Hubo un antes y un después de la Feria del Libro de Buenos Aires de 2014. Un nuevo grupo de lectores se mostraba como fenómeno, cobraba visibilidad. Era el último fin de semana de la Feria cuando miles de chicas y chicos de todo el país desbordaron La Rural para ver al autor de un thriller psicológico protagonizado por adolescentes que luchan por su vida en un laberinto. Un éxito editorial también apalancado por el cine. Hasta entonces no había pasado nunca que la Feria tuviera que estar abierta hasta las 2 de la mañana por la muchedumbre de fanáticos de un escritor. Mucho menos de novela juvenil. Esa noche se batió récord en firma de libros. El autor, el estadounidense James Dashner (de la saga Maze Runner), estaba feliz con sus lectores argentinos. Hasta aceptó mates y comió dulce de leche.
Al año siguiente, unos adolescentes de entre 14 y 18 años, que se habían conectado por las redes, se acercaron a la Fundación El Libro, organizadora de la Feria, para pedir una sala para juntarse y hacer un encuentro para ellos: los lectores en la red. Se había empezado a hablar de los booktubers. Ese año llegaban dos invitados extranjeros: el español Javier Ruescas y la mexicana Fa Orozco, dos estrellas con decenas de miles de suscriptos a sus canales. Las autoridades de la Fundación escucharon y cedieron al pedido de estos chicos. Y les reservaron la Sala Hernández, una de las más grandes del predio de La Rural. La presentación desbordó la capacidad y quedó gente afuera. Algo empezaba a quedar claro: se estaba ante un nuevo fenómeno. Una suerte de segunda ola luego de lo que había sido el boom Harry Potter, que a principios de este siglo había dejado claro que los adolescentes también estaban interesados en leer.
Pero lo que terminó de confirmar que ahí había algo grande fue la visita, en 2016, del youtuber chileno Germán Garmendia. La Feria, en conjunto con Penguin Random House, la editorial que lo traía, tuvo que organizar una venta de entradas especiales para el día de la firma, disponer personal y reforzar la seguridad del predio y destinar un pabellón para contener a todos los chicos y chicas que adentro y afuera gritaban y lloraban por ver a Garmendia, tan apasionados como los fans de Mick Jagger. En la sala de prensa de la Feria del Libro se recibieron pedidos para ingresar ocho móviles de televisión y más de una decena de periodistas de medios gráficos que querían cubrir el suceso. En 42 años de la Feria del libro jamás una actividad había llamado tan masivamente la atención del público. El libro de Garmendia había sido publicado en abril de ese año con una tirada de 60 mil ejemplares, de los cuales 30 mil se habían vendido la primera semana. Un número exorbitante para la industria editorial.
NUEVOS CANALES
Era necesario recoger el guante y comenzar a organizar actividades para los lectores de literatura juvenil. Y así fue como surgió una comisión especial en la Feria. Se buscaba promover la lectura juvenil con una misión clara que, si bien desde un inicio iba a contener lo que estaba pasando con la fiebre de libros comerciales ligados a la industria del cine y la fama youtuber, también buscaría acercar a esos lectores a otro tipo de autores. Los BBB (bloggers, booktubers y bookstagrammers, identificados así según la red social en la que tienen su canal) ganaron su espacio y empezaron a protagonizar los encuentros internacionales donde se recibían invitados y se elegía cada año al ganador o ganadora de la Feria. Este año se hará un solo “encuentro BBB”, el 15 de mayo en la Sala Hernández, desde las 18.30. Y habrá actividades durante toda la Feria en distintas salas y en espacios como el de diversidad sexual Orgullo y Prejuicio y Zona Futuro.
Desde su creación pasaron por estas actividades de promoción escritores argentinos, como Liliana Bodoc, Andrea Ferrari, Martín Blasco, Paula Bombara y las jóvenes Tiffany Calligaris, Pamela Stupia y Jazmín Riera. También autores internacionales, como Rick Yancey, Sophie Jordan y Romina Russell. Y booktubers, como Raiza Revelles, Clau Ramírez, Alberto Villarreal y Andreo Rowling.
“Cada Feria es un nuevo desafío. Hay que seguir el ritmo de los chicos: renovarse, cambiar propuestas, atender a nuevas tendencias. Ningún tema es tabú, la movida juvenil da cabida a todas las voces: feminismo, lenguaje inclusivo (se recibió a invitados como el lingüista Santiago Kalinowski), temas de diversidad sexual, ESI, bullying. Si es de interés para el público joven, a la Comisión le interesa. Además, la movida se traslada a otras ferias, como la Infantil y Juvenil, la de Rosario, la de Córdoba. Como los jóvenes que leen siempre, vorazmente, la Comisión trabaja todo el año, casi sin respiro. La meta es ganar más público, más lectores, más presencia de literatura argentina y también, por qué no, más entretenimiento. Una de las razones de este éxito es, justamente, que los chicos sienten que leer no es aburrido. Esto es clave en la construcción de los lectores del futuro. A ellos les pasaremos la posta para seguir promoviendo los libros en el futuro. No es poco”, dice Cristina Alemany, editora del sello #Numeral de literatura juvenil, creado a medida de los BBB, que también preside la Comisión de Actividades Juveniles de la Feria.
Algunos de aquellos primeros chicos organizados se apasionaron por la lectura al punto de dedicarse profesionalmente a los libros. Uno de ellos, Leo Tetti, es hoy director editorial del sello juvenil Puck; también Meli Corbetto, que se conectó con otros chicos a través de su blog y hoy edita libros juveniles en la editorial V&R. O Vanesa Florio, ex blogger, hoy editora de libros juveniles y también miembro de la Comisión de Actividades Juveniles de la Feria. La movida juvenil, como se la conoce, creció como estos chicos, y ya tiene también sus propios canales de comunicación. En Instagram:@movidajuvenilba.