El desencadenante fue un hecho fortuito: un barco escocés quedó atrapado entre los hielos y los expedicionarios se vieron obligados a construir una vivienda para pasar el invierno. Se trataba del buque Scotia perteneciente a la expedición antártica nacional escocesa, al mando del capitán William Speirs Bruce, que navegaba al mar Antártico a comienzos de 1903.
En la Omond House, tal fue el nombre dado a la construcción, los expedicionarios iniciaron investigaciones climáticas y sobre la flora y la fauna de la zona. Al llegar el verano el hielo se derritió y pudieron continuar viaje hasta Buenos Aires, donde se aprovisionaron y decidieron ofrecerle esas instalaciones y su instrumental al gobierno argentino. La venta tuvo una yapa: el traslado de los científicos locales hasta aquella isla austral. El entonces presidente Julio Argentino Roca concretó la compra por decreto y designó como encargada de la base a la Oficina Meteorológica Argentina, dependiente del Ministerio de Agricultura.
El 22 de febrero de 1904 los escoceses le entregaron a la Argentina el observatorio, que se convirtió en la primera base nacional en la Antártida y sigue en actividad desde entonces.
“En el silencio de islas Orcadas. Cómo vive la comisión científica entre los pingüinos y los témpanos”, titulaba por entonces Caras y Caretas su nota en la que describía las particularidades de la vida cotidiana de aquellos hombres, en condiciones climáticas tan extremas.
En 1933, nuestra revista participó de la primera expedición civil a las Orcadas a bordo del buque Pampa. La nota salió publicada en la edición Nº 1804, del 29 de abril de 1933.