Por Mabel Bianco. Médica. Presidenta de la Fundación para el Estudio y la Investigación de la Mujer
El 10 de diciembre de 1983, cuando el presidente Raúl Alfonsín asumió el gobierno, su prioridad fue la recuperación de los derechos humanos negados y abolidos por la cruenta dictadura militar. Entre ellos, los derechos de las mujeres fueron de los primeros que surgieron; los grupos feministas que hasta ese momento operaban en las sombras se visibilizaron. Ya en la campaña, Alfonsín se refirió a la discriminación que padecían las mujeres a través de la patria potestad como un ejemplo patético del no reconocimiento de derechos ni siquiera en relación con los hijos. Desde los comienzos se desarrollaron propuestas por grupos de mujeres radicales y otros mixtos que planteaban la recuperación o reconocimiento de derechos de las mujeres, como el divorcio y la modificación de la Ley de Matrimonio, la igualdad en el acceso a los beneficios sociales para concubinas y concubinos, la igualdad de los hijos intra y extramatrimoniales, el acceso a servicios de planificación familiar, la inclusión de la educación sexual, la ley de cuotas para asegurar la participación política, entre otros. Si bien estas propuestas se discutían al interior del partido y con otros grupos que integraban la coalición de apoyo a Alfonsín, la mayoría se trabajaban para cuando se alcanzara el gobierno. Y de estas, la mayoría se logró en ese período.
Pero las prioridades al comienzo del gobierno eran la recuperación de la libertad, el esclarecimiento de las desapariciones y la emergencia alimentaria para asegurar el PAN a todas las personas. El tema que no se trató en forma directa fue el del aborto. Si bien estaba en carpeta desde la campaña, era difícil de abordar en una sociedad que, al decir de algunas de nosotras, era tan pacata. Sí se demostró la importancia del aborto clandestino en la mortalidad materna, a través de la primera investigación de la mortalidad materna en la ciudad de Buenos Aires, que realizó la Secretaría de Salud de la Nación, según el modelo de la Organización Mundial de la Salud. Esto ayudó a sensibilizar a muchos actores porque mostró el peso del aborto clandestino en esas muertes, principalmente entre las más pobres. Si bien Alfonsín y muchos de sus ministros y secretarios de Estado reconocían el derecho a la interrupción del embarazo, no encontraban una sociedad dispuesta a esto. Cabe recordar las críticas que provocaron algunas experiencias realizadas en el Ministerio de Educación, con apoyo del de Salud, de sensibilización y capacitación de docentes en educación sexual. Por último, el reconocimiento de la importancia de los derechos de las mujeres se evidenció en la creación, primero, de la Dirección de la Mujer y, luego, de la Subsecretaría de la Mujer en el ámbito del Ministerio de Salud y Acción Social. Alfonsín defendía la igualdad de derechos y posibilidades de las mujeres en el marco de respeto a los derechos humanos. Pero en ese momento la sociedad argentina era muy distinta a la de nuestros días. Hoy necesitamos otro líder como Alfonsín que avance con convicción y sin claudicaciones en los derechos de las mujeres.