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Caras y Caretas

           

“Una organización popular potente sostiene gran parte de lo que sucede hoy en el país”

Verónica Mastrosimone es fotógrafa, documentalista, docente y hace 25 años se dedica al fotoperiodismo. Con la intención de revalorizar los archivos de sus colegas y poner en discusión la administración del patrimonio fotográfico, emprendió la búsqueda de una serie de registros sobre las fatídicas semanas de diciembre de 2001, que ahora son parte de una impactante muestra fotográfica en la Casa del Bicentenario.

Para la exposición “2001: Memoria del caos. De la atomización a la organización popular”, la fotógrafa, documentalista y docente Verónica Mastrosimone realizó la curaduría de fotografías y videos que trazan un recorrido a través de la memoria sobre las paredes de la Casa Nacional del Bicentenario. Imágenes de bancos tapiados, protestas, represión y trabajadoras de fábricas recuperadas visten la muestra, que también cuenta con exposiciones y charlas con fotoperiodistas y artistas.

La exposición marca un momento bisagra en el fotoperiodismo: el traspaso del formato analógico al digital. Según cuenta Mastrosimone, el trabajo de búsqueda y recolección de los negativos de 2001 fue parecido al de una detective. Los rollos, que en su mayoría tenían como destino los medios gráficos, estaban perdidos o desperdigados por distintos lugares. Para la curadora, es menester discutir el tratamiento del archivo y el patrimonio nacional.

La Casa Nacional del Bicentenario alojará hasta el 16 de enero los registros de algunos fotoperiodistas como Rafael Calviño, Graciela Calabrese, Nicolás Pousthomis de Subcoop, Damian Neustadt, Enrique Medina, Paloma García, Neka Jara, Verónica Gago, Florencia Vespignani, Malena Bystrowicz, Victoria Tesoriero, Marlene Wayar, entre otres.

A veinte años de las históricas jornadas de diciembre de 2001, la fotógrafa elige resaltar lo positivo: “Lo que quedó de todo eso fue una organización popular potente, que es la que sostiene gran parte de lo que sucede hoy en el país”. 

–A veinte años, encontramos muestras que, además de mantener viva la historia argentina, involucran instalaciones artísticas ¿Cómo se convierte la memoria en arte?

–Es parte de nuestra necesidad, registrar y después mostrar. El arte es un puente para poder hablar de lo que sucede, de los que nos sucedió. En el caso de la muestra, todas las fotos son analógicas, porque todo estaba hecho en negativo. Solo hay un video del Grupo de Arte Callejero (GAC), que filmaron en Súper-8. Eso también es un archivo latente, como la fotografía. Trabajar un archivo también es muy fuerte, encontrar los negativos fue difícil porque no estaban tan presentes. De hecho, hay fotoperiodistas que no tienen sus fotos, porque quedaban en las redacciones y son parte del archivo de los medios. El trabajo que tenían que hacer, revelar, escanear, copiar, ponerlas en las calles. Era tanta la urgencia para entregar el rollo que en un pasamanos se perdía. Se perdieron muchos negativos, eso fue el pie en una de las discusiones que hubo en las charlas que se organizaron: el archivo como un patrimonio que hay que tratar seriamente. 

–¿Cómo fue el proceso de armado de la muestra?

–En mayo de este año empecé a pensar en los trabajos fotográficos que había sobre 2001. En un principio, pensaba que podía encontrar más colectivos de fotógrafos. Si bien había en ese momento, el archivo de esos grupos estaba bastante desperdigado. Es una tarea que hay que hacer, está buenísima pero no era para este momento. Luego empezaron a surgir trabajos que no habían sido mostrados, o habían sido mostrados solo en libros. Es una fecha muy importante pensando en les jóvenes que tienen ahora 20 años. Yo soy docente y cuando les cuento de aquellos días parece que estoy hablando de una historia de ficción. Saben que sucedió esto pero no llegan a dimensionar qué crisis estábamos pasando, qué tan grave fue la represión, qué tan fuerte fue ver a toda la gente en la calle. 

–¿Cuánto aporta la fotografía al discurso periodístico?

–La fotografía es evidencia, es una prueba. El trabajo del fotoperiodista es fundamental. En la muestra hay una foto de Enrique Medina que retrata a Jorge Demetrio Cárdenas cuando fue baleado en las escalinatas del Congreso. Cárdenas no estaba muerto en ese momento, falleció seis meses después. Esa foto es testigo de que él estaba ahí en ese momento y que lo balearon con dos balas de plomo. Para la familia, esa foto es un testimonio ante la Justicia. La fotografía es la memoria de lo que sucede, depende cómo utilizamos esa memoria. Estamos en una era de sobreinformación, todos podemos hacer fotos, tenemos que empezar a ver qué hacemos con toda esa información. La muestra es eso: tenemos el registro, tenemos las acciones, los archivos, y decimos “bueno, paremos a pensar, a dialogar”.

–¿Cómo se adaptó la performance del Grupo de Arte Callejero a la muestra analógica?

–El trabajo de curaduría es como el de una detective. Al principio parece como un juego, después deviene más responsabilidad. La acción del GAC la encontré en YouTube y me pareció algo increíble. El formato, en blanco y negro Súper-8, tenía que ver con la fotografía que estaba pensando para la muestra. La exposición tiene esa cosa de la fotografía colgada en las paredes, que hay que mirar, con tiempo. Le faltaba algo de acción y, si bien los soldaditos están colgados y no se mueven, te generan en el cuerpo una inquietud. La fecha de la acción fue el 19 de diciembre de 2001, pero parece un poco más antiguo por las corbatas, las maneras de vestirse, los colectivos. Ellas cuentan que lo iban a hacer en el Tedeum, pero se suspendió y decidieron hacerla ese día en un edificio del centro porteño. Una hora después se declaró el estado de sitio. 

“Invasión” se llevó a cabo el 19 de diciembre de 2001, y tuvo como objetivo denunciar la crisis política y económica que se vivía por entonces.

–Eva Cabrera fue elegida este año presidenta de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA). En los ochenta años de historia de la asociación, es la primera mujer en ocupar este cargo. ¿Cómo se transformó la situación laboral de las mujeres dentro del fotoperiodismo en estos veinte años?

–Cambió muchísimo con el feminismo. El fotoperiodismo siempre fue un lugar machista. Nos costaba mucho estar en la calle, adelante en las notas, porque había empujones, insultos. A mí me costó encontrar trabajos de mujeres en la calle durante esos días de 2001. Hablé con muchas fotoperiodistas y contaban que habían sido madres hacía poco, o estaban embarazadas, o no las dejaban salir de la redacción. Esa sensación de cuidado hacia las mujeres que ya no existe tanto. Hoy entendemos que también en la calle podemos trabajar. Siempre son las mujeres las que terminan resistiendo en las crisis. En 2002, por ejemplo, estrenamos el documental Piqueteras, que se trataba de las puebladas de 1997 y 1998, y al que en un principio íbamos a llamar Piqueteros. Cuando fuimos allá nos dimos cuenta de que los hombres estaban desocupados, deprimidos, y que fueron las mujeres las primeras en salir a la ruta. Un poco pasó lo mismo en 2001 en distintos puntos del país: las mujeres hacían las ollas populares, llevaban a los pibes al corte de ruta, discutían sobre quién hablaba ante la prensa. Ahora es imposible que las mujeres no estemos en las calles.

–Hay una frase popular que dice “Argentina es el país en el que cada diez minutos cambia todo y diez años después no cambió nada”. ¿Qué cambió a veinte años de 2001?

–Cambiaron muchas cosas. Veníamos de políticas neoliberales de ajuste y la gente dijo basta porque no había plata, no había billetes, no había cómo comprar. Por eso está bueno recordar y hablar de aquel momento. Lo que quedó de todo eso es la organización popular. Los barrios ahora están organizados y todo viene de una práctica que surgió en aquellos momentos, me parece algo para celebrar. Por eso la muestra se llama “De la atomización a la organización popular”.  Hoy, por ejemplo, los recicladores están organizados y son los que están pidiendo una ley de envases para que su trabajo sea digno. La política intenta hacer una diferencia para que no parezca que son siempre los mismos. Pasamos por el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner que marcó una diferencia con lo que veníamos viviendo. Les jóvenes durante esa época estuvieron acompañados por políticas que los protegían. De lo que no nos damos cuenta es que venimos de un gobierno en el que no teníamos Ministerio de Salud, y de eso hay que acordarse. Yo dejaría más a la luz lo positivo: en ciertos sectores hay una organización popular potente que es la que sostiene gran parte de lo que sucede hoy en el país. 

SOBRE LA MUESTRA

“2001: Memoria del caos. De la atomización a la organización popular” se puede visitar en Riobamba 985 (CABA), hasta el 16 de enero de 2022, de jueves a domingos de 16 a 20.

Agenda de actividades
INAUGURACIÓN + MÚSICA. Viernes 26 de noviembre a las 18.30. Malena D’Alessio y banda. 

CICLO CONTACTOS.

Charla #1 La imagen justa. Viernes 3 de diciembre a las 17. Pepe Mateos + Mariana Eliano. En un momento en que invaden las imágenes y abundan por doquier, aparece la necesidad de detenerse a pensar cuál es el valor del fotoperiodismo, de las imágenes como documentos de la historia y de los fotoperiodistas como agentes activos en la construcción de la historia. ¿Cómo hablaríamos de los 90 sin las fotografías que nos ayudan a describir el hambre y las necesidades básicas descubiertas a flor de piel? ¿Cuáles son esas imágenes que no podemos permitir que pasen al olvido? Pensemos en la importancia de las y los trabajadores de prensa que ponen el cuerpo y contribuyen a encontrar justicia, ese cuerpo/cámara testigo que teniendo en aquel entonces un número limitado de posibilidades, supo esperar el momento justo para tomar la imagen que hoy forma nuestra memoria colectiva.

Charla #2 Diálogos. A veinte años de 2001. Martes 7 de diciembre a las 18.30. Ricardo Aronskind + Alicia Montoya + Federico Tonarelli + Agustina Ruiz Barrea. Un panel que se propone pensar y construir memoria tomando como ejes la economía, el trabajo y la cultura.

Charla #3 Memoria para armar. Viernes 10 de diciembre a las 17. RES + Cristina Fraire. Cristina Fraire tiene guardada en su memoria las imágenes vividas en 2001. Para Res, la memoria tiene espacios de olvido. Ambos trabajan y accionan para pensar y pensarse en relación con la historia argentina. Mientras tanto, ¿cómo pensamos la memoria en relación a la velocidad del tiempo que marca lo digital que no tienen que ver con el tiempo de nuestros pasos?

ENCUENTRO EN EL PATIO. Domingo 5 de diciembre a las 17. Encuentro de mujeres fotógrafas. ¿Cuáles fueron los cambios que a partir de 2001 se generaron en el ámbito del trabajo profesional?

CINE. Domingos 5, 12 y 19 de diciembre a las 20.30

Ciclo 2001, a 20 años del estallido

Se proyectarán: Tirar del Carro. Dir. Constanza Niscovolos; Un día de suerte. Dir. Sandra Gugliotta; 19/20. Dir. Sebastián Menassé, Carolina Golder, Mariano Tealdi y Florencia Gemetro.

TEATRO.

Sábados 4 y 11 de diciembre a las 20. La vergüenza de haber sido, el dólar de ya no ser. Con actuación y dirección de Alberto Ajaka.

Viernes 17 y sábado 18 de diciembre a las 20. Recorte de Jorge Cárdenas cayendo. Una creación de Compañía Terceto. Danza + Circo + Teatro. Dirección: Juan Pablo Gómez.

Escrito por
Juan Piterman
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