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Caras y Caretas

           

Incertidumbre de cara a las elecciones 2023

La crisis inflacionaria tiene al gobierno en jaque y alimenta las ilusiones de la derecha. Pero las disputas de poder dentro de Juntos por el Cambio y las ambiciones del ex presidente todavía no dan pista firme. En tanto, el espacio libertario pretende sacar beneficio del fracaso amarillo y de la crítica coyuntura actual.

Los dirigentes políticos suelen decir, hacia afuera, que no es momento de pensar en las elecciones. Es una fórmula establecida porque –se sabe– al electorado no le gusta percibir que están tan pendientes de sus disputas de poder. En la intimidad, las elecciones son parte central de los análisis y la comidilla política. Se acrecenta cuando la disputa que está en el horizonte es la presidencial.

No hay ningún campamento partidario en el que el armado para 2023 no sea un tema cotidiano. El resultado de las elecciones del año pasado, con la derrota del oficialismo a nivel nacional y la paridad en provincia de Buenos Aires, sumó un vértigo especial. Volvieron a la disputa que se viene más competitiva de lo que se hubiera creído a principios de 2020, cuando el Frente de Todos (FdT) asumía el poder y la pandemia, con sus efectos devastadores, no cubría con su manto el mundo entero.

El FdT, una extraña PASO

En el FdT la disputa interna por 2023 existe. Y a pesar de lo que recomendaría cualquier consultor, se expone de un modo excesivo a la población. Lo clásico sería que, teniendo el Presidente todavía la posibilidad de una reelección, en el oficialismo no hubiera demasiado debate sobre las candidaturas. El resultado de la contienda de medio término puso todo en duda. Abrió una nueva tensión entre el jefe de Estado y la vicepresidenta, Cristina Fernández, justamente por quién será el postulante del peronismo el año próximo. En medio de las diferencias que recorren a la coalición panperonista, parece haber un acuerdo: las PASO serán el modo de resolución.

En esa coincidencia, saludable porque colabora con la unidad del frente, también está la semilla de la discordia. Las diferentes visiones sobre cómo encarar algunos de los problemas centrales del país se vuelven un instrumento para diferenciarse, pensando en las primarias. El desafío que tiene el FdT, aceptando que no parece posible que la fuerza se abroquele detrás de la reelección de Alberto Fernández, es que la cuerda no se rompa antes de las PASO. De otro modo, las chances de ganar se evaporarían como una gota de agua en el desierto.

Hay incógnitas sobre esta estrategia del oficialismo. Si el gobierno nacional no logra contener la inflación y que los ingresos recuperen algo de lo que perdieron durante la gestión de Mauricio Macri, ¿habrá algún candidato oficialista que pueda ganar?

Macri perdió su reelección. Contaba con el respaldo de la embajada estadounidense, los medios del establishment, el poder financiero, los grupos económicos más concentrados del país. No le alcanzó porque su promesa de que los argentinos estarían “cada día un poco mejor” nunca se cumplió y, en cambio, ocurrió todo lo contrario. El FdT fue votado para revertir esa tendencia, ¿tiene alguna chance si no lo logra, más allá de quién sea el candidato?

El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el senador nacional, Martín Lousteau. Foto: NA

Juntos y no tanto

La derecha argentina se siente receptora de un milagro, que en parte se explica por la desgracia de la pandemia. Luego de haber hecho un gobierno fracasado, que empeoró todos los indicadores económicos y sociales que había dejado Cristina, que además sacó del baúl de la historia el autoritarismo político, tiene posibilidades de retornar al poder cuatro años después.

Dentro de Juntos por el Cambio (JxC) hay por ahora tres contendientes visibles. Dos del PRO y uno del radicalismo. Macri quiere volver a ser presidente. No hace falta la bola de cristal ni ser una mosca que se cuele por la ventana en las reuniones reservadas para detectarlo. Publicó su libro Primer tiempo, sugiriendo que ahora está en los vestuarios y preparándose para volver a la cancha. Sus apariciones públicas son cada vez más periódicas y confrontativas con el oficialismo, además de los guiños a la extrema derecha liderada por Javier Milei.

El gobernador de Jujuy y presidente de la Unión Cívica Radical (UCR), Gerardo Morales, junto al ex presidente Mauricio Macri . FOTO NA

Su rival en el pequeño campamento del PRO es el alcalde Horacio Rodríguez Larreta, su delfín en la ciudad. Larreta está parado sobre la misma vidriera que ayudó a Macri a llegar a la Rosada, una ciudad con un presupuesto mayor al de Madrid y el apoyo de los grandes medios. El jefe porteño sabe que su momento para competir por el premio mayor es ahora. Ya no le queda reelección en CABA y si deja pasar este turno su figura se diluirá y perderá el trampolín que implica gobernar la Capital.

Las figuras de Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal, en este contexto, no juegan en la gran liga, más allá de los deseos de Bullrich, que puede aspirar a subirse a ese ring si Macri se baja.

La estrategia del radicalismo, paradójicamente, puede ayudar a resolver la interna del PRO. La UCR irá con un solo candidato. El gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, ya hizo todo el camino del manual boina blanca, entre otras cosas quedarse con la presidencia del partido a nivel nacional. En la provincia de Buenos Aires pondrá al neurólogo Facundo Manes y en la ciudad, a Martín Lousteau.

Si el PRO va a las PASO con dos candidatos y la UCR con uno, el radicalismo tiene más posibilidades de ganarle al partido amarillo. Por eso es que la interna macrista se puede terminar ordenando antes de las primarias.

El diputado liberal Javier Milei . Foto: NA

La extrema derecha en el podio

Con el mediático Javier Milei a la cabeza, la extrema derecha parece ser por ahora la tercera fuerza para las próximas elecciones. El primer efecto de este dato político es que expresiones como las que representan Roberto Lavagna o el socialismo santafesino, que en otras contiendas ocuparon el lugar de la tercera fuerza, se transformarán en puramente testimoniales.

Hay una incógnita sobre Milei que se responderá cuando la población vaya a las urnas. ¿Es un fenómeno nacional o exclusivamente de Capital y el conurbano bonaerense? ¿Cuántos votantes tiene en el Norte Grande o en Cuyo?

La figura fue construida por los medios y por el impacto de su discurso revulsivo antipolítica, una rebeldía reaccionaria, como fue la de los fascistas en Italia y la de los nazis en Alemania, que tampoco eran políticamente correctos sino todo lo contrario. El odio y la violencia, por ahora transmitidos de modo latente, son el eje fundamental de su mensaje.

La decepción con la política es casi inevitable cuando hay dos gobiernos de signo diferente, uno detrás del otro, y la población siente que las cosas no cambiaron demasiado. Esta es la plataforma sobre la que se erige el fenómeno político de Milei.

Si el gobierno logra mejorar la situación económica de quienes viven de ingresos fijos, sean formales o informales, y crece la percepción de que no es lo mismo que la administración anterior, el combustible que alimenta a la extrema derecha comenzaría a escasear.

En esta ecuación política, el peronismo puede tener una carambola que lo ayude. Si la interna de JxC la ganan los radicales y Milei va por su cuenta, el voto antiperonista se dividirá. El FdT podría seguir siendo la primera fuerza. El punto que está en duda hoy es si la coalición panperonista puede superar el 40 por ciento de los votos a nivel nacional, como para tener posibilidades de evitar el balotaje. Falta un año y medio para las primarias. Es una eternidad y un suspiro al mismo tiempo.

Escrito por
Demián Verduga
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