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Caras y Caretas

           

¿Nos vamos a salvar con el litio?

Salinas Grandes, Andes, Argentina – is a salt desert in the Jujuy Province. More significantly, Bolivas Salar de Uyuni is also located in the same region

Junto a Bolivia y Chile, la Argentina tiene el 60 por ciento de la cantidad de ese metal en el mundo y el de más fácil extracción. Pero intereses geopolíticos y la inacción del Estado están dejando pasar una potencial gran fuente de recursos y desarrollo.

En los últimos años los argentinos empezamos a hablar del litio como un recurso formidable del que disponemos y nos va a hacer inmensamente ricos. Nadie puede dudar que el litio se ha transformado en protagonista excluyente de la actual revolución tecnológica. No se trata de una fuente de energía, sin embargo, puede ser vital para la transición energética debido a su utilidad para el desarrollo de sistemas de acumulación de energías. Para nadie es novedad que las baterías de nuestros dispositivos móviles como celulares, tablets o laptops están hechas de litio. Pero la clave es que el litio configura, hoy por hoy, el sistema de almacenamiento más eficiente para las energías limpias. El proceso de reemplazo de tecnologías contaminantes está en la actualidad relacionado con el uso de litio. Ya en los distintos países, los vehículos a combustión y energías fósiles están siendo reemplazados por la llamada electromovilidad. Esta es la razón por la cual la demanda del litio (y por lo tanto el valor de la tonelada de litio) ha subido exponencialmente.

Perón decía que la verdadera política es la política internacional. Hace algunos meses la jefa del Comando Sur de las FF.AA. de EE.UU. grababa un video para un evento del Atlantic Council, un think tank vinculado a la OTAN. Allí explicitaba los intereses estadounidenses: “¿Por qué es importante esta región? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras poco comunes, tienes el triángulo del litio, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60 por ciento del litio del mundo está en el triángulo del litio: Argentina, Bolivia, Chile… Tenemos 31 por ciento del agua dulce del mundo en esta región… Con ese inventario, a Estados Unidos le queda mucho por hacer; esta región importa, ya que tiene mucho que ver con la seguridad nacional, y tenemos que empezar nuestro juego…”. Dos cosas son curiosas de este discurso. Primero, el uso de la primera persona del plural para referirse a los recursos que tiene América Latina; y segundo, la urgencia explícita del repliegue de los estadounidenses sobre lo que ellos consideran su patio trasero (o jardín delantero, como lo llamó iden). Lo dijo con todas las letras: “Tenemos que empezar nuestro juego”. ¿Frente a quién deben desplegarlo? Ante la amenaza china. ¿Y qué tiene que ver esto con el litio? China es quien viene haciendo el mayor gasto mundial en la transición energética en función de sus propios intereses y necesidades. EE.UU., en cambio, en función de haberse convertido, a partir del fracking, en beneficiario de la exportación mundial de petróleo, pretende ralentizar el proceso de esa transición energética de los combustibles fósiles a la energía más limpia. Negocios son negocios. Para eso es necesario sentarse sobre nuestros recursos.

LA SITUACIÓN DE LA ARGENTINA

En 2022 nuestro país exportó alrededor de 30 mil toneladas de litio. Es una cifra similar a la que viene exportando en el último lustro. ¿Por qué, si la demanda y el precio del litio vienen creciendo, las cifras de exportación se mantienen estables? La respuesta hay que encontrarla en la geopolítica y en que quienes disponen de nuestro litio son empresas vinculadas directamente con estos intereses. Si bien en nuestro país están concedidas más de 40 áreas, funcionan efectivamente solo dos. Una, la más antigua, en Catamarca, cuyo capital hegemónico es de Livent, una empresa estadounidense. Otra en Jujuy, cuyo capital principal es la australiana Allkem. Hay una tercera en Salta (manejada por capitales coreanos) que está bastante avanzada, aunque hace varios años que viene amagando con empezar a exportar pero no lo hace. Lo curioso es que Livent y Allkem están en un proceso de fusión empresarial, con el cual van a llegar al top five de las empresas con control mundial de la producción del litio; las otras cuatro son chinas.

¿Viene dejando muchos dólares el litio a la Argentina? Las exportaciones de litio en la Argentina generaron poco más de 600 millones de dólares. Con lo cual el promedio del precio de exportación de la tonelada de litio se ubicó en torno a los US$22.000. Todo eso cuando en el mercado mundial, aun sin ser un commodity, alcanzó cifras que superaron los 80.000. ¿Por qué se pudo exportar tan barato? Porque la mayoría de las exportaciones son intrafirma, es decir, se venden a sí mismos y entonces pagan muchos menos impuestos. Para colmo de males, las 65 toneladas que se necesitaron para la industria se importaron. Obviamente al precio de mercado. Es que Argentina no dispone de su producción, sino que las transnacionales que operan en nuestro territorio tienen la disponibilidad absoluta de ese elemento, sin que exista una legislación que las obligue a dejar algo de litio para industrializar o hacer algún tipo de sociedad con el Estado argentino.

LEGISLACIÓN FAVORABLE

De Chile, Bolivia y la Argentina, nuestro país tiene la legislación más favorable. ¿Para los intereses nacionales? No, para el capital. La reforma constitucional de 1994 en su artículo 124 establece que son las provincias quienes disponen de la propiedad originaria de los recursos naturales. Esto hace que sean los Estados provinciales, y no el conjunto del Estado argentino, quienes se sientan a negociar con las multinacionales. Como si esto fuera poco, la actividad en relación al litio está encuadrada en el Código Minero (del siglo XIX) y la Ley de Inversiones Mineras (también de los años de pleno apogeo del neoliberalismo). En ella se establece que las regalías pueden llegar hasta el 3 por ciento. Si se lo compara con la legislación chilena, donde estas llegan en función del volumen hasta el 40 por ciento, se ve claramente de qué estamos hablando. La exportación de litio estaba gravada con derechos de exportación menores al 5 por ciento y hasta hace poco esto le era devuelto a las empresas. Esto, con la llegada de Massa al Ministerio de Economía, por suerte, se cortó. Aun así, es claro que es mínima la cantidad de ingresos por el litio que recibe la Argentina, aunque si uno conversa con los actores del mercado multiplican las cifras, hablando de llegar de las 30 a las 300 mil toneladas en apenas algunos años. Pero para hacerlo debería multiplicarse la inversión y acelerarse los procesos que están estancados y con un dudoso control estatal sobre cuestiones como el impacto ambiental.

Hace unos pocos años se constituyó la Mesa Nacional del Litio, integrada por Jujuy, Salta y Catamarca junto a representantes del Estado nacional. Al principio, para parapetarse en contra de cualquier intento de declaración de interés estratégico en torno al litio. Ahora, viendo los suculentos negocios que se están haciendo mundialmente con el litio, está buscando ampliar su participación o bien incidir para que se asigne un porcentaje de lo extraído para la industrialización en el país. De la Mesa ha quedado expresamente afuera la provincia de La Rioja, que por impulso de su gobernador, Ricardo Quintela, ha declarado al litio como recurso estratégico y suspendió las concesiones vigentes, lo que encendió las alarmas en el sector minero. La ley 10.608, impulsada por el gobernador peronista, proclamó también de “interés público provincial” el estudio, exploración, explotación e industrialización del “oro blanco” y sus derivados.

Escrito por
Marcelo Koenig
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