Con varios avances y algunos estancamientos legislativos, el diputado nacional Leonardo Grosso afirma el buen posicionamiento del país en materia de legislación medioambiental, pero, a la vez, asegura un déficit en su aplicación y control. Critica el accionar de la oposición y de los gobernadores del Norte Grande frente al proyecto de Ley de Humedales, y manifiesta que hay que declarar al litio recurso estratégico de manera urgente. “No estamos ni ganando mucha plata ni defendiendo nuestra soberanía nacional”, sentenció sobre el metal preciado a nivel mundial.
–Como presidente de la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano de la Cámara de Diputados, ¿en qué puntos creés que se logró avanzar?
–La legislación medioambiental en Argentina tiene un piso relativamente alto. Dos leyes fundamentales que logramos impulsar fueron la Ley Yolanda, que es un reflejo de la Ley Micaela pero en materia ambiental pensando en la formación de los tres poderes del Estado, y la Ley de Educación Ambiental. Esta última fue clave por ser obligatoria en el plan de estudios educativo. Los estudiantes de todos los niveles ahora incorporan conceptos y cuestiones ambientales con el objetivo de construir las condiciones para ese cambio de paradigma que hay que hacer para cuidar el ambiente y entender los niveles de crisis que maneja el planeta en términos ecológicos. Otro punto destacado fue la mal llamada Ley del Fuego, que nos permite evitar los incendios intencionales para transformar esos lugares en paraísos inmobiliarios.
–¿Cómo ves a la Argentina en esta materia, comparándolo con otros países?
–La Argentina tiene una buena legislación. Tenemos la Ley de Bosques, la de Glaciares; nos falta obviamente la de Humedales, pero tenemos una buena base, mucho mejor que la del resto de los países de la región. El problema es otro, es lograr que esa legislación se aplique. Por ejemplo, es muy buena la Ley de Bosques, y sin embargo somos el segundo país después de Brasil con más deforestación, resultado de la presión que ejerce el negocio agropecuario y particularmente la soja.
–¿Solo el agronegocio es responsable de que no se pueda avanzar con la Ley de Humedales?
–No únicamente. De hecho, ahora es mucho más responsable el negocio del litio. Lo vimos con los gobernadores del Norte Grande: los propios y los ajenos bloquearon la posibilidad de regular, con esa vocación de colonia que tienen y que siempre menciona Cristina Kirchner. Muchos dirigentes se ponían contentos porque Chile había endurecido las leyes de cuidado ambiental, entonces eso significaba que las empresas multinacionales iban a venir a Argentina porque teníamos leyes más flexibles. Eso pasa con nuestra dirigencia política provincial, hay una vocación de colonia impresionante. Los corrieron las empresas dueñas de litio y no se pudo debatir una ley que proteja esos ecosistemas.
–¿Cuál es la situación actual del proyecto, después de más de una década?
–El PRO tiene el dictamen de mayoría gracias a los diputados del Norte Grande que no quisieron acompañar nuestro proyecto. La gran mayoría de la oposición y una parte del peronismo no quiere que haya regulación de humedales: los del PRO, más vinculados al campo; los peronistas, más vinculados al litio.
–El debate central, hoy en día, pasa por el famoso triángulo del litio. ¿Vienen por eso?
–Hoy nuestros recursos naturales son muy baratos para el mundo. Además, tenemos una subordinación económica que generó la deuda externa con el Fondo Monetario Internacional. Ese combo da como resultado una flexibilización ambiental en marcha que no nos permite discutir políticas de Estado que protejan nuestros ecosistemas para pensar el presente, pero, sobre todo, el futuro económico de la Argentina. Y eso se recrudece con el tema del litio. Cobramos exiguas regalías a las empresas. Chile cobra cerca del 40 por ciento de regalías; nosotros cobramos tres por ciento provincial y 4,5 por ciento de retenciones de Nación: o sea, 7,5 por ciento contra 40 por ciento. Hay una gran diferencia y hay un gran negocio. Chile, aunque endurece las leyes de protección ambiental, exporta más litio que la Argentina. Tenemos que debatirlo profundamente, porque no estamos ni ganando mucha plata ni defendiendo la soberanía nacional.
–¿Falta más control que regulación? Se habla de subfacturaciones, de declaraciones juradas poco creíbles de las empresas…
–La Constitución de 1994 hizo una de las peores cosas: establecer que el cuidado de los recursos naturales sea de las provincias. Lo debilitó, porque un estado provincial es mucho más débil que una gran empresa multinacional. En Catamarca y en Jujuy subfacturaron y fue un escándalo. Muchas veces tampoco pagaron el canon de agua. Por otro lado, las regalías del tres por ciento se cobran sobre las declaraciones juradas privadas de las propias empresas. Está todo mal eso. Pero el debate tiene que ser profundo. Debemos discutir que no solo se lleven bolsas de litio en polvo, sino cómo elaborar en el país parte de los productos que van a reemplazar, por ejemplo, a los autos tradicionales. Es una discusión que tenemos que dar en este triángulo del litio, junto con Chile y Bolivia.
–¿Qué es lo primero que proponés hacer?
–Primero hay que declarar al litio recurso estratégico. Hay que armar una empresa nacional público-privada, con participación del Estado Nacional, de las provincias y de los sectores privados, y pensar el desarrollo científico-tecnológico que nos permita ir reemplazando productos importados para ponerle valor agregado al litio. Si tenemos el recurso natural que el mundo entero necesita, veamos qué partes de la cadena de valor podemos hacer acá. La Argentina tiene industria automotriz: podemos ir construyendo alianzas con países sin litio, como Brasil, para desarrollar una estrategia y vender autos latinoamericanos eléctricos, en lugar de solo vender bolsas de litio en polvo, y que encima lo cobramos barato. Mientras tanto se están gastando toda el agua de pueblos que están en crisis hídricas hace muchos años.
–¿Qué temas que no están en agenda ves como urgentes?
–El tema del agua. Es la contracara de todo esto. Qué pasa con los ríos, cómo se usa el agua para el fracking. No hay que enamorarse de los recursos naturales creyendo que siempre nos van a salvar. Nosotros necesitamos ver cómo desarrollamos la economía argentina para nuestros intereses, pero no enamorados solo de la jugada de los recursos naturales. Tenemos que tener un proyecto autónomo, que nos permita pensar un desarrollo por y para nuestra región, mirando el cuidado del planeta con perspectiva ecológica.