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Caras y Caretas

           

“Yo podría haber estado en el penal de Rawson”

Ilustración: Jung!
Ilustración: Jung!

Luis Lea Place es hermano de una de las militantes del ERP fusiladas en Trelew. Él estaba en viaje para sumarse a la fuga pero se enteró de la muerte de Clarisa en la cárcel de Devoto.

Estaba sentado en un lado de su cama, en el Pabellón 37 de la cárcel de Devoto, donde estaba detenido. Una luz pálida ingresaba por la ventana angosta y enrejada, iluminaba la silla en la que estaba apoyada la radio portátil. Movió la perilla en un costado para subir el volumen y escuchar las noticias.

Había hecho el mismo ritual los últimos días. Los reportes eran constantes y los acontecimientos se habían ido desencadenando a gran velocidad. Era a mediados de 1972. El 15 de agosto se habían fugado de la cárcel de Rawson, en la provincia de Chubut, 25 dirigentes del PRT-ERP, las FAR y Montoneros. Seis de ellos habían logrado el objetivo final de la operación, huir del país en un avión de la aerolínea Austral, secuestrado previamente. Los 19 restantes habían sido detenidos y trasladados a un centro de detención de la Marina, cerca de la ciudad de Trelew. Los habían fusilado y solo había tres sobrevivientes.

Luis Lea Place, militante del PRT-ERP, escuchó la noticia. Pensó que ese era el lugar en el que él debería haber estado. No había llegado por la lentitud de la burocracia penitenciaria, que le cambió el destino.

Había pedido el traslado a Rawson amparado en una reglamentación del Servicio Penitenciario Federal que les permitía a los presos solicitar un cambio de centro de detención para estar en la misma cárcel que sus familiares. En Rawson estaba la hermana de Luis, Clarisa. Ella estaba entre los detenidos que luego fueron asesinados, en lo que quedaría grabado en la historia como “la masacre de Trelew”.

“Antes de ir a Devoto estaba preso en Resistencia, Chaco –le dice Luis a Caras y Caretas–. Yo tenía la información de que se iba a realizar la fuga. Algunos llegaron bien, como [Fernando] Vaca Narvaja o Roberto Quieto. Los otros nos quedamos en Devoto. Nos habían llevado ahí antes del traslado a Rawson.

–¿Desde cuándo estaba detenido en Resistencia?

–En 1971 se había organizado una fuga de la cárcel de Villa Urquiza (Tucumán) donde estaban detenidos varios compañeros. La habían armado sobre todo los compañeros desde dentro del penal. Nosotros ayudábamos de afuera. Esa noche caímos varios y me acusaron de homicidio múltiple.

–Su hermana estaba en Rawson.

–La trasladaron, justamente, luego de ese operativo.

–¿Cómo circulaba la información para que desde una cárcel en Chaco supieran que se estaba planeando la fuga en Chubut?

–Era todo muy confidencial. Solo estábamos al tanto los que podíamos llegar a pedir el traslado y participar del operativo. Nadie más sabía nada. No era algo que circulara en la cárcel como vox populi. Éramos cuatro o cinco los que estábamos al tanto y era porque teníamos familiares en Rawson.

–¿Sabían la fecha de la fuga?

–No, era algo aproximado. Lo que sabía era que tenía que llegar a Rawson. Había ciertas aproximaciones sobre el día, pero la fecha precisa se iba a definir por varios factores más cerca de que ocurriese.

–Una vez que no se produjo el traslado, ¿cómo se fue enterando de todo lo que ocurrió?

–Teníamos la radio portátil. Y ahí nos enteramos de todo. Luego nos enteramos también de los 19 fusilamientos.

–¿Tenía diálogo con su hermana cuando estaban presos en cárceles distintas?

–Nos escribíamos cartas. Hablábamos de temas generales, con mucho cuidado. Ella estaba estudiando en la cárcel. Y nos comentábamos sobre este tipo de cosas. Una vez que llegué a Devoto ya no era conveniente escribir tan seguido.

–¿Cómo era la composición del resto de la familia en ese momento?

–Mis padres eran separados. Clarisa y yo habíamos quedado a cargo de mi papá. Él nos apoyaba mucho en nuestra militancia. Es una de las razones por las que lo asesinaron en 1975.

–¿Estaba detenido cuando fue lo de su papá?

–Sí. Lo mataron en diciembre. Le pusieron dinamita en toda la casa. Estaba mi tía también, que logró huir a una pieza en el fondo y se salvó. Mi papá consiguió escapar por los techos, pero lo agarraron y varios testigos vieron que lo asesinaron. Cuando otros familiares se enteraron y fueron a buscar el cuerpo, ya lo habían hecho desaparecer.

–Es una historia de familia diezmada.

–Hay muchas historias así en esos años. Sobrevivientes a los que les mataron a toda la familia. Hubo infinidad de familias completas que liquidaron. Uno de los casos más terribles es el de [Héctor Germán] Oesterheld, al que le mataron a las cuatro hijas.

–¿Cuánto tiempo más estuvo detenido luego de la masacre de Trelew?

–Después de la fuga, finalmente nos trasladaron a Rawson a todos los que estábamos en Devoto. Llegué un mes después de la fuga. Estuve hasta mayo de 1973, cuando el gobierno de [Héctor José] Cámpora liberó a todos los presos políticos. Participé luego de un asalto a un cuartel y volví a caer detenido.

–Entonces al llegar el golpe de Estado de marzo de 1976 estaba preso.

–Sí. Estábamos formalizados como detenidos, pero la dictadura también mató a muchos presos políticos que estaban blanqueados. Estuve preso durante diez años, hasta que terminó la dictadura. La mayoría del tiempo en Rawson, aunque también pasé por Caseros, Devoto y Resistencia.

–¿Ahora a qué se está dedicando?

–Con varios compañeros nos dedicamos a estudiar y analizar el tiempo que estamos viviendo, que es una nueva era. Estudiamos a varios autores europeos, más nuestra experiencia. Escribimos un libro, se llama Riqueza sin valor, y ahora vamos a publicar otro. Son trabajos de filosofía política. Un aspecto central en nuestro pensamiento de los años 70 era el trabajo. Y hoy hay una tendencia a la desaparición del trabajo. Eso produce una gran modificación en las relaciones sociales. Antes creíamos que la planificación socialista, a través del Estado, podía romper la ley del valor, que es el nudo central de la injusticia social. Y esa tesis fracasó.

–El mundo cambió mucho en estos 50 años.

–La economía ahora está centrada en la elite financiera. Se escapa de los parámetros de la economía política clásica. Los flujos financieros y el avance de la informática empujan la necesidad de nuevos conceptos. Las nuevas generaciones funcionan a nivel de red, pero hay muchos lugares que siguen funcionando de modo piramidal. Esta transición le permite a la elite financiera, que funciona en red, ocupar un no lugar, como dice Michel Foucault. Le permite no desarrollarse tanto con base en la plusvalía sino en la financiarización y las transferencias de un lugar a otro del planeta.

Escrito por
Demián Verduga
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