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Caras y Caretas

           

LA CANTORA DEL PUEBLO

Mercedes Sosa fue una artista comprometida con su tiempo. Y así lo plasmó en su obra, donde puede advertirse su adscripción al movimiento del Nuevo Cancionero, y en su filiación política al Partido Comunista.

Mercedes Sosa fue, es y será una referencia ineludible a la hora de pensar el arte comprometido en nuestra América. Si bien no resulta un caso aislado, su voz se convirtió en un símbolo de la denuncia de la injusticia social y la lucha por los derechos humanos, que aún hoy, a diez años de su partida física, sigue inspirando a quienes consideran el arte como un terreno difícil de sustraerse de la realidad de las personas.

No hace falta ser historiador para conocer, en mayor o menor medida, los aires de radicalidad y compromiso político que atravesaron a la Argentina, aunque también al continente, en las décadas de los 60 y 70. En el terreno del arte, los senderos abiertos por Atahualpa Yupanqui en décadas anteriores fueron una monumental influencia para las generaciones de folkloristas posteriores, entre ellos quienes como Mercedes Sosa formaron parte del Manifiesto del Nuevo Cancionero. En contraste con el folklore promovido por las clases dominantes y el Estado en las primeras décadas del siglo XX, en donde el rescate de “lo nuestro” y “lo patrio” se presentaba más como una respuesta de elite al aluvión inmigratorio que como una preocupación por el hombre y la mujer de carne y hueso, el Nuevo Cancionero ponía al pueblo, como sujeto colectivo, en el centro de la atención de los artistas. Los nutrientes y protagonistas del nuevo clima político y cultural incluyeron a músicos, escritores, artistas plásticos, bailarines, editores, actores y poetas, que comenzaban a mechar, entre guitarreadas y recitados, discusiones sobre política. Quizá fue el folklore uno de los ámbitos privilegiados de estos encuentros, como podemos ver en las varias portadas que artistas de la talla de Carlos Alonso, Antonio Berni, Ricardo Carpani o Juan Carlos Castagnino realizaron para los discos de Mercedes o César Isella, por citar sólo dos ejemplos.

Así, frente a quienes consideran el arte como un “adorno”, como una creación sólo producto de la “inspiración individual”, como objetos producidos solamente para deleitar nuestros sentidos, Mercedes Sosa practicó el arte como un producto social, cuyo objetivo no es simplemente, aunque no lo excluye, el deleite de nuestros sentidos sino la acción sobre la conciencia de los hombres en determinados asuntos. Porque el artista no está “por encima” de esa realidad sino que es parte de ella, y eso indefectiblemente, sea consciente el artista o no, incide en la forma de ejercer su profesión. Y con su arte, indudablemente, buscó incidir en la conformación de subjetividades sensibles a determinados problemas de la realidad, contribuyendo a abrir posibilidades para su transformación. Así lo entendió Mercedes. Por eso fue, es y será una artista revolucionaria.

LA MIRADA SOCIAL

Hija de madre lavandera y padre zafrero, su casa natal en Tucumán fue el primer contacto de Mercedes con la realidad del pueblo trabajador: “Yo aprendí en ese origen, de esas vidas, de esa realidad que me rodeaba y determinó mi compromiso con el sufrimiento humano, con el destino del hombre en el mundo. Un compromiso con uno mismo y con los demás –enfatiza Mercedes entrevistada por la revista Acción–, que no sea de la boca para afuera, y en el cual sólo la dosis de verdad que se es capaz de imponer a cuanto se dice puede avalar nuestra proyección artística”.

Si bien a los 18 años cantó en algunas oportunidades para el naciente Partido Peronista, Mercedes explicó en una oportunidad: “Siempre me preguntan o me dicen que por qué me compliqué tanto la vida con el comunismo, que por qué no me hacía peronista y listo el pollo. La razón es que pronto me di cuenta de que el peronismo no tiene nada que ver con la izquierda. Y si no, no hubieran terminado de socios como pasó con el menemismo o la UCeDé. Yo fui peronista un ratito porque mi papá era peronista y mi mamá y mis hermanos también. Pero esto, más que una ideología, fue un sentimiento. Siempre se lo respeté a ellos. Ellos también me respetaron a mí”.

Apenas un par de años después, en 1957, conocería a Oscar Matus, quien será decisivo en su vida afectiva, artística y política, especialmente a partir del traslado de la pareja a la ciudad de Mendoza.

LA MILITANCIA COMUNISTA

En Mendoza, los encuentros con figuras como el escritor y periodista Astur Morsella, el plástico Enrique Sobisch, el gran Carlos Alonso, entre otros, eran espacios de lecturas y debates sobre cultura y política. Así, desde estas discusiones, con la gran influencia de comunistas como Benito Marianetti, Ángel Bustelo, Florencia Fossatti y Cora Cejas, y la práctica militante de personajes como Ramón Ábalo, mucha gente se acercó a la esfera de influencia del Partido Comunista. Entre ellos, Oscar Matus y Mercedes Sosa. También fue el caso del gran poeta Armando Tejada Gómez quien, tras un viaje en 1959 a la URSS, Francia, Checoslovaquia y China, decidió afiliarse al Partido Comunista.

La voz de Mercedes continuaba conmoviendo a quienes la escuchaban, y desde su círculo más cercano la convencieron de la necesidad de trasladarse a Buenos Aires para desarrollar su carrera. Así fue como en 1958 ella y Matus llegan a la gran ciudad, en donde se presentarían en peñas y centros culturales, muchos de ellos de la órbita del PC. En 1959 Mercedes graba su primer disco, Canciones con fundamento, en el que quedaría plasmada su visión del arte con claro compromiso social y político, sellado luego como acto colectivo en el Manifiesto del Nuevo Cancionero, ideado por Matus y Tejada, redactado en enero de 1963 y firmado inicialmente por Mercedes Sosa, Oscar Matus, Armando Tejada Gómez, Juan Carlos Sedero, Tito Francia, Horacio Tusoli y Víctor Nieto, entre otros, y abrazado luego por figuras como Víctor Heredia, Ramón Ayala, Marián Farías Gómez, Los Trovadores, el Cuarteto Zupay, Luis Ordoñez, el Dúo Salteño, Buenos Aires 8, Horacio Guarany, Ariel Petrocelli, Contracanto, Chito Cevallos, Ángela Irene, Los Andariegos, José Ángel Trelles, Rosa Rodríguez Gerling y Hamlet Lima Quintana.

El segundo compañero de Sosa, Pocho Mazzitelli, también militante del PC y a quien conociera en su primera gira por la URSS, será decisivo en su crecimiento artístico, ideológico y político, y en su apertura hacia otros géneros musicales.

Abrazaría entonces esa ideología que la acompañará hasta el final de sus días. En su compromiso con los derechos humanos, la libertad de los presos políticos y la solidaridad internacional, Mercedes acompañó con su arte diversos festivales para recaudar fondos, sembrar conciencia y solidarizarse con los mártires de nuestra América.

Escrito por
Alexia Massholder
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