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Caras y Caretas

           

“Con el tiempo me convencí de que Yabrán era el responsable del asesinato de Cabezas”

Ilustración: Jung!
Ilustración: Jung!

Eduardo Duhalde era gobernador de la provincia de Buenos Aires e inminente candidato presidencial cuando mataron al reportero gráfico. Además de la responsabilidad del empresario, no descarta complicidad política de sectores cercanos a Menem y participación de algún miembro de la Bonaerense.

El asesinato del fotoperiodista José Luis Cabezas ocurrió en Pinamar, donde el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, vacacionaba todos los años. Es más, el cuerpo del fotógrafo fue encontrado al costado de la ruta por la que Duhalde pasaba todos los días para ir a pescar. Tampoco era un momento cualquiera en su carrera política: estaba por lanzar su candidatura presidencial para enfrentarse al entonces titular del Ejecutivo, Carlos Menem, que quería ir por su reelección. A 25 años del asesinato y en diálogo con Caras y Caretas, Duhalde relata cómo vivió los hechos y cómo, a la distancia, lee lo sucedido en aquel verano de 1997.

El asesinato de Cabezas quedó encerrado en la trama espuria en la que convergen los intereses del empresario Alfredo Yabrán, la disputa política entre Duhalde y Menem y el accionar de la Policía Bonaerense. En la actualidad, ninguno de los condenados por el homicidio continúa preso. El ex gobernador y ex presidente desliga a Menem de la responsabilidad del crimen, pero sugiere que detrás hubo una clara intencionalidad política: “Lo curioso del hecho es que esa misma semana, en ese mismo municipio, habíamos alquilado un club y yo había convocado a la mayor parte de los gobernadores del país porque pensaba lanzar mi candidatura presidencial”. También apunta contra Yabrán como principal responsable, algo que en el pasado había negado, al señalar a su entorno: “Con el tiempo me convencí de que no eran los custodios, de que Yabrán era el responsable del asesinato de Cabezas”, dice a esta revista.

–¿Cómo fueron esos días para usted? Alguna vez dijo que le habían “tirado un muerto”, ¿lo sigue sosteniendo? ¿A qué se refería?

–No fui yo el que dijo eso. Fue [Raúl] Alfonsín y después me lo atribuyeron a mí. En realidad, ese día iba a pescar, estaba en Pinamar. Era mi recorrido diario y un buen día que pasé temprano vimos un coche que estaba quemado y a dos o tres policías alrededor. No frenamos, seguimos camino, y cuando volvíamos de pescar, a eso de las 18 o 19, ya había un mundo de gente, helicópteros, y nos enteramos de que había sido José Luis Cabezas el asesinado y de que, además, el cuerpo estaba con esposas atadas al volante. En realidad, todavía no se sabía que se trataba de Cabezas, pero había mucha gente igual. Seguimos viaje y cuando llegué a mi casa en Pinamar me llamó el jefe de la Side, Hugo Anzorreguy, y me contó que había sido el fotógrafo. Lo curioso del hecho es que esa misma semana, en ese mismo municipio, habíamos alquilado un club y yo había convocado a la mayor parte de los gobernadores del país porque pensaba lanzar mi candidatura presidencial. En el primer momento se levantaron voces en distintos lugares echándole la culpa al empresario Alfredo Yabrán. Yo la verdad es que no sabía. En ese momento empezó todo. Convoqué movilizaciones en la provincia y apareció el abogado de la familia. No nos conocíamos, pero fuimos tomando confianza inmediatamente porque era muy buen abogado.

–¿Quién era Yabrán?

–Había mucha gente que tenía relaciones con Yabrán. Si bien no era conocido, era un hombre muy relacionado con políticos y poderosos. Un hecho que lo describe es, precisamente, algo que ocurrió con el abogado de la familia Cabezas. Yo había trabado una buena relación con él porque en ese momento puse toda la provincia a su disposición para colaborar y ayudar. Recuerdo que un día vino a verme y me dijo: “Gobernador, Yabrán quiere una reunión conmigo, ¿qué le parece?”. Le dije que fuera. Resulta que, en la entrevista con Yabrán, él le dijo que lo quería contratar para que fuera abogado de él porque decía que era el mejor abogado joven. Le dijo que iba a pensarlo. Estaba muy impresionado por la presencia de ese hombre y por la forma en que se manejaba. Cuando llegó al encuentro le dio un portafolio con dinero, no recuerdo cuánto era el monto. Después, con ese portafolio, vino a verme y me dijo: “¿Qué hago?”. Le dije que no se lo devolviera, que se lo quedara, y así sucedió. Ese tipo no merecía nada.

–¿Cómo tomó la noticia de que Yabrán se había suicidado?

–No me acuerdo el momento justo. Me enteré y creo que, como a todos los muertos célebres, le llegó el mérito. Algunos decían que no estaba muerto, otros que estaba muerto, pero había información que venía de la provincia que confirmaba que era él. Así fue la historia. Acá, en el país, estaba todo complotado, y un día la familia y el abogado decidieron hacer la denuncia en Estados Unidos. Yo fui personalmente al Congreso de la Nación a pedir que se aprobara una ley, que fue muy famosa, para poder pagarle una recompensa a la gente que diera información.

–Mencionó al ex presidente Carlos Menem y dijo que, casualmente en ese momento, usted estaba queriendo lanzar su candidatura a presidente. ¿No cree que el asesinato tuvo que ver con eso, que hubo una intención de Menem de entorpecer su candidatura?

–Quiero pensar que no. No gano nada pensando eso. Siempre digo que lo que ha pasado no puede ser modificado. Para mí es mejor pensar que no, sin averiguar nada, porque ya es tema terminado. Soy partidario de que siempre hay que pensar más en lo que viene que en lo que pasó. Yo a Menem, a pesar de que hemos tenido problemas, siempre lo he querido. Suelo establecer relaciones humanas con la gente que tengo cerca, y quiero pensar que no, que en todo caso eran los que querían que Menem repitiera la candidatura presidencial porque les convenía a ellos.

–¿Considera que hubo complicidad política más allá de que no haya sido el propio Menem el que dio la orden?

–Puede ser, sí. Puede ser.

–¿Cree que el asesinato alteró el escenario político y que influyó en todo lo que sucedió después en el país?

–No. En esa época ya había empezado la degradación moral, que es una de las causas principales de la decadencia argentina. En ese momento comenzaba a crecer de forma cuántica la tecnología. Se ha escrito mucho sobre esa relación entre el crecimiento tecnológico y la degradación social. Cada vez peor, son problemas latinoamericanos. El tema de la corrupción ha desgarrado Latinoamérica.

–En su momento también dijo que el crimen no era responsabilidad del propio Yabrán sino del entorno y de sus custodios, que actuaron por su cuenta. ¿Lo sostiene?

–No, no. Puede ser que lo haya dicho en algún momento de mucha confusión. Había una organización, Los Pepitos se llamaba, de Mar del Plata. Puede que en algún momento haya estado confundido, pero no. Con el tiempo me convencí de que no eran los custodios, de que Yabrán era el responsable del asesinato de Cabezas.

–Una de las cuestiones que más se recuerdan del momento en el que usted fue gobernador de la provincia de Buenos Aires es de la Policía Bonaerense y de las operaciones y el accionar espurio que llevaba adelante esa fuerza. Usted dijo que esa era “la mejor policía”. ¿Qué piensa hoy, 25 años después, de la Bonaerense y de cómo se manejó en ese momento?

–Ese dicho es cierto. En Avellaneda, la policía había planteado un estado de pasos caídos y yo fui a levantar esa medida donde estaban los amotinados. En ese contexto les dije eso, pero no es lo que pensaba ni era la realidad. A veces en los amotinamientos uno dice cosas para tratar de solucionar un problema, pero no fue así.

–Y con respecto al caso Cabezas, ¿no cree que tuvo que ver la Policía Bonaerense?

–No, en este caso, no. En este caso, como en tantos otros, la responsable fue la gente de la banda de Los Horneros, el grupo de La Plata. Ellos fueron los asesinos. Puede haber tenido alguna participación alguno de los miembros de la Bonaerense. No recuerdo si alguno fue condenado, pero no creo que sea lo más importante en este hecho.

–A 25 años de lo sucedido quería pedirle una reflexión acerca del rol del periodismo y del fotoperiodismo. Cabezas estaba trabajando y terminó pagando con su vida. ¿Qué opina de eso?

–Lo que demostró ese asesinato es la salud del pueblo argentino. Hay países, como México, en los que nos enteramos que matan a diez o quince periodistas por año. Acá nunca había pasado, y cuando sucedió, el reclamo fue permanente, en las canchas de fútbol, en las calles, en todas partes. Eso habla, por lo menos en aquella época, de la salud de la sociedad argentina.

–Hace poco se cumplieron 20 años de la crisis de 2001 y de la caída del gobierno de Fernando de la Rúa, estallido que ocurrió pocos años después del asesinato de Cabezas y poco antes de que usted fuera presidente. ¿Cómo ve el panorama político hoy?

–No quiero hablar de eso. Del pasado ya hablamos bastante.

Escrito por
Melisa Molina
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