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Caras y Caretas

           

HUELLAS DE UN POLIFACÉTICO

Entre el poeta y el periodista, entre el tanguero y el guionista, entre el militante y el artista, Homero Manzi constituyó su plural y coherente obra. Distintos actores culturales remarcan sus aportes.

Sé que hay lágrimas largamente preparadas para mi ausencia. Sé que mi nombre resonará en oídos queridos con la perfección de una imagen y también sé que a veces dejará de ser un nombre y será sólo un par de palabras sin sentido”, escribía Homero Manzi en Definiciones para esperar mi muerte, promediando abril de 1951, cuando el cáncer avanzaba en su cuerpo con un final irreversible.

Es indiscutible, setenta años después, el reconocimiento que este santiagueño desterrado en la porteñidad del sur de la ciudad de Buenos Aires alcanzó en espacios culturales y políticos, teóricos y prácticos, relativos al campo nacional y popular. En estas líneas de homenaje, lo reafirmarán sus colegas Lidia Borda y Patricia Malanca, desde el tango; Ricardo Lopa, desde la pluma, y Gustavo Provitina, desde el cine; relatando sus primeros acercamientos y posteriores valoraciones a la diversa producción cultural del artista.

“El primer tango que interpreté en mi vida, en la escuela, fue ‘Malena’. En mi casa se escuchaba mucho tango, pero de la vieja guardia. Yo me planté más cercana a la segunda generación de poetas. Manzi es el poeta total, con él y con Discépolo caminé la adolescencia. Gracias a este proyecto escolar empecé a indagar también en los casetes de los padres de mis amigas y ahí lo fui descubriendo”, recuerda Patricia Malanca, tanguera del sur del conurbano al que sólo el río Matanza-Riachuelo lo separa de las calles que solía caminar aquel poeta del 2×4.

Para describir a este polifacético artista, Patricia abre tres caminos: el Manzi periodista, productor de geniales crónicas de época; el Manzi poeta, capaz de absorber las mejores influencias, entre ellas, García Lorca, y el Manzi feminista. “Fue un avanzado. Las mujeres que hoy hacemos tango podemos seguir cantándolo sin problemas porque nos trató muy bien. No ocurre generalmente con otros poetas de la época. Fue un feminista, sin duda. Cuando me preguntan qué hubiera querido ser, siempre respondo Manzi”, agrega.

Por su parte, la cantante y docente Lidia Borda también encuentra su primer acercamiento a la obra de Manzi en la niñez, pero esta vez de manera anónima. Sin conocer quién era el autor, solía cantar “Barrio de tango” mientras cruzaba las vías del ferrocarril para ir a visitar a su padre. El tango siempre estuvo presente en su familia, tanto musicalmente como en todo aquello que lo excede, la atmósfera que rodea al género y que la intérprete denomina “tanguidad”.

Para Borda, si bien existen distintos escritos y manifiestos sumamente recomendables, el mayor legado de Manzi se da por su poesía: “Esa mirada aguda de los personajes de aquella Buenos Aires cargados de un profundo pensamiento. Manzi resume en su poesía toda su formación política y social; pero no sólo la suya, sino la de su entorno y sus realidades”.

Ricardo Lopa, historiador y autor de Cátulo Castillo. Un porteño de Boedo (2011) y Sur (2014), entre otros títulos vinculados al tango y la ciudad, describe a Homero Manzi como un narrador y actor social en simultáneo, imposible de pensar el uno sin el otro. Un hombre de persistentes convicciones con una marcada fidelidad hacia sus afectos: desde la Añatuya santiagueña hasta su Barrio Sur. “Manzi actuó y dejó huella en muchos aspectos; pero fue fundamental el camino que trazó con sus letras para tangos. Nunca pretendió ser un hombre de letras, sí escribir letras para los hombres (y mujeres). Es por eso que perdura”, agrega.

En su carácter multifacético, Manzi se desarrolló como crítico, guionista y director de cine. Desde este sector cultural, lo recuerda y describe el director Gustavo Provitina: “Yo comencé como cronista de tango a los doce años en Radio Provincia de La Plata. En esa época lo descubrí, pero conocí su obra en profundidad con mi tesis de graduación de la carrera de Cine. Me interesé en Manzi por las temáticas que atraviesa. Su obra es un epigrama de todas las desapariciones. No se queda en el lamento por lo que se ha perdido, si no que avanza en la certeza y en la conciencia irremediable de la pérdida. Va más allá de la queja”.

Provitina remarca que el rol de periodista es el que lo acercó a Manzi al cine. Fundó Artistas Argentinos Asociados y, con Francisco Petrone y Lucio Demare, empezó a trabajar en una serie de películas de carácter revisionista. “Luego, llega a la dirección casi necesariamente como consecuencia de sus guiones y su política. Pero no logró profundizar allí, ya que murió al poco tiempo. Con su desaparición y la de Discépolo, se esfuman las figuras poéticas comprometidas con una visión nacional y popular. No vuelven a verse referentes similares a ellos”, agrega Provitina.

HOMENAJEANDO

La huella que Homero Manzi dejó en diversos sectores culturales y en una infinidad de artistas provocó que su obra, muchas veces como homenaje, otras como agradecimiento y algunas como objeto de investigación, sea interpretada, analizada y agasajada tras su muerte.

En 2010, Lidia Borda grabó Manzi. Caminos de barro y pampa, un disco que cuenta con doce interpretaciones que van desde las cuecas hasta las chacareras. El proyecto surgió por una convocatoria del Ministerio de Cultura de la Nación para realizar obras referidas al autor. “Me enamoré tanto de sus letras y sus pensamientos que comencé a analizarlo en profundidad. Presenté el proyecto con varias canciones desconocidas, de su repertorio más campero. Este es un costado hermoso de Manzi, que lo une con su infancia en Añatuya”, describe Borda, quien al año siguiente obtuvo el Premio Gardel como mejor artista femenina de tango por este disco.

Te imagino, Homero es una obra escrita por Ricardo Lopa y publicada por Centauro Ediciones, en la que el autor se ficcionaliza y recrea encuentros, charlas y caminatas por los mismos sitios que el poeta recorría. “Como ciudadano caminante de Boedo, Parque Patricios y Pompeya, siempre tuve la sensación de que las baldosas que voy pisando tuvieron como transeúnte preexistente al Homero vecino. Y así me imaginé, compartiendo una mesa con el Barba, café de por medio, papel, lápiz, y él confesándose en un tango”, agrega Lopa.

Por su parte, Patricia Malanca también dejó plasmada su admiración a Homero en una pista. En 2016, incluyó en Bucles, su tercer disco, una letra inédita de Manzi: “Horizontes”. “Elegir entre sus temas siempre es difícil. “Negra María” es un candombe que cuenta una realidad con un contraste de una manera increíble, “Romance de barrio” es otro indiscutido, “Fuimos” es espectacular. Pero para el disco quería algún inédito que nadie hubiera tomado. Y “Horizontes” es un tangazo. Apenas me lo acercaron dije ‘es este’”, recuerda Patricia.

Por último, Gustavo Provitina le dedicó dos de sus producciones, en 2007, el cortometraje Homero Manzi a contraluz y, tres años más tarde, el documental El sur de Homero. El primero de los trabajos nace en el contexto de la Academia Nacional del Tango; el segundo surge de la necesidad de mostrar, también, los aspectos políticos de la vida de Homero. “En este ensayo recorro su historia política y las dicotomías que señalaba desde Forja. Muestro los aspectos más rebeldes de Manzi, como la toma de la Facultad de Derecho, que muchas veces quedaban esmerilados por su figura tan fuerte vinculada al tango. Fue una persona con inquietudes renacentistas, tan polifacético que parece haber vivido varias vidas en una. Se fue con una obra donde no hay un solo verso para reprocharle, ni una visión machista, ni injusta frente a la figura femenina. Todo en él estaba teñido de un profundo humanismo, y eso es coherencia”, detalla el director.

Escrito por
Damián Fresolone
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