Sólo en la última semana, el precio promedio de la carne vacuna se incrementó 1,3 por ciento, según la consultora LCG, un aumento que se suma al 6,4 por ciento de suba registrado en enero y a las remarcaciones que ya se venían observando desde las semanas previas a Navidad.
Es un fenómeno que altera el ánimo de los consumidores y que llevó al Gobierno a sentarse en la mesa con los principales frigoríficos exportadores para terminar acordando la entrega de ocho cortes populares (asado, vacío, matambre, falda, roast beef, tapa de asado, carnaza, cuadrada), con rebajas de entre 12 y 30 por ciento, que se suman a los dos cortes que participan del programa Precios Cuidados (picada común y espinazo).

Las primeras evaluaciones oficiales del programa de precios acordados para el sector cárnico son alentadoras, tanto en cuanto al abastecimiento como la baja de precios.
“En líneas generales, se registró un alto grado de cumplimiento por parte de los supermercados, aunque en algunos puntos de ventas se detectó menos stock del acordado, situación que fue advertida por los fiscalizadores y comunicada a la Secretaría de Comercio Interior”, destaca un comunicado del Ministerio de Desarrollo Productivo fechado el 15 de febrero.
Y concluye que “se detectó un alto cumplimiento de precios, stock y calidad en el acuerdo de carnes en fiscalizaciones en todo el país”. El acuerdo fue posible gracias al diálogo con los principales exportadores, para que vuelquen al mercado interno, con precios mejorados, los cortes que no se embarcan al exterior.
Cada vez en más sectores empieza a verse la incidencia de los precios internacionales en las góndolas y locales minoristas en el mercado doméstico. Y también se observa una intervención del Gobierno para intentar “desacoplar” los precios locales de los valores de exportación. Pasó con el maíz, el aceite y ahora con la carne vacuna.

CUESTIÓN DE PRECIO
Si bien siempre puede haber algún componente especulativo de los diversos eslabones de una cadena de valor, lo cierto es que, en gran medida, la suba del precio de la carne bovina puede atribuirse a los efectos no deseados de la covid-19.
La clave habrá que buscarla en la tendencia alcista que experimentaron las principales materias primas agrícolas, con precios internacionales de la soja y maíz, y en menor medida el trigo y otros cereales, que se ubican en sus máximos en más de seis años, más concretamente, desde mediados de 2014.
Lo que para los productores agrícolas es una muy buena noticia, por el mayor valor esperable de la cosecha, también lo es para el fisco, que recaudará más en concepto de derechos de exportación o retenciones. Pero para los productores bovinos –también porcinos y avícolas– esto se traduce en un fuerte encarecimiento del alimento utilizado para el engorde final.
Tras siete meses de lactancia, y siete a diez meses de recría en pasturas naturales, a los animales “hay que hacerles unos 100 kilos de carne adicionales”, un proceso que usualmente se hace en corrales de terminación. Son los llamados feedlot, con alimentación a base de maíz o sorgo.
“En sólo cinco meses el maíz en Chicago pasó de 125 a 205 dólares la tonelada”, asegura Víctor Tonelli, experto en el mercado cárnico. Con el precio del maíz al alza, los feedlots comenzaron a tener menos ocupación. “Sube el precio de la carne por faltante de animales”, explica Tonelli.
Hoy existe una menor oferta de kilos de carne disponibles en el mercado interno y, siguiendo la relación entre precio y cantidad, el resultado es que el asado y el vacío subieron en la carnicería, por decirlo de manera sencilla y brutal.
“Esto no se arregla al menos hasta abril porque el proceso de engorde lleva cuatro meses en promedio”, destaca el analista, y aclara que “el precio no ha subido más porque no hay plata”.
Según el último informe sobre precios de la carne, elaborado por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), en enero los precios de los distintos cortes “mostraron, en promedio, subas significativas, del 6,4 por ciento respecto de diciembre de 2020”, y añade que en el primer mes del año los incrementos “se ubican un 73,2 por ciento por encima” de los valores de 2020. Esto es nada menos que el doble que la inflación anual medida por el Indec, que trepó a 36,1 por ciento entre enero y diciembre del año pasado.

A EMBARCAR
Entre enero y diciembre de 2020, las exportaciones de carne vacuna alcanzaron las 897.500 toneladas equivalente res con hueso, récord histórico según fuentes calificadas del sector. Gracias a esos embarques, el país ingresó 2.710 millones de dólares y unos 244 millones en concepto de retenciones.
Pero no todo es motivo de festejo. Según el relevamiento del IPCVA, “las exportaciones de carne bovina del año 2020 se posicionaron un 8,5 por ciento por encima de las del año 2019, en volumen; y, sin embargo, resultaron un 12,5 por ciento inferiores en valor a las del año anterior”.
Esto se debió a que el precio medio de venta al exterior en 2020 resultó 19,4 por ciento inferior al de 2019, sostiene el IPCVA.
La baja del precio internacional se explica por la menor demanda del exterior en el contexto de pandemia, en el que los países de la Unión Europea, donde se envía la cuota Hilton (28.000 toneladas al año), con cortes de calidad y muy buen precio (lomo, bife angosto y cuadril), bajaron mucho su demanda por las restricciones impuestas a la actividad turística y gastronómica. Son carnes enfriadas sin hueso, para evitar la transmisión de enfermedades.
Así, mientras en 2019 se colocaron en promedio a casi 11.000 dólares la tonelada, el año del coronavirus el precio cayó a niveles entre 6.000 y 7.000 dólares, y además con semanas enteras de demanda frenada.
Lo que en alguna medida compensó esta baja fue la aspiradora china, que el año pasado se llevó el 75 por ciento de todas las exportaciones de cortes refrigerados con hueso, pero de mucho menos valor. Mientras en 2019 llegó a pagarse 4.900 dólares la tonelada, a fin de 2020 el valor apenas superaba los 3.400 la tonelada.

La buena noticia es que más allá de la caída de precios, las exportaciones de carne vacuna vienen creciendo en los últimos tiempos. Según el IPCVA, el último año las exportaciones cárnicas se incrementaron en 48.500 toneladas, aun en el contexto de pandemia.
“Para este año se esperan no más de 750.000 toneladas equivalente res con hueso, que pese a la baja será el tercero o cuarto año en términos históricos”, asegura Tonelli.
Destaca que “la demanda está firme” y que “empezaron a subir algo los precios internacionales”. Un buen dato tras la caída de dos dígitos registrada en 2020. Las buenas noticias para el sector podrían llegar a partir de abril, si cede un poco la epidemia o avanza en forma consistente la vacunación contra la covid-19.
“Esperamos una recuperación de la gastronomía y el turismo en Europa”, apunta el analista. Y hay expectativas a nivel de precios que se están acercando ya a los 10.500/11.000 dólares la tonelada.
Otro mercado bajo la lupa es Estados Unidos, donde la Argentina tiene acordada la exportación de cortes de calidad por 20.000 toneladas anuales sin arancel. No es poca cosa, porque el excedente sobre ese volumen debe tributar el 26 por ciento sobre el precio de exportación. Mientras tanto, habrá que engordar el ganado para aprovechar la oportunidad.