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Caras y Caretas

           

“LOGRAMOS IDENTIFICAR LA HUELLA DIGITAL DEL VIRUS”

Como investigadora del Laboratorio de Virología del Hospital de Niños “Dr. Ricardo Gutiérrez”, Mariana Viegas trabaja en la secuencia del genoma del coronavirus. La pelea contra las fake news.

Mariana Viegas no disimula su entusiasmo. No bien corren los primeros segundos de la conversación, la investigadora del Laboratorio de Virología del Hospital de Niños “Dr. Ricardo Gutiérrez” explica, con claridad, uno de los avances científicos más importantes del país en la batalla contra la pandemia: la posibilidad de secuenciar el genoma del coronavirus. “Conseguimos identificar la huella digital del virus”, expone la también coordinadora del Consorcio Interinstitucional de Estudios Genómicos de SARS-CoV2, creado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que consiguió secuenciar la infección en siete regiones del país. “Aspiramos a secuenciar mil genomas de virus que han circulado en todas las provincias”, agrega.

–¿Cuál fue el punto de partida de este proceso para secuenciar el genoma del coronavirus?

–Empezó en los primeros días de enero, al registrarse los primeros casos en China. En el Laboratorio de Virología localizamos que este virus se transmitía de una manera muy rápida en la población, incluso con brotes en otras partes del mundo. Nosotros veníamos trabajando desde hacía muchísimos años, con la dirección de Alicia Mistchenko. Luego, en febrero, empezamos a optimizar la metodología para que, si el virus ingresaba al país, nosotros pudiéramos caracterizarlo. Y de hecho fue así: el virus llegó al país, se registraron los primeros casos a principios de marzo e ingresaron las muestras a nuestro hospital. Iniciamos las pruebas y en abril caracterizamos 26 cepas de coronavirus en la ciudad.

–Y, mientras tanto, se formaba el Consorcio Interinstitucional del Ministerio de Ciencia.

–Sí. Desde el Ministerio de Ciencia idearon esta iniciativa al armar un grupo de investigadores que tuviera la capacidad de secuenciar genomas, pero no sólo en la ciudad sino también en todo el país. Fui convocada para coordinar el consorcio, con la premisa de que fuera federal. Ya somos más de cien profesionales que alcanzamos a secuenciar 388 genomas de todo el país.

–¿Cuál es el objetivo esencial de secuenciar un genoma? ¿Qué significa “detectar linajes”?

–Un agente viral es una partícula que, para perpetuarse, tiene que transmitirse. Y para hacerlo, tiene que tener información genética. El genoma es, entonces, la huella digital del virus. Para entender qué es un linaje, por caso, hay que hablar de mutaciones, que son cambios en los genomas y es algo que hacen todos los virus constantemente. Y en la Argentina, principalmente, el linaje del coronavirus que ha circulado corresponde, hasta ahora, al linaje B. Y en particular, al linaje B1. Pero después de ahí, hay un montón de sublinajes, que se siguen ramificando en grupos genéticos, asociados con distintas zonas geográficas. Eso también permite entender, a partir del estudio federal, la interrelación entre los tipos de linaje. El conocimiento del genoma permite hacer un trazado de las vías de transmisión comunitaria.

–¿Hay algún vínculo de este trabajo con la producción de la vacuna contra el coronavirus?

–Sí, por supuesto. Al hacer toda esa clasificación podemos saber cómo va a ser ese virus estructuralmente, pero también cómo se va a comportar con el humano, qué reacción puede tener frente a una respuesta inmune. La evidencia científica demuestra que, por suerte, este virus no cambia tanto. Lo hace, pero no en gran medida. Entonces, la vacuna que se ha diseñado en Oxford, y que se va a producir acá, va a llevar una dosis que no será muy distinta a la que se necesite específicamente para combatir el virus que está circulando en nuestro país. Por eso es tan importante tener los datos nuestros, si no ningún avance científico de afuera serviría. Pero además de Oxford, hay que aclarar que hay otros grupos nacionales que están trabajando para producir una vacuna, por ejemplo en la Universidad de San Martín. En el Instituto Leloir también.

DEL TECHO DE CRISTAL A LAS FAKE NEWS

En medio de la entrevista, Viegas pide disculpas por tener que interrumpir la charla durante unos minutos. Es que la doctora en Bioquímica de la Universidad de La Plata también es madre de dos hijos que atraviesan el ciclo escolar desde su casa y requieren de su supervisión. “Las tareas de cuidado suelen cargarse en nosotras; no tenemos las mismas oportunidades que los hombres”, comenta. La evidencia, aquí, también la respalda: en el Conicet hay más asistentes y adjuntas mujeres, pero en los cargos superiores, la predominancia sigue siendo masculina.

–Las mujeres quedamos, siempre, en los niveles más bajos de investigación. Lo cierto es que una tiene una vida que se complica, cuesta pelearla, porque no están dadas las mismas oportunidades. Y cuesta mucho pararse ante otros colegas para que respeten la posición de una como mujer. Que yo pueda tener más experiencia que ellos, no se acepta. Y lo peor es que este no es un trabajo déspota, sino colaborativo.

–También tiene que luchar contra un sector, no sólo es local, sino de todo el mundo, que sigue creyendo que la pandemia es un invento, con miles de teorías conspirativas sobre el coronavirus. ¿Cuál es la mejor respuesta ante ese movimiento?

–El problema va más allá de una marcha o manifestación: las fake news son muy difíciles. Porque lleva mucho tiempo tratar de refutar cada una de las barrabasadas que se dicen. Y además, ante cada respuesta, se sigue reproduciendo el mensaje que se busca combatir. No creo que haya que darle lugar. Es lo mismo con el grupo antivacunas. Desde mi lugar, lo mejor que puedo hacer frente a esas cosas es hacer bien mi trabajo. Sí estoy de acuerdo con la iniciativa de un grupo de investigadores, que trabajan en otras áreas y no con el coronavirus, que armaron un grupo anti-fake news para refutar todas esas teorías. Esas cosas me parecen geniales, porque usan su tiempo para evitar obstáculos en nuestras investigaciones, una tarea que hoy nos lleva casi las veinticuatro horas del día.

Escrito por
Jeremías Batagelj
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