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Caras y Caretas

           

Nacionalización de los ferrocarriles

Un solo pitido sirivó para alegrar a toda una multitud. El primero de marzo, de 1948, el silbato de la vieja locomotora “La Porteña” anunció, en Retiro, que los ferrocarriles, ahora, eran argentinos.

La nacionalización, sin embargo, había tomado forma un año atrás, cuando Juan Domingo Perón había formalizado el pago de casi 150 millones de libras esterlinas a concesionarias de ferrocarriles, en su mayoría de capital británico. Según cuenta bien Norberto Galasso, para el Gobierno los trenes -el principal medio de trasporte por aquel entonces- eran el “eslabón inedudible” para llevar a cabo una de las principales banderas del peronismo: la soberanía económica.

También esta nacionalización sirvió para cortar con una enorme desigualdad desde los tiempos de Bartolomé Mitre: los beneficios de las empresas concesionarias de ferrocarriles. En la letra chica de esos contratos, el país le garantizaba a los compañías inglesas una rentabilidad de, al menos, el siete por ciento. Los arreglos, a su vez, eran “a perpetuidad”..

Y en ese primero de marzo, la Ciudad de Buenos Aires no dio abasto. Desde miles de ciudades y pueblos asistieron a la plaza frente a Retiro para vivir ese momento histórico de la soberanía nacional. “Ya son nuestros”, “Ahora son argentinos” eran unos de los tantos carteles que se repetían en, quizás, una de las concentraciones más numerosas de nuestra historia. Ante esa masa de gente -en algunas crónicas de la fecha se habla de un millón de argentinos presentes en Reitro- el ministro de Obras Públicas, Juan Pistarini, daba el discurso inaugurador.

Prendido a la radio estaba Perón, a quien le impidieron asistir al acto: horas antes lo habían operado de apendicitis. Por caso, Raúl Scalabrini Ortiz, uno de los intelectuales que más luchó por la nacionalización de los ferrocarriles, así lo recuerda: “Cuando el silbato de la Porteña anunció que volvía a ser argentina se abría un mundo de inmensas posibilidades”.

Todas las líneas británicas fueron renombradas. Así nació el Ferrocarril Bartolomé Mitre, la línea Sud cambió su nomenclatura por el Ferrocarril Nacional General Roca. Los próceres José de San Martín, Manuel Belgrano y Domingo Faustino Sarmiento también adquirieron su homenaje ferroviario.

Y tuvieron que pasar 65 años, que incluyó decenas de privatizaciones, milles de ramales cerrados y pueblos enteramente aislados para que otro presidente -en este caso, presidenta- retome los principios de soberanía en materia de transporte. Justamente el primero de marzo, pero del 2015, Cristina Kirchner envió al Congreso un proyecto para crear de nuevo la empresa Ferrocarriles Argentinos.

Escrito por
Jeremías Batagelj
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