en Orense. Platense por adopción. Buscador insaciable de consensos. Admiro la creatividad”. Tranquilo, campechano, reflexivo, afable, en 2019 Roberto Marquinez fue elegido presidente de la Confederación General Económica. Empresario textil de la ciudad de La Plata y vicepresidente de la Confederación Económica de la Provincia de Buenos Aires (Cepba), Marquinez cumple 59 este año. Asegura que es posible reconstruir una Argentina como la que fabricó barcos, trenes, aviones, maquinaria agrícola. Y en la que miles de pequeñas y medianas empresas generaron trabajo genuino.

–¿Cómo nació la Confederación General Económica?

–Fue gestada desde el inicio del gobierno de Perón. Fue un proceso que duró varios años durante los cuales se fueron consolidando federaciones provinciales y se fortaleció la participación de las entidades del interior. Por supuesto que con miles de avatares: la prevalencia de los dirigentes del interior hacía un poco de ruido en Buenos Aires. Entre ellos, tomó gran relevancia la figura de José Ber Gelbard. Finalmente, se conformó una federación netamente federalista. Existía una visión clara de integrar la actividad económica del país y darle principios y valores que fortalecieran una estructura de desarrollo económico. La CGE fue fundada oficialmente el 16 de agosto de 1952.

–¿Cómo estaba constituida?

–Dentro de la entidad estaban y están las confederaciones de comercio y servicio, la confederación de industria y la confederación de producción, más la representación de las federaciones de todas las provincias.

–¿Cuál es la tarea de una gremial empresarial?

–La CGE fue la fortaleza que orientó la actividad industrial, comercial y productiva. Siempre estamos hablando del empresario nacional. En esos años, la actividad pymes, que fue la fortaleza de nuestro país, la que consolidó la clase media, marcaba el rumbo de la economía y la actividad no solo industrial, sino en general. Después de la Segunda Guerra Mundial, durante el gobierno de Perón, se impulsó la industria en todo sentido, industrias madre. No debemos olvidar que hasta 1976 la Argentina producía barcos, trenes y aviones.

–¿Cómo se relacionaban la gran industria y las pymes?

–En aquel entonces, todas las industrias derramaban sobre infinitas pymes que prestaban servicios a los astilleros, al ferrocarril, a la industria aeronáutica incipiente, en Córdoba, a la industria automotriz. A la vez, la fortaleza del campo generó una agroindustria en Córdoba y Santa Fe.

–¿Y respecto de la generación de empleo?

–Todo ese derrame impactaba sobre las pymes y la posibilidad de que dieran trabajo. Existía un mercado interno pujante por el consumo de los empleados que tenían buen ingreso. Eso generaba a su vez servicios, comercios, industrias menores que impulsaban el desarrollo de esta clase media. También es cierto que eran tiempos controvertidos políticamente, Perón estaba en el exilio y proscripto.

–¿Cómo le fue a la CGE durante los gobiernos militares?

–Siempre los gobiernos no peronistas y las interrupciones a la democracia afectaron directamente a la CGE que, por ejemplo, estuvo sin actividad desde el 1955 a 1958. En 1976, el 24 de marzo se produjo el golpe y al día siguiente la tapa de Clarín informa que regía el estado de sitio y que estaban intervenidas la CGE y la CGT.

–¿Qué fue el Pacto Social en la Argentina?

–Fue un acuerdo entre la producción y el trabajo que definió la política económica de los primeros tramos del gobierno peronista de Héctor Cámpora y de la tercera presidencia de Juan Domingo Perón. Participaban empresarios nacionales, trabajadores y el Estado. Era un programa de desarrollo económico y social. Veníamos del gobierno de Onganía, del Cordobazo, de una gran inquietud gremial. Se proponía restablecer la paz social en el nuevo orden democrático.

–¿Cuál fue el papel de la CGE?

–La Confederación impulsó el diálogo para dinamizar la producción sin que se resintiera por todos los avatares políticos. El fundador de la CGE, Gelbard, llegó a ser el ministro de Economía de gobiernos peronistas. Era extraordinaria la fuerza, la potencia de ese hombre. Era el tipo de persona que hoy necesitaríamos para reconvertirnos y salir nuevamente con esta bandera productiva.

–¿Cuál es la situación en la actualidad?

–Las pymes son grandes generadoras de empleo porque rápidamente reaccionan cuando algo es propicio, pero también son las que se caen primero a la hora de la crisis. Claro que estamos en otro momento histórico, antes no existía toda la asistencia social que existe hoy. Tampoco existe la industria que generaba actividades ligadas. Antes uno podía plantearse “voy a ser proveedor de Acindar”. Hoy plantar una máquina, instalar una actividad, generar algo productivo exige proyectar a 20 o 25 años. Hay que pensar mucho una inversión que genere de 15 a 30 puestos de trabajo.

–¿Por qué?

–Hay que pensar a largo plazo sabiendo que cambian permanentemente las reglas de juego, la presión impositiva. Hay que convivir con la industria de juicio laboral, la imposibilidad de tener mano de obra real, concreta y constante. Es difícil pensar en una nueva generación de pymes en el contexto en el que estamos trabajando.

–¿Y cuál es la situación como entidad gremial?

–Bajo el gobierno de Macri, nuestra entidad fue apagada, literalmente. Mi tarea es recuperar el apoyo de las entidades gremiales provinciales que por mil razones tomaron rumbos diferentes. Estamos trabajando para reinstalarnos como referencia gremial.

–¿Hay un correlato entre las dificultades empresariales y las de los trabajadores?

–El trabajo es un tema, porque la precariedad se fue instalando de a poquito. El porcentaje importante de mano de obra que no está en blanco genera una economía no declarada, que se instala en algunos sectores por supervivencia. Aquel que recibe una asistencia del Estado y, por otro lado, aquel que no la recibe, tienen que recurrir a integración de medios de subsistencia que no son lo que correspondería. Quien está expuesto recibe mayor presión fiscal porque el Estado necesita recaudar, y solo puede recaudar de quien está registrado. Del que está parado de pechito, digamos. Sin embargo, aunque la crisis resienta el trabajo de las pymes hay muchas que están muy bien, que trabajan con profesionalismo destacado, que incorporan tecnología. Necesitamos permanente capacitación, sabemos que el conocimiento se duplica cada dos meses.

–¿En qué términos se debería dar un pacto social?

–Necesitamos un pacto social que garantice, por un lado, la posibilidad de producir, y por el otro, bienestar. No podemos seguir aceptando que crezca la informalidad. Está bien la asistencia porque se necesita contener socialmente y porque también impacta en lo productivo, porque las personan que reciben ingresos consumen. Pero no puede continuar la inflación, que es una fábrica de pobres, ni la desintegración del aparato productivo. En la industria tenemos el mismo número de empleados que en 1976. Entre todos los sectores tenemos que construir un nuevo paquete de leyes que estructuren la actividad productiva, promocionen la instalación de nuevas pymes y garanticen la seguridad jurídica y la continuidad. También es necesario un replanteo con los sindicatos para rever el rol del trabajador desde otro lugar.

–¿Incluye la recuperación del salario?

–Necesitamos que el trabajador tenga mayor capacidad de ingreso porque lo que producimos lo consumen trabajadores de otra pyme. Y para nosotros, una economía social sana tiene que ver con la generación de puestos de trabajo genuinos. Por lo tanto, habrá que cambiar las condiciones macroeconómicas, capacitarse para mejorar la performance de la empresa y sus empleados. Regenerar los conocimientos del empresario y del sindicato, incorporar tecnología. Y tomar acciones en defensa de lo propio.

–¿Cómo ves el futuro?

–Octubre es una incógnita. Los votos a las tres fuerzas tienen una pequeña diferencia. No hay nada cerrado. El factor económico y la inseguridad determinaron que el peronismo sacara un número que no se corresponde con su historia. No veo grandes dificultades para mejorarlo.

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Olga Viglieca
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