La primera vez que Lucas Varela tuvo contacto con la obra de Héctor Oesterheld fue en los años 80, a través de un especial de los Libros de Fierro. En la tapa estaban los dibujos de Ernie Pike y El Eternauta, dos de los personajes emblemáticos creados por Oesterheld. Sin embargo, recuerda Varela, en ese momento las tiras no le produjeron “gran cosa” y las tomó como una lectura “vintage” y de “valor patrimonial”. “Sólo me interesaban Moebius y Bilal”, cuenta. Los años pasaron, la década mutó hacia los neoliberales años 90, y poco a poco Varela fue comprendiendo el valor de Oesterheld y su narrativa. “Me puse a leer El Eternauta, hecho que vino acompañado de un impacto certero, sin lugar a dudas”, recuerda. La lectura de esta obra clave en la historia cultural de la Argentina fue a través de una edición fragmentada que salía cada semana en los kioscos de los canillitas. “Así que lo leí en forma episódica, como fue pensada”, dice.
Varela es diseñador gráfico, infografista, ilustrador e historietista. Sus obras fueron publicadas en medios como Clarín, La Nación, TXT, Fierro y Rolling Stone. Para la revista infantil Genios, y bajo el seudónimo Mr. Zombi, ha realizado Ele, con guion de la dupla Trillo-Maicas. Para La Nación Revista, junto al dibujante Gustavo Sala, creó Lolypop. Desde París, en donde reside en fo ma permanente desde 2012, Varela repasa el camino serpenteante que lo acercaba y alejaba de Oesterheld. Su andar en el mundo de la gráfica había comenzado por otros andariveles. Varela arrancó como diseñador gráfico en la revista Comiqueando, adonde había llegado por casualidad. Allí empezó a relacionarse con el mundo de la historieta. Mientras se ganaba la vida haciendo infografías para el diario Clarín, se encargaba de la producción artística de la publicación-fanzine Kapop. Luego de un largo recorrido por el under, el reconocido historietista Carlos Trillo lo convocó para dibujar El cuerno escarlata (2008), El síndrome Gustavino (2009) y Sasha despierta (2011). Mientras tanto, Varela realizaba trabajos propios que compiló en Estupefacto (2006) y Matabicho (2009). Ya en Francia, publicó Paolo Pinocchio, Diagnósticos (junto a Diego Agrimbau, 2013) y El día más largo del futuro (2016); las dos últimas publicadas en España por ediciones La Cúpula. Actualmente, colabora con sus ilustraciones para el periódico Financial Times.
Varela reconoce que la lectura de El Eternauta y Mort Cinder lo “marcaron”, pero en su momento no le produjeron mucha influencia en la forma de encarar el oficio: “Así que pido disculpas de antemano a todos los incondicionales del maestro. Cuando comencé a hacer mis primeros trabajos, mis influencias eran otras, alejadas del estilo solemne de Oesterheld”. Con el correr de los años, Oesterheld fue creciendo en su interior: “Hoy en día, donde ciertos cinismos intelectuales quedaron atrás, tengo más capacidad para apreciar su maestría y para sentir una enorme compasión por su trágica y criminal desaparición”. Varela fue elegido para ilustrar la tapa de la última edición de El Eternauta, de Doedytores. “Espero haber estado a la altura”, dice.
–En términos históricos, ¿qué representa Oesterheld para la historieta y el arte gráfico en general?
–El aporte a la historieta argentina es inmensurable y su obra trasciende las barreras prejuiciosas hacia la historieta como expresión cultural. Estéticamente hay que señalar que el aporte viene más del lado de los grandes dibujantes con los que se asoció. El estilo de voz en off interminable ya no se usa hoy en día porque hay una evolución del lenguaje de la historieta. Eso no quita el enorme placer que brinda leer hoy sus historias.
–¿Cuáles son sus creaciones que más le gustan y cuáles de ellas le han servido como inspiración?
–Sin duda, El Eternauta, Mort Cinder y Sherlock Time. Estas dos últimas gracias a las ediciones de Colihue, a pesar de esas horripilantes tapas naranja. Salvo El Eternauta, las demás obras de Oesterheld se merecen ediciones que estén a la altura del material. Mientras sus obras no tengan la edición que se merecen, todo homenaje queda un poco deslucido para mí.
–¿Por qué cree que la obra de Oesterheld sobrevivió al paso del tiempo? ¿Qué nervio tocó de la sociedad?
–Creo que sus historias son muy cautivantes y Oesterheld supo utilizar el arquetipo del héroe de forma excepcional. Y la magia, sí, tenía mucha magia para contar. En el imaginario colectivo creo que su figura solemne y trágica lo convierten en mármol. Hay una gran historieta de El Niño Rodríguez, donde unos jóvenes deben decidir con qué tema van a abrir el primer número de un fanzine que intentan publicar. Uno saca el tema Oesterheld. Inmediatamente salta otro diciendo: “¡Otra vez sopa!”.
–Usted ya tiene una amplia trayectoria. Con el paso de los años, ¿sigue recurriendo a él?
–No puedo decir que el maestro me acompaña aquí donde estoy viviendo, fuera del país. Todos mis libros los abandoné cuando me fui, y entre ellos estaban los de Oesterheld. Entiendo este sacrificio como un hecho necesario para encontrar significado a mi decisión de partir. Así que me conecto con su obra en forma de homenaje. Hace poco tuve el honor de dibujar la tapa para la última edición de El Eternauta de Doedytores. Espero haber estado a la altura.