• Buscar

Caras y Caretas

           

El 30 de octubre en ATC

El histórico día de las elecciones que definieron el regreso de la democracia luego de casi ocho años de dictadura, la emisora estatal realizó una transmisión maratónica, conducida por Roberto Maidana y un gran equipo de periodistas.

Las siglas de los partidos políticos que participaban en las elecciones del 30 de octubre de 1983 aparecían divididas en dos paneles laterales del sobrio estudio de televisión en el que predominaba el beige arena. Junto a cada denominación, un espacio vacío esperaba llenarse con las cifras obtenidas por las fórmulas a presidente y vice. En el medio, se imponía el contorno rudimentario de la República Argentina.

Enfrente de la mesa de conducción, una hilera de computadoras –pantallas negras, números y letras verdes brillantes– aguardaba recibir los cómputos oficiales para determinar la conformación del colegio electoral. Detrás, varias mesas con máquinas de escribir y teléfonos para las labores del equipo de producción.

Prisma, el archivo histórico de la Radio y Televisión Argentina (RTA), sorprende por el material que preserva. Uno de sus tesoros, sin lugar a dudas, es Argentina elige su futuro, el programa especial que la emisora estatal ATC emitió para informar sobre los comicios nacionales que consagraron a Raúl Alfonsín y marcaron el retorno de la democracia y el fin de casi ocho años de dictadura cívico-militar.

A partir de las 18, hora del cierre de las mesas electorales, el periodista Roberto Maidana condujo la maratónica transmisión, secundado por Mónica Gutiérrez y Silvia Martínez. Más tarde, Carlos Naón y Pedro Dizán reemplazaron a las colegas, que estaban al aire desde temprano.

Las imágenes de la votación de los candidatos presidenciales y del dictador Reynaldo Bignone, los informes “vía coaxil” desde algunas provincias, los contactos con los móviles y la lectura de cables llenaron las horas mientras se realizaba el escrutinio y se esperaban los datos oficiales.

Uno de los móviles se trasladó hasta la Escuela Gervasio Posadas, en el barrio porteño de San Cristóbal. Desde allí, el periodista Horacio Fórmica siguió el desarrollo del recuento de votos en la mesa femenina 1.155. Una de las autoridades le contó que había asistido a sufragar una mujer convaleciente en camilla y que pudo ejercer su derecho sin problemas. Otras dos mujeres se ganaron una nota por ser las últimas en llegar, al filo de las 18.

Cerrada la mesa, 245 mujeres habían cumplido con su deber cívico sobre 288 empadronadas. Las alternativas del escrutinio fueron seguidas por Fórmica –sentado sobre la urna de madera vacía– durante varios envíos, mientras las autoridades desplegaban las boletas en pilones sobre un escritorio, fuera del cuarto oscuro.

El resultado mostró un reflejo de lo que horas más tarde se confirmaría a nivel nacional: 161 votos para la UCR, 58 para el PJ y 13 para el PI. Bastante más atrás, el MAS, la ADS y la AF tuvieron dos adhesiones cada uno, mientras que el MID y la UCD, solo una.

Los benditos números

En el Centro Cultural General San Martín, donde se montó el centro de cómputos del Ministerio del Interior, el periodista Eduardo Lorenzo tuvo que ingeniárselas para salir con notas mientras no hubo datos oficiales. Entrevistó a periodistas extranjeros que cubrían la elección y a los ministros del Interior, Llamil Reston, y de Relaciones Exteriores, Juan Ramón Aguirre Lanari.

El alivio periodístico llegó cuando aparecieron los primeros cómputos para presidente y vice, desde Santa Fe. A partir de ese momento, la carga de datos se registró cada treinta minutos. Un alivio para calmar la ansiedad de la prensa.

Más allá de esas cifras –reforzadas por los números que daba por teléfono Jorge Velazco, acreditado en la Casa de Gobierno–, en el estudio de ATC se hacía alarde de “la joyita de todo el programa”, en palabras de Maidana: la computadora, provista por la multinacional Burroughs, que determinaría la integración del colegio electoral –la votación era indirecta y la fórmula triunfadora necesitaba sumar 301 electores sobre 600–.

A cargo de la labor tecnológica estaba el “numerólogo” Juan Carlos de Pablo, que dejaba su rol de economista-periodista para analizar las cifras. “Tenemos una computadora y parece que somos lerdísimos”, bromeaba De Pablo ante la demora en la llegada de los datos oficiales. Maidana, para seguir la humorada, lo bautizó “economista y discípulo de Hitchcock”.

Al indagar en las tendencias, el sociólogo Raúl Hernández –”experto en elecciones”, según la presentación– consideró que el voto radical era un fenómeno que había sobrepasado la clase media y llegaba hasta las capas obreras. Para Hernández, la victoria de la UCR configuraba una “profunda transformación en la estructura institucional de nuestro país” y una “nueva estructura de poder”.

Con la consolidación de los resultados, Maidana ensayó un análisis: el triunfo de Alfonsín era similar al de Juan Domingo Perón en 1946. La sorpresa rondaba en el ambiente.

PJ: del “fraude informativo” a la desilusión

“La cantidad de gorilas en la Argentina es un poquito más alta de la que nosotros pensábamos.” El candidato a diputado nacional Alberto Melón lanzó una explicación un tanto simplificada de la realidad cuando la tendencia a favor del radicalismo era irreversible.

El periodista Alberto Muney recogía testimonios coincidentes: la elección era “reñida”. Estaba en el edificio donde el candidato presidencial del peronismo, Ítalo Luder, había instalado sus oficinas, en Reconquista al 1000, en Retiro (por entonces nadie usaba la palabra “búnker”).

Los gritos de “¡Presidente, presidente!” que saludaron a Luder al entrar se apagaron en el transcurso de la noche.

El “Bienvenido” que mostró el frente del edificio durante toda la jornada fue lo único visible de un cartel que ocultaba el resto de la inscripción, tapado estratégicamente con bolsas negras.

Desde la calle se intentaba dar alguna señal de algarabía: “¡Y ya lo ve,/ y ya lo ve,/ es la gloriosa JP!”; “Traigan al gorila de Alfonsín/ para que vea/ que este pueblo no cambia de idea,/ lleva las banderas de Evita y Perón”.

Entre entrevista y entrevista –desfilaron, además de Melón, Antonio Cafiero, Saúl Ubaldini, Diego Guelar, Miguel Unamuno–, Muney difundía datos aportados por el peronismo, que contrastaban con los números oficiales. Esa discrepancia era ratificada por el vocero de Luder, Carlos Campolongo.

Melón fue el más categórico a la hora de dar definiciones. “La diferencia que tenemos en estos momentos de ninguna manera llena nuestras expectativas”, reconocía, y aseguraba que recién alrededor de las 2 de la madrugada habría cifras concretas. “El triunfo de Herminio Iglesias en la provincia de Buenos Aires lo damos por descontado”, vaticinaba, aunque admitía que se había esperanzado con una “diferencia mucho mayor”.

Mientras crecía el entusiasmo radical, apoyado en el avance del escrutinio, el peronismo extremaba su estrategia. ATC difundió una nota grabada realizada por Fórmica con el sindicalista Lorenzo Miguel, a cargo del PJ, que denunciaba “un gigantesco fraude informativo” con la intención de provocar un “enfrentamiento cívico”. Además, expresaba su confianza en que los votos del Gran Buenos Aires y Santa Fe terminarían revirtiendo la elección. Ese fue el guion editorial seguido por el diario La Época, que en su primera edición tituló “Hay fraude informativo”, aunque en la tercera salió con “Incertidumbre. Alfonsín dice que ganó”. En tanto, Línea publicó: “Retardando las cifras el Proceso engañó al pueblo”.

En una de sus salidas, Muney contó que había quedado solo en el décimo piso, habilitado para la prensa. Sus colegas habían desistido de obtener las palabras de Luder, quien permanecía dos pisos más abajo junto con uno de sus hijos, su estrecho colaborador.

En el primer piso, donde se había montado una sala para conferencias de prensa, quedaban unas pocas personas que miraban un televisor puesto en ATC.

“No estamos en condiciones de reconocer una victoria del radicalismo”, decía Campolongo a Muney pasadas las 4 de la madrugada, y completaba: “No es por capricho. Queremos ser rigurosos, serios”. Además, le confirmaba que Luder permanecía en el octavo piso y le hacía la “firme promesa” de que “antes de retirarse va a dialogar con la prensa”. Pero la promesa jamás se cumplió.

UCR: saborear la victoria

“Suponía que la diferencia que íbamos a tener con el PJ iba a estar poco más allá de los cinco puntos”, confesaba Alfonsín cuando comenzó a marcarse la tendencia a favor del radicalismo que luego se convertiría en definitiva. El candidato buscó descanso en la quinta del empresario Alfredo Odorisio, en la localidad bonaerense de Boulogne, a la espera de que los números mostraran una dirección irreversible para dirigirse al Comité Nacional de la UCR.

“Me tenía muy preocupado la provincia de Buenos Aires”, deslizaba ante Mónica Gutiérrez, que había dejado el estudio de ATC para entrevistar a Alfonsín y luego instalarse en la sede de Alsina y Entre Ríos. Allí la periodista acompañó al colega Jorge Riú, que desde temprano cubría la información en ese lugar.

Las palabras de Alfonsín, que no fueron emitidas en vivo, mantenían la mesura sobre el resultado final: “Me parecería muy fuera de lugar que me atribuyera un triunfo que todavía no corresponde”.

Los simpatizantes soportaron la espera mientras escuchaban los cómputos de mesas sueltas de todo el país por los altoparlantes colocados en el edificio. Coronaba el frente un cartel con los clásicos “Ahora Alfonsín” y el óvalo con los colores patrios y la sigla “RA”, junto a la imagen del candidato con su saludo de campaña: las dos manos enlazadas a la altura del hombro izquierdo.

Los dirigentes Conrado Storani, Antonio Tróccoli, Leopoldo Moreau, Enrique Vanoli y Marcelo Stubrin expresaron ante las cámaras su alegría contenida ante el avance favorable del escrutinio.

La llegada de Alfonsín al Comité Nacional fue una odisea. La gente agrupada frente al edificio y en su interior dificultaba el ingreso del candidato. La valla que se había colocado para contener a los manifestantes en la avenida Entre Ríos se esfumó con el paso de las horas.

La aparición de Alfonsín y su compañero de fórmula, Víctor Martínez, en el balcón del primer piso provocó una explosión. En pocas palabras, el futuro presidente destacó la jornada histórica y pidió a la gente que se desconcentrara “para ir a saborear en la intimidad de nuestras casas una alegría que va a durar durante muchos años”.

Luego, Moreau presentó a los vencedores en la provincia de Buenos Aires, Alejandro Armendáriz y Elva Roulet, que también saludaron desde el balcón. Antes se había escuchado: “Olelé,/ olalá,/ ahora Herminio Iglesias/ tenés que laburar”; ahora sonaba: “Olelé,/ olalá,/ conmigo o sinmigo/ les vamos a ganar”.

Durante parte de la jornada, Riú y Gutiérrez anunciaron que Alfonsín y Martínez darían una conferencia. El anticipo se cumplió en parte, en medio de una multitud que hizo imposible el trabajo de la gente de prensa.

Bastante cabreado, Alfonsín pidió que salieran del lugar quienes no eran periodistas. Fue imposible. Su reclamo de silencio tampoco pudo cumplirse. “Esta es la conferencia de prensa más desordenada a la que he asistido en mi vida”, reconocía.

La euforia continuó durante toda la madrugada. Poco antes de las 5, Alfonsín regresó al balcón para despedirse: hizo su saludo de campaña y de inmediato se llevó las manos a una de sus mejillas, mientas inclinaba la cabeza hacia un costado, en señal de que iba a dormirse.

El pueblo unido…

El periodista Carlos Barulich arrancó la jornada temprano. Por la mañana cubrió la votación de Alfonsín, en Chascomús, y por la tarde la de Oscar Alende, en Banfield. Luego, se instaló en la Plaza de la República, donde se reunirían los simpatizantes de la fórmula ganadora. Aún quedaban carteles y estructuras del escenario de los multitudinarios cierres de campaña que la UCR y el PJ habían celebrado días atrás.

Pasadas las 18, la gente comenzó a concentrarse. A medida que se confirmaba la tendencia en favor de Alfonsín, los radicales empezaron a copar el Obelisco. A la madrugada, todo se había teñido de rojo y blanco. “Olelé,/ olalá,/ si este no es el pueblo,/ el pueblo dónde está”, cantaban las más de 70 mil personas congregadas, según el cálculo de Barulich.

En más de una oportunidad, el periodista destacó la “convivencia democrática” cuando algunos grupos justicialistas del conurbano bonaerense pasaron por el lugar. En uno de esos encuentros, radicales y peronistas se aunaron para cantar el himno nacional.

En el archivo de ATC quedó registrado un episodio que es muy posible que haya salido al aire. Sobre el filo de las 5, el micrófono quedó abierto mientras se sucedían imágenes de los festejos frente al Comité Nacional de la UCR.

Maidana, que conversaba con alguien del equipo de producción sobre la grabación de la salida de Víctor Martínez de la sede partidaria, le pidió silencio a De Pablo, que hablaba sobre los cómputos. Y de inmediato preguntó:

–¿Y después de ahí qué?

–Después tengo el San Martín o el (comité) radical, depende de cómo esté el asunto de los radicales que están agitando banderitas todavía.

–¿Y con Barulich que pasó? ¿Se lo comió alguien?

–Se levantó, me dijo.

–Ah, bueno…

A las 5.30, con más del 66 por ciento de las mesas escrutadas, Alfonsín reunía poco más de 6,1 millones de votos (53 por ciento) y Luder 4,5 millones (39 por ciento). La suerte estaba echada.

Escrito por
Germán Ferrari
Ver todos los artículos
Escrito por Germán Ferrari

A %d blogueros les gusta esto: