Irene León, socióloga y analista política ecuatoriana, es especialista en alternativas a la globalización y el derecho a la comunicación. Integrante de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad (REDH), Caras y Caretas conversó con ella acerca de la compleja situación en Ecuador, que se encamina hacia las elecciones de segunda vuelta, el 15 de octubre próximo. El correísmo sigue siendo la principal identidad política del país. Y, por supuesto, este fenómeno tiene su correlato electoral. Cada vez que se vota en Ecuador, cualquier fórmula avalada por Rafael Correa sale victoriosa en la primera vuelta. En esta ocasión, obtuvo casi el 34 por ciento; en 2021 casi el 33, y en 2017, 39 por ciento. El nuevo presidente completará el actual período de cuatro años (hasta mayo de 2025) luego de que el mandatario derechista Guillermo Lasso disolviera el Congreso de mayoría opositora en mayo como salida a una grave crisis política, lo que dio paso a elecciones generales anticipadas.
–¿Qué lectura hace de la sociedad ecuatoriana tras los resultados electorales de la primera vuelta?
–Lo más relevante es destacar la victoria del Movimiento Revolución Ciudadana. Principalmente porque Ecuador vive en un contexto de lawfare desde hace seis años y de un retorno al neoliberalismo muy duro. En este marco de elecciones intempestivas, el presidente fue llamado a rendir cuentas en la Asamblea Nacional. El mismo Lasso llamó a un mecanismo llamado “muerte cruzada” que implica la disolución del parlamento y la elección anticipada. Son elecciones con muchas adversidades para el Movimiento de Revolución Ciudadana, en el contexto de lawfare y la persecución que resurge de esa dinámica. Hace años que los dirigentes correítas están en el exilio y con muy pocas posibilidades del retorno. Entonces Luisa González, con ese gran apoyo del pueblo, es la única que lleva adelante un programa serio de gobierno. Los otros son partidos que se inscriben en el consejo electoral, pero como en ocasión de alquiler. El segundo de Luisa González está en un partido que no es su partido, por ejemplo. Son dinámicas muy del neoliberalismo y la construcción de la política y sus avances. El Movimiento de Revolución Ciudadana es el único partido antineoliberal que busca reposicionar su proyecto orgánico, que ya gobernó para el pueblo durante diez años, y hoy fue elegido nuevamente. Otro elemento desde el inicio de esta candidatura es que Luisa González les sacaba mucha ventaja a otros candidatos. La adhesión popular es mucha. Y es una gran victoria que hay que festejar, porque pese a que tiene todo en contra, el pueblo manifestó su respuesta en las urnas.

–¿Por qué los ecuatorianos se inclinan nuevamente por el correísmo?
–No se trata solo de Ecuador, sino de un proyecto más amplio articulado a los poderes fácticos del capitalismo: las corporaciones transnacionales, el capital financiero, el complejo militar-industrial y ahora aquel de los capitales ilícitos que vemos esparcirse en Ecuador y en muchos otros países del mundo. Todo esto tiene graves consecuencias socioeconómicas, como siempre ocurre cuando se produce un retroceso de esta magnitud en un país que, como el nuestro, había vivido una situación muy diferente con la Revolución Ciudadana. En 2017, con Lenin Moreno, se produce mucha agresividad de los proyectos y tramas judiciales. El Movimiento de Revolución Ciudadana no podía legitimarse en nombre propio para las elecciones. Estuvo proscripto en 2017, y ahora se producen tramas para impedir la candidatura. El pueblo mantiene una adhesión a las propuestas de cambio. Sigue habiendo mucha organización. Porque en el caso de Ecuador, llega a constituirse como la principal fuerza del país de la victoria de poderes locales y el Movimiento obtuvo victorias muy importantes. Sin duda, el neoliberalismo está pujando para que sea una derrota. Pero el proceso electoral ha sido muy violento, relacionado con el hecho de que Revolución Ciudadana ganara en primera vuelta. En un escenario de amenazas políticas y el proyecto geoestratégico de la región, se sigue poniendo en cuestión el triunfo de Revolución Ciudadana, y en las últimas horas amenazas de muerte directamente contra la candidata Luisa González.
–¿Qué pasa con la seguridad en Ecuador?
–Ecuador era uno de los países más seguros de América latina. Todo lo que se puede colocar en seguridad y caos, viene con el retorno del neoliberalismo, en dos niveles. Uno es el achicamiento del Estado, cuando al retornar el neoliberalismo se suprime la seguridad y la defensa. Es decir, reducen en soberanía y se suprime el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Aclaremos que es Lenin Moreno quien retorna a esta línea de neoliberalismo. El Estado se descompromete justo con esa área, lo que es impensable, no se puede privatizar el bien común. Asimismo, se achica y se transfiere la seguridad al sector privado, que tiene sus intereses propios y no de bien común. La Constitución ecuatoriana, progresista y soberana, no permite achicar el Estado, sino todo lo contrario.
–¿Qué relación puede identificar entre el asesinato de Fernando Villavicencio, candidato del Movimiento Construye, y las elecciones?
–Se llamó al FMI para investigar el crimen. Eso demuestra que el neoliberalismo y la inseguridad están de la mano. Al abrir el juego a los poderes de mercado, entran los poderes fácticos del poder financiero, ya que el banquero Guillermo Lasso, que está en el poder, ha adicionado privilegios especiales para el sector, las trasnacionales con el petróleo, y sectores ilegales que se posicionaron en este período en Ecuador. Esto no viene por generación espontánea y se abre al mercado todo. La seguridad y la defensa tienen que ser potestad de la ciudadanía. Ahora están presentes los actores y el narcotráfico nunca había estado de este modo en el país. Ahora incluso lo relacionan a Guillermo Lasso con una mafia albanesa. Este operativo y el crimen de Villavicencio son parte de un operativo contra el correísmo. Esperemos que salga algún resultado sobre el asesinato. Veremos qué entorno tenía Villavicencio y qué paso con ese señor.