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Caras y Caretas

           

Las venas abiertas de la patria

Ya no se trata de collares, de abalorios. Las baratijas de vidrio de colores que los españoles usaban para conquistar el asombro de los mexicas. Ya no se trata de la cruz de plata y de madera, del miedo a lo sobrenatural que sometía al espanto de la esclavitud a los incas. Antes, claro, de que los pasaran al brutal exterminio de las armas, del látigo y la esclavitud. Ahora, se trata del dólar, de millones de dólares esparcidos, y prestados a la administración Macri, por ejemplo, que fueron a engrosar las arcas de los grupos empresariales fugadores sistemáticos de la riqueza de los argentinos. El engaño, a través de millones de fake news y del control de los mecanismos monopólicos sobre bienes y servicios por la burguesía agrofinanciera local, enlazada en la fuga de dólares con los grandes fondos de inversión. Ahora van por el litio, la energía limpia presente en la industria de funcionamiento de pilas, transistores, conectores, de transporte y comunicación, como fueron secularmente por los alimentos, o por el carbón y el petróleo, como irán también por las cuencas de agua. La Argentina es una presa apetitosa: uno de los diez primeros en alimentos, una de las principales cuencas de agua dulce y, junto con Bolivia y Chile, el principal dueño de yacimientos de litio del mundo. Con un agravante: la obtención de cada kilo de litio implica el uso de diez mil litros de agua. O sea, este nuevo oro blanco condena a la sequedad de los pueblos. Y los nuevos conquistadores tienen nombre y apellido. Ya no son los Estados nacionales de España, Inglaterra, Francia de los siglos XIX y XX. Se trata de una formación del XXI, con el predominio del dólar como patrón mundial desde el centro imperial emergente, EE.UU., garantía estatal-militar de cualquier saqueo organizado sobre la yugular de la Argentina a través del mecanismo más persistente de nuestra dependencia: la deuda externa. Si no podemos pagar con hambre y ajuste de nuestra gente, deberemos pagar con recursos naturales. La cara privada de esas formaciones de capital gigantescas son los fondos de inversión. En una nota extraordinaria (“Todo hace juego con todo, del litio a los fondos buitre”, Página/12), el senador de Unión por la Patria Oscar Parrilli escribe: “Recientemente se conoció que dos de las tres empresas que explotan litio en nuestro país, Allkem y Livent, se fusionaron creando una única empresa: NewCo. Los principales accionistas de Livent y Allkem son BlackRock, Vanguard, JP Morgan y HSBC. Es decir que los dos fondos de inversión estadounidenses más grandes del mundo, el banco estadounidense más grande y el banco británico vinculado al lavado de dinero del narcotráfico a nivel global, son los principales beneficiarios de las condiciones normativas y regulatorias que rigen la minería de litio en nuestro país (…) BlackRock, en particular, tuvo un rol clave ejerciendo su influencia para que el FMI le concediera el mega préstamo de 45 mil millones de dólares al gobierno de Macri (…) BlackRock es el mayor fondo de inversión del mundo, gestiona activos por 9 billones de dólares. Tiene acciones y directores en casi todas las corporaciones más importantes del mundo. Su poder reside en la capacidad de administrar una gran cantidad de liquidez, lo que le otorga un poder sistémico de lobby e influencia sin precedentes. Para comprender la magnitud, solo China y EE.UU. tienen un PBI superior al de los activos que maneja BlackRock. Este mega fondo de inversión tiene influencia en la Reserva Federal y la Secretaría del Tesoro de EE.UU., encargada de representar a ese país ante el FMI”. Y algo más: en los principales medios de comunicación del mundo, incluidos los más grandes de la Argentina.
El texto del senador precisa con notable claridad que la deuda externa es el arma con la que vienen hoy por nuestros recursos naturales. No es nuevo este comportamiento de los imperios, excepto que ahora, los Estados nacionales tienen un rol subordinado a la reproducción del dinero no como producto del valor del trabajo sino como masas de especulación financiera cuya decisión es rasgar, como buitres, cada vena, cada arteria, de sus presas. Impedir la sangría, el saqueo, con una legislación y control atinados del Estado, que no descarta la resistencia, como la del pueblo de Jujuy, que defiende parte del territorio ancestral del agua y el litio, es la batalla que ya está en curso.

Escrito por
Maria Seoane
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