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Caras y Caretas

           

“DIEGO HACÍA MAGIA, COMO EN UN CUENTO”

Campeón en el 86, compartió ese y dos mundiales más con Maradona. También jugó en Racing, River y Boca. Desde Saladillo, el Vasco Olarticoechea recuerda al Diez desde adentro, con cariño y con orgullo.

Julio Olarticoechea vive en Saladillo, la ciudad donde nació hace 62 años. Además de haber jugado para Racing, River y Boca, entre otros equipos, el Vasco disputó los mundiales de España 82, México 86 e Italia 90, los tres junto con Diego Maradona. Antes, habían compartido el plantel de la Selección Sub-20 que participó en el Sudamericano de Venezuela.

–¿Qué impresión te causó Diego cuando lo conociste en el Juvenil del 77?

–Tuve el orgullo de arrancar mi carrera prácticamente junto con la de Diego, y en el 77 fuimos a jugar con la Sub-20 a Venezuela. No nos fue bien, no gravitó tanto en ese Juvenil. Recuerdo que salió campeón Uruguay, que eran unos muchachos que veíamos mucho más grandes que nosotros, no sé si habrá habido falsificación de documentos…

–Fue cuando Maradona te bautizó.

–¡Claro! Yo en ese momento estaba haciendo la colimba en Tandil, estaba pelado, una cosa horrible, y me dieron permiso para salir y sumarme al Juvenil, entonces fui al hotel Los Dos Chinos, ahí en Constitución, donde concentraba el plantel. Y no bien me vio entrar, Diego comentó en voz alta para que escuchara el resto de los muchachos: “¡Che, miren, ahí viene Curly!”, por el pelado de Los tres chiflados. Por supuesto, todos largaron una carcajada y por un tiempo fui Curly. Esa fue mi primera experiencia con él. Era muy divertido, muy ocurrente, tenía mucho ingenio para decir frases o poner sobrenombres.

–En el 81 se enfrentaron, Diego en Boca y vos en River. ¿Qué recordás de ese partido?

–Yo en River jugaba de 3, por eso no recuerdo que hayamos estado mano a mano, pero sí recuerdo un partido anterior, yo estaba en Racing y él en Argentinos Juniors: le hice marca personal, ganamos 5-2 en cancha de ellos y después declaró que yo había sido el que mejor lo había marcado, y sin pegarle. Eso, por supuesto, me dio mucho orgullo.

–Después se volvieron a encontrar en la Selección mayor, la época en que lo volvías loco con tus ronquidos.

–Jaaaaaa… En una gira previa al Mundial 82, el Flaco Menotti nos había puesto en la misma habitación, y como yo roncaba mucho él pidió que me cambiaran. Me fui con Ramón Díaz, y Diego se quedó con el Checho Batista. Había que cuidarlo. Unos años después, cuando el técnico ya era Bilardo, también nos tocó compartir la habitación en Suiza, antes de un amistoso contra Italia, y me acuerdo de que una mañana me desperté muy temprano, como a las seis, y no me podía dormir, entonces me levanté en silencio, muy atento para no hacer ningún ruido, y bajé al bar del hotel. En una mesa estaba Valdano, leyendo, como siempre. Me acerqué, le conté de mi preocupación por no despertar a Diego y le dije una frase que él después escribió en un libro: “Si esta noche Diego juega mal por mi culpa, cómo se lo explico al mundo”.

–¿Cómo demostraba Maradona su liderazgo?

–Diego era un líder dentro y fuera de la cancha. Era el plus que tenía, por eso Carlos Bilardo, no bien asumió como entrenador de la Selección, le dio la capitanía, para potenciarlo más, y él lo hizo de la mejor manera. Se imponía sólo con su presencia.

–¿Con qué acciones, con qué gestos demostraba que era el capitán y líder del grupo?

–Con muchas. Cuando había que hablar con algún dirigente, por ejemplo, para discutir los premios o las condiciones de alguna gira, él no tenía ningún problema en hacerlo. Los encaraba y les decía las cosas sin filtro, sea quien fuere la persona que tenía enfrente. Podía hablar con Julio Grondona, con un político o con un gobernante, pero siempre decía lo que pensaba. Y nosotros nos sentíamos defendidos por él. Una vez, una marca quería hacer una publicidad sólo con Diego, y él les dijo: “La hace todo el grupo o no la hago”, y no la hizo. En el grupo del 86 la mayoría de los jugadores éramos o habíamos sido capitanes en nuestros equipos, y Diego era el capitán de todos. Es fundamental que un plantel tenga un líder con esa personalidad. Esa también es una de las diferencias que tuvo con otros grandes jugadores.

–¿Recordás alguna charla, alguna arenga que les haya dado antes de un partido?

–Diego no hacía arengas grupales como las que hacen ahora, que están todos los jugadores en ronda y el capitán les habla. Antes de los partidos nos hablaba a cada uno en forma individual, nos abrazaba y nos decía “vos sos el mejor” o “Fulano no te va a pasar en todo el partido”, cosas así. Era la manera que tenía para potenciarnos.

–Un par de semanas antes de que Diego muriera propusiste un homenaje, una estatua en el predio de la AFA. ¿Qué te impulsó a sugerir ese tributo en ese momento?

–Diego nos tenía acostumbrados a que cada tanto tenía alguna recaída, algún problema de salud, y siempre salía bien de todo lo que le pasaba. Pero el día de su cumpleaños, cuando lo llevaron a la cancha de Gimnasia, no lo vi nada bien y me dio mucha pena. Por eso propuse que la AFA le hiciera una estatua, porque soy un convencido de que los homenajes hay que hacerlos en vida. Una vez que nos morimos somos todos buenos y lindos, pero ya es tarde. Es lo que está pasando ahora, todo el mundo le hace homenajes.

–¿Te emociona ver la repercusión que tuvo su muerte en el mundo?

–Por ahí los que jugamos al lado de él no nos damos cuenta de lo que fue. Ahora que veo todo lo que está pasando, a veces pienso: “¡Estuve en tres mundiales con Diego, salí campeón con él, qué orgullo!”.

–¿Cómo te enteraste de que Diego había fallecido?

–Todos los mediodías salgo a andar en bicicleta o a caminar, y en ese momento estaba en la bici cuando me llamó mi hija para avisarme. Lo primero que le pregunté es si estaba segura, porque no era la primera vez que anunciaban algo así. Me lo confirmó, entonces dejé la bicicleta tirada por ahí y seguí caminando por el campo, entre lágrimas y sonrisas caminé como dos horas, más de lo habitual, pensando en todos los momentos que había compartido y disfrutado con él.

–Los campeones del 86 tienen un grupo de WhatsApp. ¿Qué pasó cuando se enteraron de la muerte de Diego?

–Hacía tiempo que Diego ya no estaba en ese grupo, un día se enojó por una discusión futbolística y se bajó, por eso no teníamos contacto con él. Cuando nos enteramos empezamos a mandarnos mensajes, no lo podíamos creer. Recordábamos historias, anécdotas. Y cambiamos la foto del grupo: antes teníamos la de Cuciuffo y el Tata Brown, los dos muchachos que habían fallecido, y ahora agregamos la de Diego. En cada mensaje que nos mandamos los vemos a ellos.

Si en algún momento les tenés que contar a tus nietos quién fue Diego Maradona, ¿cómo lo definirías?

–Les diría que era mágico, que era un hombre que jugaba a la pelota y, como en un cuento, hacía magia.

Escrito por
Claudio Gómez
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