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Caras y Caretas

           

“El trío de Néstor con Lula y Chávez fue único”

Atilio Borón analiza la mutación de las relaciones internacionales argentinas desde la llegada de Kirchner. La creación de la Unasur como herramienta política estratégica y los indispensables vínculos con otros actores del bloque regional.

Sociólogo, politólogo, analista internacional y escritor de una extensa obra de análisis geopolítico y social de América latina, Atilio Borón rememora el drástico giro que vivieron las relaciones regionales a partir de 2003. El resurgimiento del “bolivarianismo” como bandera, los primeros acercamientos con Lula da Silva y Hugo Chávez, la Declaración de Cuzco, la génesis de la Unasur y el acuerdo de paz en Colombia son algunos de los pilares recorridos.

“Cambió el rumbo por el que veníamos transitando, especialmente en materia de derechos humanos y política internacional. Desaparece, con su muerte, el único que reunía las condiciones requeridas para contener, como ningún otro, la compleja y turbulenta realidad del peronismo”, escribía Atilio Borón el 27 de octubre de 2010, horas después de que la noticia sobre la muerte de Néstor Kirchner derrumbara lo que prometía ser una histórica jornada censal. Hoy, las turbulencias en el movimiento afloran y la presencia de la Unasur está supeditada a un par de elecciones de turno.

–¿Cómo analiza el vínculo de los gobiernos en la región hasta 2003?

–Era una situación muy desalentadora. Lula había iniciado su mandato en un contexto donde era muy escasa la vinculación entre los gobiernos de la región. Más bien se estaba cocinando a fuego lento, y no tan lento, la firma del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), con Estados Unidos presionando muy fuerte. Néstor asume y sintoniza con Lula. Establecen un diálogo muy fecundo y a partir de allí se abre una ventana en Sudamérica con Hugo Chávez. En un principio, el propio gobierno brasileño no estaba demasiado interesado en incorporar a Venezuela en este esquema de integración, no porque Lula no quisiera, sino porque el peso de la Cancillería en Brasil es muy grande y no miraba con buenos ojos lo que ocurría en Venezuela.

–¿En parte, Néstor impulsó el cambio de la política exterior brasileña?

–Ocurre que, desde que llegó, Néstor miró con buenos ojos a Venezuela y, como aliado estratégico de Brasil, logró ese cambio de reorientación en su política, principalmente de la Cancillería. Ese fue un mérito enorme de Néstor, permitió conformar un trípode decisivo y, dos años más tarde, derrotar al ALCA en Mar del Plata.

–¿Antes del “No al ALCA”, a fines de 2004 en la III Cumbre Sudamericana, comienza a emerger la idea de crear formalmente un bloque regional?

–Sí. En realidad, el telón de fondo de todo es el resurgimiento del “bolivarianismo”, en los primeros años de los 2000, como ideología tendiente a lo continental. Eso, claramente, se lo debemos a Hugo Chávez; pero Néstor, primero, y Cristina, después, supieron recogerlo sabiamente en la Argentina. En Cuzco, en diciembre de 2004, se empiezan a sentir los ecos de ese bolivarianismo, y nuestro país, desde allí, rompió una inercia muy refractaria a lo que era la integración latinoamericana, ya que siempre estábamos mirando hacia Europa o Estados Unidos.

–El rol de Néstor Kirchner queda claro, pero ¿qué otros actores fueron fundamentales para el avance del bloque regional?

–Lula y Hugo Chávez, sin duda. Ese trío único fue realmente el que tuvo la virtud de crear, entre otras cosas, la Unasur. Sin desmedro de Evo Morales, Rafael Correa y Fernando Lugo, pero claramente la iniciativa estuvo entre los tres primeros.

–Unasur entra en vigor en 2011, muchos años después, incluso luego del fallecimiento de Néstor y con la Celac ya constituida…

–Claro, la Celac se inicia un año antes, pero se muestra como un foro. Con Unasur el proceso fue diferente, desde el principio se la pensó como una iniciativa mucho más concreta, una expresión de carácter institucional. Esta institucionalización fue clave para avanzar en algo que Kirchner trabajó mucho: el Consejo de Defensa Suramericano. Una iniciativa importantísima para tratar de que las políticas de defensa de nuestros países estén dictadas por los pueblos de Sudamérica y no por el Pentágono, que es lo que venía ocurriendo. La Unasur tuvo un pecado original que la debilita al día de hoy: las resoluciones deben ser votadas por unanimidad, lo cual imposibilita tomar posiciones que no sean administrativas o burocráticas. Es uno de los temas pendientes a
modificar. De todas formas, es un organismo muy importante. Siempre que se crean espacios para fomentar la coordinación de las políticas de los países de la región se tropieza con los bloqueos estadounidenses, ya que cualquier integración, para ellos, debe ser combatida rigurosamente.

–Combatida y desmantelada. Lo hicieron cuando los gobiernos de turno fueron cambiando.

–Bueno, no sorprende. Lo hicieron luego de las derrotas progresistas en la Argentina, Uruguay, el golpe a Dilma, etcétera. Dejaron Unasur sin nada, un sello de goma. El sinvergüenza de Lenín Moreno se permitió vaciar el edificio, que era un orgullo para la región, y hasta sacar la estatua de Kirchner. Los gobiernos de derecha no tienen las dudas y vacilaciones que tienen nuestros gobiernos, avanzan con mucha más fuerza y es muy difícil reconstruir.

–¿Qué otros aliados encontró Néstor en sus cuatro años de gestión por fuera del bloque Latinoamericano?

–Eso es más difícil de responder, porque no encontró muchos otros líderes políticos. Hubo cierta tentativa de acuerdos con gobiernos europeos, pero la verdad es que los resultados no fueron satisfactorios. Trató de buscar apoyos firmes con aquellos que podría haber alguna corriente de simpatía, pero la respuesta de los gobiernos europeos siempre fue muy tibia. Nunca obtuvo el respaldo internacional que se merecía. Esto habla de una clara contradicción, porque discursivamente esos países siempre fueron grandes campeones de las propagandas sobre la integración, pero solo cuando son ellos los que se tienen que integrar. Néstor fue víctima de eso.

–Si tuviera que elegir un acontecimiento político de Kirchner, que a la vez tenga una gran carga simbólica en materia de política internacional, ¿cuál sería?

–Hay muchos, pero uno clave y no tan recordado fue avanzar en las negociaciones tendientes a un acuerdo de paz en Colombia. Sin duda, uno de los logros más importantes y seguramente el más peligroso. Había que poner el cuerpo, había que estar presente en un país donde la vida de las personas vale tan poco. Kirchner lo hizo, y por eso los colombianos tienen un enorme recuerdo de él. Avanzó mucho en ese proceso, a pesar de que contaba con el rechazo del propio presidente de Colombia, Álvaro Uribe, y de todo el bloque conservador. Fueron muchas las intervenciones políticas y a la vez simbólicas de Néstor Kirchner, pero esa marcó un momento clave de su rol en el plano internacional.

Escrito por
Damián Fresolone
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