Javier Milei subió al escenario montado en el salón del Hotel Libertador y se abrazó con su hermana Karina. Faltaban dos minutos para que dieran las 22 del domingo 19 de noviembre y el presidente electo de extrema derecha se acomodó los lentes. Leyó su primer discurso luego de ganar el balotaje frente a Sergio Massa por una diferencia de algo más de diez puntos.
Milei no utilizó ninguno de los mensajes que indica el manual para un presidente que está por asumir. No dedicó un solo párrafo a quienes no lo votaron. No le habló al conjunto de los argentinos sino los dividió en “los de bien”, que serían los que lo votaron a él, y el resto. Invitó a “sumarse” a quienes adhieran “a las ideas de la libertad, no importa de dónde vengan”. Fue el único momento con una pátina mínima de conciliación nacional. Después se dedicó a anunciar que “las medidas serán drásticas” y amenazó a quienes salgan a protestar: “Dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”.
Hasta ahora, Milei se ha mostrado decidido a impulsar su plan de gobierno. Prometió privatizar los medios públicos y la petrolera estatal YPF. Sobre Aerolíneas Argentinas sostuvo que la dejará en “manos de los trabajadores” y que impulsará una política de “cielos abiertos”. Desempolvando las mismas políticas de la década de 1990 y de la última dictadura militar, habló de “abrir las importaciones de todos los productos electrónicos” y de dejar “flotar el dólar” una vez que “resuelva el tema de las leliqs”.
¿Cuál es el margen institucional que tiene para las reformas estructurales que propone? En Latinoamérica un presidente decidido tiene posibilidades de impulsar bastante de su agenda. Los límites que ponen las instituciones son más laxos que en otras regiones del mundo occidental. A pesar de esto, una de las cosas que se pondrá a prueba en los próximos meses es la fortaleza que desarrollaron las instituciones argentinas durante estos cuarenta años de democracia.
Se sabe que un sector del Poder Judicial federal estuvo al servicio de la persecución política en los últimos años y de la defensa de los grupos económicos más poderosos. Sin embargo, como en toda institución, hay matices y habrá que ver qué ocurre si Milei quiere impulsar sus políticas violando la ley y el rol del Congreso Nacional. Qué pasará con el Corte Suprema, por ejemplo, si Milei decide indultar a los criminales condenados por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura. El Tribunal ya tiene el antecedente de haber declarado inconstitucionales los indultos que en su momento aplicó Carlos Menem, justamente por haberlos otorgado a criminales de lesa humanidad. ¿La Corte se va a desdecir de sí misma por un llamado de Mauricio Macri o porque el peronismo esté impulsando el juicio político al tribunal? ¿Y si es al revés: si el peronismo desanda el juicio en el Congreso para que la Corte haga respetar la Constitución?
Hoy puede sonar extraño que la Corte que avaló el lawfare termine haciendo un acuerdo con el sector político que fue perseguido, pero son cosas que pasan en política, los adversarios de ayer pueden ser los aliados de mañana. Las circunstancias cambian. Es lo que ocurrió en Brasil con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. El mismo Poder Judicial que lo condenó terminó reconociendo que todo el proceso fue ilegal y una persecución con objetivos políticos.
No se puede analizar de manera lineal la situación que se abre a partir del triunfo de Milei porque es un proceso inédito. Es el primer presidente que justifica los crímenes de la última dictadura. No viene de ninguno de los troncos tradicionales (el peronismo y el radicalismo) y tampoco está aliado a alguno de ellos. No tiene un solo gobernador que pueda considerar “propio” y sobre las dos mil intendencias que hay en el país, consiguió nada más que tres. Es una situación que la Argentina nunca vivió. El fenómeno más populista de toda su historia moderna y que paradójicamente llega cuestionando al populismo. Un hombre que saltó en cuatro años de un set de televisión a la presidencia y que no tiene ninguna experiencia de gestión.

El Congreso
En el Congreso la situación es de una enorme debilidad. La Libertad Avanza tiene solo 37 diputados. El cálculo es que con el ala dura del PRO puede sumar hasta superar levemente los setenta. El quórum para sesionar necesita de 129, es decir, 59 voluntades más de las que tendría el oficialismo en principio. Por eso es que la tentación de sacar todo por decreto será grande y ahí es donde el rol del Poder Judicial se vuelve clave. Habrá permanentes tensiones sobre la legalidad de los actos de gobierno.
Un ejemplo: la ley con la que se nacionalizó el 51 por ciento de YPF al inicio del segundo mandato de Cristina Fernández se aprobó con dos tercios en ambas cámaras y la norma dice que solo se puede modificar con la misma mayoría especial. Además, el 39 por ciento de ese 51 por ciento está en manos de las provincias. Es un entramado legal y político complejo, que contó con el respaldo del radicalismo en la estatización. ¿Será tan fácil venderla con un DNU? Es probable que Milei lo intente porque la petrolera estatal parece ser el gran “botín” de esta nueva oleada privatizadora. Pero no parece sencillo conseguir el marco legal para que los compradores sientan que están pisando en piso mínimamente sólido.
En el Senado la situación es aún peor para el presidente electo. El peronismo tiene 33 bancas y con los aliados puede llegar al quórum propio de 37. La Libertad Avanza cuenta con siete y Juntos por el Cambio con 24. Pero dentro de los de JxC hay catorce que son del radicalismo. No está claro si en esa cámara JxC, que se resquebrajó luego de la alianza de Macri con Milei, mantendrá la cohesión o si la UCR armará bloque propio para tomar distancia del oficialismo.
La debilidad del mandatario electo en el Parlamento lo deja en una situación en la que el juicio político es una realidad latente. Es probable que haya sectores del peronismo y la UCR que respalden a Milei en el Congreso y eso fortalezca su ecuación. El presidente en la Argentina maneja recursos de los que muchas provincias dependen y eso abre la necesidad de negociar para casi todos los gobernadores. El punto es que el plafón de esa negociación es que el presidente mantenga legitimidad social. ¿Qué pasa si Milei impulsa su famoso plan motosierra y su popularidad se derrumba en pocos meses? Es un enigma. Pero con esa debilidad en el Congreso, Milei depende de preservar su popularidad. Y ahí es donde su dogmatismo ideológico se vuelve un posible talón de Aquiles.

Hasta ahora se conocieron varios nombres de su futuro gabinete. Habrá que esperar que se confirmen. Pero oscila entre viejas figuras del menemismo y personas sin experiencia, como Sandra Patovello, que tendrá a cargo la excéntrica cartera de Capital Humano, que concentrará nada más y nada menos que Salud, Educación, Trabajo y Desarrollo Social.
El experimento de poner un presidente populista de extrema derecha sin experiencia de gestión fue votado por la mayoría de la población. Las razones son muchas. Una inflación altísima durante casi ocho años es la explicación central. Puede ser entendible que la población haya buscado un outsider por pensar que la política tradicional no pudo resolver este problema luego de dos gobiernos de signos distintos. Sin embargo, nada, lamentablemente, podrá evitar las consecuencias de este experimento.