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Caras y Caretas

           

BIBLIODIVERSIDAD

Las editoriales independientes crecieron al fragor de la crisis económica y encontraron su nicho como transmisores de una identidad cultural.

Frente a la crisis de la industria editorial argentina, florece un campo lleno de pequeñas editoriales independientes que, a todo pulmón y herramientas tecnológicas mediante, dan a conocer otras voces, otros títulos, otras formas de decir. La industria se repliega –según datos de la Cámara Argentina del Libro, la producción bajó un 50 por ciento en los últimos cuatro años– mientras este tipo de edición alternativa crece.

A mitad de camino entre el comerciante y el artista, el editor independiente es, ante todo, un actor cultural que aspira a hacer trascender su visión ideológica o estética a la sociedad de su tiempo, a través de sus publicaciones. Por eso la crisis, más que frenar su surgimiento, lo fogonea. La creación de un editor independiente es su catálogo que, a diferencia de los proyectos decididamente comerciales, no tiene como único fin el lucro, sino que intenta comunicar una idea, un sentido literario, una propuesta artística. El catálogo de un independiente aspira, además, a la permanencia. Contra la lógica de la novedad que impera en las grandes editoriales (con el saldo o la destrucción del remanente luego de un corto período de ventas), la editorial independiente amasa un catálogo de fondo que sigue moviendo a lo largo de los años.

MARKETING VS. DIVERSIDAD

En los últimos tiempos han surgido todo tipo de editoriales independientes: aquellas que apuestan a autores noveles, las que realizan rescates de textos olvidados, las que se especializan en géneros de nicho, como la novela gráfica o la literatura japonesa, las que militan con sus publicaciones y tratan temas de feminismo o derechos humanos, las que sólo publican a mujeres. Multitud de proyectos que, en lugar de responder a la demanda del mercado y crear títulos para agradar a ese gusto triunfante, aspiran a crear propuestas que instalen nuevos gustos, nuevas ideas. Es decir, la editorial independiente, por naturaleza, se basa en la oferta, en crear otros públicos, y no en la demanda apoyada en estudios de marketing. Tienen de su lado la tecnología, que ha bajado las barreras de ingreso al campo editorial; hoy es económicamente accesible editar tanto en impresión digital en tiradas bajas o directamente en formatos puramente digitales. También, lo que la tecnología y las redes sociales nos roban en tiempo vital a los lectores nos lo devuelven en circulación de ideas alternativas, de nicho, inéditas. En la creación de tribus lectoras.

Este enfoque del editor independiente es el que asegura la bibliodiversidad, es decir que nuestras lecturas (y, por ende, nuestro pensamiento) no se uniformicen según los criterios del último estudio de marketing. O según las últimas modas literarias o los premios legitimadores del sistema. La bibliodiversidad, la diversidad aplicada a los libros, es equiparable a la biodiversidad y garantiza una verdadera libertad de expresión y pensamiento. Tiene estrecha relación con la lectura como una práctica liberadora, formadora de sujetos activos, críticos, pensantes, y con el libro como un soporte fundamental de la creación, los saberes y el pensamiento, un pilar de la cultura y de la diversidad cultural. Mucho más en un contexto de extremada concentración editorial, donde dos grandes grupos multinacionales manejan el ritmo de lecturas de un país. Esa creciente concentración en la cadena del libro se expresa en la ubicación marginal en las librerías de la producción local, en particular de las editoriales independientes; en un predominio en los medios de comunicación, que invisibiliza la creación y producción editorial crítica, y en la exclusión de pequeñas y medianas editoriales de las compras públicas de libros.

Como en todo ecosistema, hay eslabones que son los más frágiles, y la realidad es que la subsistencia y desarrollo de estos proyectos editoriales independientes son mucho más difíciles que su surgimiento. ¿Qué se necesita para que estas pequeñas editoriales sobrevivan? Un ecosistema del libro sano y equilibrado. Librerías independientes, que hoy también viven una crisis importante. No sólo deben sobrevivir las que están sino que tienen que aumentar su presencia en otras ciudades y barrios donde no existen. Un público lector también bibliodiverso (como por ejemplo el que asiste anualmente a la Feria de Editores o a la Feria del Libro Feminista). Un Estado comprometido con políticas públicas de compra de libros, subsidios y apoyos que incluyan a estas pequeñas editoriales y también a las librerías independientes. Visibilidad en los medios de comunicación donde, de por sí, el espacio dedicado al libro en general es cada vez más reducido. Multiplicación de las bibliotecas públicas, universitarias y escolares, con colecciones diversas e incluyentes. Y, por supuesto, un plan nacional de lectura que fomente y haga crecer el impulso lector en todas las edades.

En síntesis, equilibrio frente a la concentración de la industria editorial, fomento a la producción argentina, creación de nuevos lectores y puesta en valor de la creación local. Y que florezcan mil flores.

La autora es directora de Marea Editorial

Escrito por
Constanza Brunet
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