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Caras y Caretas

           

“Cada nieto es del país, no solo nuestro”

zzzznacp2NOTICIAS ARGENTINAS LA PLATA, AGOSTO 6: Fotografia de archivo de Estela de Carlotto mirando un retrato de su hija Laura en su casa Foto Na: LAURA TENENBAUN zzzz

Titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto sostiene desde hace 45 años una lucha ejemplar y colectiva, en el camino de la memoria, la verdad y la justicia. En este reportaje, da cuenta del trabajo de la asociación que preside y habla sobre su nieto Ignacio Montoya y sobre el enrarecido escenario político de este año electoral.

Estela de Carlotto atiende y de inmediato su voz transmite una alquimia particular: es cálida, firme, optimista. Irradia fuerza, a pesar de ser una persona que vivió una de las peores tragedias que le puede tocar a un ser humano: la desaparición de su hija embarazada a manos de un Estado terrorista; la apropiación de su nieto nacido en un campo de concentración. La presidenta
de Abuelas de Plaza de Mayo tiene 92 años y una energía que envidiaría cualquier joven.
A fines de diciembre de 2022, Abuelas vivió un hecho inédito. Con una diferencia de cinco días, la Justicia confirmó la restitución de la identidad de dos nietos, el 131 y el 132, apropiados durante la última dictadura militar. Si fuera un relato, podría formar parte de Cuento de Navidad, de Charles Dickens. Pero es la vida real.
“En Abuelas cerramos el año con muchísima alegría, compartida por nuestro pueblo y desde el exterior, al encontrar en pocos días a dos nietos –dice Carlotto en esta entrevista con Caras y Caretas–. Ya estaban relacionados con su presunta identidad, pero fueron confirmados por la Justicia, que es la que pone las cosas en su lugar. En esto colaboró también la Conadi (Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad), que fue pedida por nosotras en 1992 al presidente de entonces (Carlos Menem). La Conadi está trabajando desde ese momento con la ciencia y la comunicación para colaborar con el encuentro de los nietos que buscamos.”
–Había pasado cierto tiempo desde el último hallazgo.
–Hacía dos años, en los que en parte habíamos estado trabajando de manera virtual porque no podíamos salir de nuestras casas, que no encontrábamos un nieto. Esto nos llenó de alegría. Finalizamos el año con la gente que nos acompaña, del Laboratorio de Datos Genéticos, los nietos, la Casa por la Identidad de la ex ESMA, la Secretaría de Derechos Humanos. Es una alegría colectiva, cada nieto es del país, no solo nuestro.
–¿Se habían registrado alguna vez dos restituciones de identidad tan cercanas en el tiempo?
–Nunca había pasado. Fue algo… decirle “milagroso” es demasiado religioso, pero fue una casualidad muy especial. En la Casa por la Identidad hay un cartel que va señalando el número de nietos. Estábamos en el 130 y en un acto con algunos amigos y personas de los organismos cambiamos el 0 por el 1. Pero cuando hubo que cambiar el 1 por el 2 parecía algo fuera de toda lógica. Hacía años que estos dos nietos estaban tratando de resolverlo. Pero la distancia, los inconvenientes, las dudas, las dificultades habituales, las familias que los tienen apropiados y la propia Justicia, que tarda más de lo debido, lo habían retrasado.
–Abuelas ya tiene 45 años. Si hubiera que marcar etapas de ese recorrido, ¿cuáles serían?
–Todos estos años fueron de aprendizaje. Las que salimos a buscar a los hijos y los nietos no teníamos experiencia de organización. Éramos maestras o profesionales. Y cuando tuvimos la sospecha de que la hija o el hijo que no volvieron habían sido secuestrados, no sabíamos que había campos de concentración ni la manera brutal en que eran torturadas estas víctimas políticas. Formamos una asociación que ya es una familia. Y no hubo egoísmos. Buscamos a los nietos de todas, no solo al propio. Somos muy distintas unas de otras y quedamos poquitas. Yo tengo 92 años. Algunas de las abuelas tenían más edad que yo y otras un poco menos. Quiero decir que somos mujeres mayores, pero ya tenemos el relevo. El día que no estemos, tenemos la Comisión Directiva formada por nietos restituidos y hermanos de los nietos que faltan, que los seguirán buscando.
–¿Qué períodos puede marcar en estas más de cuatro décadas?
–Durante la dictadura era el riesgo y no nos importaba. Salíamos igual. Teníamos distintas estrategias. Cometimos muchos errores. Nos dimos cuenta de que no podíamos reconocer a un nieto a la salida de una escuela. Esto nos llevó a crear el Banco Nacional de Datos Genéticos, que es único en el mundo. Fuimos aprendiendo, reformando, viajando al exterior. Hemos ido a lugares más cercanos y a otros muy alejados. Estuvimos en la ONU, Amnistía Internacional, Cruz Roja, entre otros. Fuimos haciendo conocer la situación. Suponíamos que muchos depredadores se podrían haber ido del país con los nietos y de hecho encontramos nietos en el exterior. En la recuperación democrática, [Raúl] Alfonsín asumió en un país en el que todavía las Fuerzas Armadas tenían mucho poder. Cada gobierno hizo lo que pudo; algunos más, otros menos. Prefiero no meterme a señalar. Hay políticos expertos que marcan quién hizo el daño y quién no. Pero todos los presidentes democráticos nos recibieron y les pedimos qué necesitábamos del Estado. Aunque los gobiernos que más abrieron las puertas para nosotras fueron los de Néstor y Cristina. Luego tuvimos otra gestión que empezó diciendo que éramos un curro (N. de la R.: se refiere a las declaraciones del ex presidente Mauricio Macri). Y ahora tenemos otro gobierno elegido y cumplimos la etapa democrática más larga de nuestra historia. Lo digo
con orgullo porque el pueblo fue creciendo.
–Más allá del respaldo o no de los gobiernos, sin Abuelas nada de esto habría ocurrido.
–Nosotras somos las que llevamos adelante la tarea. Pero si el Estado escucha y colabora, con una Justicia clara, rápida, que no diluya los delitos graves, como es haber robado un bebé de un campo de concentración para matar después a la madre, el avance es mayor. Es un tiempo en que hay que saber aprovechar los espacios de recepción y luchar contra los que son negativos o cómplices. A cada presidente lo hemos respetado. Cuando el presidente anterior al actual asumió, le pedimos una audiencia y nos contestó que no tenía tiempo para atendernos y que nos manejáramos con la Secretaría de Derechos Humanos. Ahora tenemos de nuevo un gobierno que tiene las puertas abiertas para este tema. Ojalá sigamos teniendo gobiernos realmente democráticos que entiendan que esto no termina. Que se va a seguir buscando siempre a esas personas que han sido robadas al momento de nacer o siendo niños. Es una llaga enorme la que tiene la Argentina. Pero el orgullo es la lucha, en paz, sin rencores, con justicia, y que a fin del año pasado nos dio la satisfacción del encuentro de dos nietos.
–Hace poco más de ocho años se restituyó la identidad de Ignacio Montoya Carlotto, su nieto, el hijo de Laura. ¿Cómo es hoy la relación cotidiana con él?
–Él está totalmente integrado a nuestra familia. Vino para las fiestas con su hijita y su esposa. Es un muchacho con una personalidad propia. En la crianza que tuvo no entendía la diferencia de su pensamiento con el de las personas que lo criaron, que era gente de campo, sin formación, a quienes un militar les dijo que les iba a traer un nene porque ellos no podían tener hijos. Y también les pidió que nunca debían decir que no era de ellos, cosa que cumplieron. La relación con Ignacio es buena. Tenemos diferencias sobre las víctimas y los victimarios. Pero él ha entendido y va recuperando su historia.
–En las historias de los nietos, además del parecido físico, hay coincidencias con los padres desaparecidos en la vocación, los intereses. Son aspectos de una persona que, en principio, se adjudicaría al entorno de la crianza, sin embargo…
–No es un misterio. Es la identidad propia de papá y mamá. Hay jóvenes que hacían cosas, gustos de comida, de música, que no tenían nada que ver con su entorno. Mi nieto, por ejemplo. Esa familia que lo crió no tenía nada que ver con la música, que él eligió cuando se vino muy jovencito a Buenos Aires para estudiar en un industrial. Y él tenía todos estos intereses. Es una mezcla de todos nosotros. Muchas veces, cuando encontramos a los nietos y ya tenemos más confianza, nos cuentan que tenían vocaciones que no coincidían en nada con su entorno. Hay herencia cuando una persona viene al mundo. Eso también fue digno de ser estudiado.
–Antes mencionó el relevo. ¿Percibe que la lucha de Abuelas es un ejemplo para las nuevas generaciones?
–Por supuesto. Nosotras hacemos, con el Ministerio de Educación, por ejemplo, todo lo posible para que nuestra historia, que en algún momento se quiso borrar, se conozca de la forma en que convenga darla a quien la escucha. En los jardines de infantes hablamos de esto como si fuera un cuento. Y los chiquitos preguntan en su casa y de esa manera la familia habla del tema. El trabajo de Abuelas es muy profundo en la información, la comunicación, la visibilidad de todo lo que hacemos. En los medios, las escuelas y todos los lugares a los que nos inviten.
–Hubo hechos en los últimos meses, como el intento de asesinato contra Cristina Fernández o su proscripción política, que parecen poner de manifiesto una ruptura del pacto democrático argentino. ¿Cómo ve la situación?
–Es un momento difícil. Estamos entrando en el año de las elecciones, y los malos políticos, los malos jueces, hacen trampas. Dicen cosas que no son ciertas y hay personas que las creen. Es un momento crucial. No tiene que haber violencia. No tiene que haber odio. El odio que hay en algunas personas es imposible de sostener. Y la maldad en algunas acciones, como interrumpir el accionar del Congreso o lo que pasa con el Poder Judicial… Acá tenemos una democracia y hay que cuidarla. El odio hay que tirarlo a la basura. El amor por el otro es lo que nos va a unir. El que piensa distinto no es un enemigo.
–¿La ruptura del pacto democrático es por el odio?
–Sin duda. ¡Lo que no han hecho para eliminar a Cristina! De hecho la quisieron matar. Yo la llamé esa noche porque es como una hija nuestra. Entró a su casa sin haberse dado cuenta de que había tenido una pistola al lado de la cabeza. A partir de eso para ella es una situación muy difícil, parece que quieren enloquecerla o matarla. Y no lo vamos a permitir. No sé si estos señores que organizan estas maldades se dan cuenta de que el pueblo argentino no va a permitir semejante espanto.
–¿Qué perspectiva tiene para este año?
–Soy optimista. Tenemos democracia. Hay que festejarla. Hay que seguir manifestándonos desde nuestra lucha por una democracia plena. No nos odiemos por pensar distinto y corrijamos a los que quieren imponerse por la violencia.

Escrito por
Demián Verduga
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