“El 5 de mayo de 2010, Néstor Kirchner llegó al Congreso de la Nación para participar por primera vez de un debate parlamentario. El único tema era la Ley de Matrimonio Igualitario, y lo hizo luego de ser designado como secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Bajó al recinto, se sentó a la derecha del jefe del bloque del Frente para la Victoria, Agustín Rossi, pero no habló. No hacía falta. Levantó su mano (y la de muchos/as legisladores/as) para la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario. El día que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner promulgó la ley, me acerqué, le pedí que se parara para darle un abrazo y le dije ‘muchas gracias’. Él contestó ‘gracias a ustedes por su lucha’”. La frase pertenece a César Cigliutti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) desde 1996. “Ese es Néstor Kirchner –remata–. Por eso tiene todo el reconocimiento de la CHA y de toda nuestra comunidad LGBTI”.
El 2010 estaba destinado a convertirse en un año clave. Como 2001, que marcó el fin de la larga década neoliberal de los noventa. O 1983, que puso fin a la dictadura militar e inauguró la “primavera democrática”. O, por qué no, ese tan movido y apasionado 1973, que fue como una montaña rusa para todos los argentinos. El año X también quedará en la memoria de los millones de argentinos y argentinas que lo vivieron. Por supuesto que los años políticos no se llevan muy bien con los calendarios. Quizá por eso el año 2010 haya empezado la noche del 29 de junio de 2009, cuando el ex presidente Néstor Kirchner reconoció la derrota y decidió fugar para adelante: Ley de Asignación Universal, Ley de Medios y Movilidad Jubilatoria se sumaron a las políticas de nacionalización de Aerolíneas Argentinas y AFJP del año anterior. Pero 2010 empezó caldeado.
Pelea de fondo con el Grupo Clarín; la presidenta Cristina Fernández de Kirchner debió poner en caja a Martín Redrado, por entonces titular del Banco Central, que se había atrincherado en el despacho desobedeciendo al Ejecutivo; continuó con una fuerte discusión con las jerarquías de Iglesia católica por el tratamiento de la Ley del Matrimonio Igualitario; la sanción de esa ley; continuó con el Bicentenario monumental y popular de la avenida 9 de Julio, y hacia fin de año sacudió el andamiaje político con la muerte del propio Néstor Kirchner.
Pero ese mayo fue trascendental para la democracia argentina y la ampliación de derechos de gran parte de la ciudadanía. Néstor Kirchner había sido elegido flamante secretario general de la Unasur. La noche en que se trató la Ley de Matrimonio Igualitario, el ex presidente, como jefe del Partido Justicialista, ingresó a las 21 en la Cámara de Diputados y se recluyó durante varias horas en su despacho. La situación no era fácil. El PJ estaba dividido. En un primer momento se discutió la posibilidad de que hubiera “libertad de conciencia” en el bloque oficialista, pero finalmente, por lo ajustado de la votación, se decidió por la “disciplina partidaria”.
La importancia de la ley y la profundidad del debate con la Iglesia y los sectores más conservadores de la sociedad ejercían presión sobre algunos legisladores del propio peronismo vinculados con la fe católica. Por esa razón, Kirchner manejó a la precisión los tiempos de la votación. Fue tan profundo el debate que esa fue la única sesión de diputados en la que el ex presidente tuvo un gran protagonismo. Y el mensaje fue claro: la ley debía salir o salir. Por eso a la una y media de la madrugada bajó al recinto, saludó y levantó su mano a favor de la histórica Ley del Matrimonio Igualitario. Minutos después, la norma era aprobada y la Argentina daba un salto gigante en materia de derechos civiles e individuales.
Al salir del recinto, Kirchner dialogó unos minutos con la prensa: “La Argentina dio un paso trascendente. Hablo desde mi formación religiosa, católica, pero aspiramos con todas nuestras fuerzas a que la Iglesia se modernice y no repita viejos pecados. Es un crecimiento democrático. Y ahora hay que seguir ampliando derechos, por ejemplo con la ley de identidad de géneros”, prometió. Y a su manera cumplió. Dos años después fue promulgada. Pero Néstor Kirchner había muerto en ese año X, tan contradictorio y fecundo.