• Buscar

Caras y Caretas

           

Esa pulsión oscura magnicida

Es increíble el parecido –la pulsión oscura que viene del fondo de la historia nacional– entre los objetivos y las pasiones que animaron el intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner, el 1o de septiembre de 2022, y los de quienes asesinaron a Manuel Dorrego, fusilado el 13 de diciembre de 1828, en el que es considerado el primer crimen político de nuestra historia (siempre y cuando se acepte que a Mariano Moreno, el gran organizador de la Revolución de Mayo, no lo asesinaron por orden de los esbirros procolonialistas porteños en alta mar en 1811). Increíble similitud, cuando se trata de encontrar
las causas y los efectos de la pulsión magnicida contra el derrotero político de los líderes populares a lo largo de nuestra historia nacional. Esa pulsión alcanzó en doscientos años a distintos líderes populares, como Facundo Quiroga y Justo José de Urquiza, o a presidentes constitucionales, como Yrigoyen, Perón y Alfonsín, o a dictadores, como Videla. Pero en la mayoría de los intentos –más allá del método usado para atentar contra un dictador genocida–, el odio que marcó a fuego y animó los magnicidios contra los líderes populares fue la contradicción entre la búsqueda de un país independiente, democrático y próspero para todos o un país sometido y dependiente de los centros imperialistas (Inglaterra y los EE.UU.). ¿El objetivo de esos crímenes contra los líderes populares? Tener el camino libre para el saqueo de las riquezas y para los diseños institucionales que facilitaran con una Justicia adicta –como la Corte Suprema que habilitó el golpe de Estado contra Yrigoyen en 1930, o la Corte de los Cuatro de 2023, definida como “mamarracho indigno” por CFK– el sometimiento al gran capital nacional y extranjero a través de una deuda impagable, desde el empréstito Baring Brothers de 1824 de Bernardino Rivadavia, que impulsó el asesinato de Dorrego, hasta el actual de Mauricio Macri en 2018 con el FMI. Porque siempre se usó la deuda como grillete para la explotación y rapiña de los recursos naturales y el sometimiento geopolítico. Hay acuerdo entre los historiadores en que el primer magnicidio de la saga fue el asesinato de Dorrego, gobernador de la provincia de Buenos Aires, un claro opositor del poder de la oligarquía librecambista porteña, cuyo líder era Rivadavia, quien se había autoproclamado presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El “loco Dorrego” lo llamaban sus enemigos; el “padre de los pobres”, sus seguidores. No se contará aquí la historia de esa conspiración que termina con el encargo a Juan Lavalle, con el apoyo del embajador inglés y del emperador de Brasil, para su asesinato. Pero su fusilamiento abrió nuevamente un período de guerra civil entre Buenos Aires y el interior. La saga de intentos de magnicidio siguió en la historia en 1835 en Barranca Yaco contra el caudillo riojano Facundo Quiroga, símbolo de la rebelión del interior contra el sometimiento a la oligarquía porteña, del gauchaje insurrecto contra la Buenos Aires que estaba dispuesta a disciplinar a sangre y fuego a quienes se rebelaran contra el designio rivadaviano de someterse al imperio inglés y no insistir en la necesaria libertad nacional fuera de ese yugo que tantos negocios daba en el contrabando y privilegios a la ciudad puerto, alma de las conspiraciones contra los caudillos populares. Sarmiento dejó plasmado en Facundo. Civilización o barbarie la idea del país blanco, educado y dependiente. En pleno siglo XX, ese poder imperial viró a los EE.UU. Su brazo ejecutor no fueron los ejércitos sino los operadores locales. Si se permite un salto temporal, entre siglos, si se analizan los años de búsqueda de autonomía de los gobiernos kirchneristas en pleno siglo XXI, cómo no encontrar similitudes de aquel primer magnicidio con el intento de asesinato de Perón en 1951 y de fusilamiento contra Cristina. Detrás de la oscuridad de una banda de lúmpenes llamados “los copitos”, los motivos parecen claros: la mayor líder popular del siglo XXI representa algo más que el objeto del odio de la prensa corporativa. Aparece como la razón última de un conflicto que se arrastra del fondo de nuestra historia. Y se sigue sintetizando en el dilema “liberación o dependencia”. Con una particularidad: en la etapa del capitalismo financiero, del predominio mafioso de la era Macri, la misma oscuridad del decurso del dinero y sus dueños es la que impulsa la pulsión asesina. Cambió el funcionamiento del capitalismo. Pero lo que no cambió es la necesidad del magnicidio para las fuerzas del capital.

Escrito por
Maria Seoane
Ver todos los artículos
Escrito por Maria Seoane

Descubre más desde Caras y Caretas

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo