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Caras y Caretas

           

LA DIETA DE LA POBREZA

¿Qué pasaría si durante seis meses sólo comiéramos los productos de la Canasta Básica Alimentaria? Un grupo de investigadores y voluntarios cordobeses está poniendo la mente y el cuerpo para mostrar los resultados.

El Proyecto Czekalinski tiene un objetivo ambicioso: incidir en las políticas públicas sobre pobreza e inclusión y lograr que se cambie la forma en que se mide la pobreza. Para ello el equipo multidisciplinario de jóvenes cordobeses –conformado por cientistas sociales, médicos, psicólogos, nutricionistas, comunicadores– puso en marcha una investigación sin precedentes, que implica que un grupo de seis voluntarios se alimente durante seis meses sólo con los productos de la Canasta Básica Alimentaria (CBA), sobre la cual el Indec mide la pobreza y la indigencia. El impacto de esta dieta en la salud se comparará con el de otras seis personas que se alimentarán de modo saludable, asesoradas por nutricionistas, y otras seis que mantendrán sus hábitos alimenticios. Durante todo el proceso, estas personas serán controladas por médicos, nutricionistas y psicólogos. A un mes de haber comenzado el experimento, los y las voluntarias ya notaron fuertes cambios en sus cuerpos y en sus estados de ánimo.

“La medición de pobreza en la Argentina es obsoleta porque tiene que ver solamente con el precio de la CBA y con los ingresos que percibe una persona al mes”, advirtió Sofía Chacón, de 31 años, licenciada en Ciencia Política y parte del Proyecto Czekalinski desde sus inicios, junto con el director de la iniciativa, el doctor en Ciencia Política e investigador del Conicet Martín Maldonado, quien además es uno de los voluntarios para alimentarse sólo con la CBA. La canasta reúne 58 alimentos que proveen 2.700 calorías diarias, y está conformada por los productos más baratos disponibles en bocas de ventas minoristas. Fue diseñada en 1985 y se implementó por primera vez en 1988. Desde entonces se mantiene vigente “sin cambios sustanciales”, aclaró Chacón.

La politóloga subrayó una contradicción respecto de cómo el Estado encara el tema de la alimentación: por un lado, se utiliza la CBA como base para medir la pobreza, y por otro, la Secretaría de Salud de la Nación sugiere Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA), “una orientación para comer de manera saludable, que incorpora cuestiones de comensalidad y el contexto en el que se alimentan las personas”, explicó Chacón. “Es bastante perverso que para medir pobreza y trabajar política pública se utilice la CBA, y para recomendar alimentos y hábitos saludables se tome GAPA”, agregó. Según los cálculos del Proyecto, comprar una canasta GAPA cuesta “por lo menos el doble de lo que sale la Canasta Básica”, indicó la politóloga.

AFIRMACIÓN Y BALANCEO CONEJILLOS DE INDIAS

Claudia Albrecht tiene 39 años, es nutricionista y participa como voluntaria para alimentarse con productos de la CBA. Pasado un mes del inicio del experimento, notó cambios en su condición física y, sobre todo, en su estado anímico. “Si bien todos los que estamos participando tuvimos variaciones en el peso –ella perdió 1,5 kilo–, algunas más significativas y otras menos, como es mi caso, no es lo que a mí más me afectó, sino que juega mucho lo emocional”, apuntó. La nutricionista explicó que debe “racionar los alimentos muy cuidadosamente para todo el mes”, lo cual implica calcular constantemente qué y cuánto comer. “Me pregunto todo el tiempo cómo lo resuelven las personas que están realmente en situación de pobreza, cómo la pasan, qué estrategias tienen que hacer para alimentarse los que realmente no tienen opción”, añadió.

El principal problema para ella no fue la cantidad de alimentos, sino el tipo de comidas que conforman la CBA.  Albrecht aseguró que, durante el primer mes, no sintió hambre porque la mayoría son alimentos “muy calóricos”. “Los vegetales se terminaron bastante rápido y después quedaron fideos, arroz, papa, que es todo hidratos de carbono”, detalló. Dadas las características de la canasta, estimó: “Ahora estamos perdiendo peso por el cambio de hábitos, pero por la cantidad de hidratos y el tipo de cortes de carne grasosos que incluye la dieta, iremos recuperando. Normalmente, cuando sufrís una rápida pérdida de peso, perdés masa muscular, y cuando lo recuperás, recuperás grasa”. En suma, la canasta mensual incluye sólo 444 gramos de yerba mate. Si bien esto no tiene consecuencias nutricionales, muestra hasta qué punto la CBA no contempla la dimensión cultural de la alimentación.

La pobre calidad nutricional de la CBA, destacó Albrecht, tiene un impacto todavía más crítico en niños y niñas: “Tiene menos calcio que el recomendado, poca variedad de frutas y hortalizas –la mitad es papa- y una carencia de vitaminas y minerales que claramente genera problemas de salud en una alimentación continuada”. Es una dieta que basta para que los chicos no estén desnutridos, pero que puede generar malnutrición: “Pueden tener exceso de peso y no con base en alimentos buenos; van a tener sobrepeso y todas las consecuencias que implica”, advirtió.

Los últimos datos del Indec revelaron que en el primer semestre de 2019 unas 16 millones de personas –el 35,4 por ciento de la población– eran pobres en la Argentina. Si se tomara como base una canasta acorde con GAPA, el número sería significativamente más elevado. Este es uno de los motivos por los cuales, para el Estado, “tomar las conclusiones de este proyecto tiene un costo político muy alto y requiere voluntad política, pero es la única manera de afrontar bien el problema de la pobreza y la inclusión”, explicó Chacón. Los índices cambiarían, pero la realidad no. Para los y las integrantes del Proyecto Czekalinski, “la primera necesidad es modificar la manera en la que se viene trabajando, cambiar el concepto de pobreza por uno multidimensional. Es la única manera de pensar políticas públicas para empezar a solucionar el problema de verdad”, concluyó la politóloga.

Escrito por
Juan Funes
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