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Caras y Caretas

           

Ahora y siempre

Juan Domingo Perón fue la figura central de la Argentina del siglo XX. Tanto es así que, a cincuenta años de su muerte, sus ideas siguen vigentes y el partido que fundó gravita de manera decisiva en la arena política. Aun más, gracias a su enorme obra, el peronismo se convirtió en una de las identidades y sentires de los argentinos.

El 1 de julio de 1974, a las 14.05, se informó por cadena nacional que hacía menos de una hora había fallecido el presidente de la República, Juan Domingo Perón. La noticia, aunque esperada, conmocionó a los argentinos. Hacía menos de un año, el 62 por ciento de los ciudadanos lo había elegido primer mandatario por tercera vez. Juancito, como lo llamaban en su infancia, según los datos oficiales, nació el 8 de octubre de 1895, en Lobos, provincia de Buenos Aires. Esta versión es la que siempre sostuvo el mismo Perón. La otra asegura que habría nacido el 7 de octubre de 1893 en Roque Pérez, en la misma provincia. Nieto de Tomás Liberato Perón, un célebre médico reconocido por la aristocracia porteña de mediados del siglo XIX, e hijo de Mario Tomás y de Juana Salvadora Sosa Toledo.

Junto a su familia, pasó sus primeros años en la Patagonia, donde compartió sus días con los peones en la estancia de sus padres. “Esa fue mi primera escuela. Aprendí a conocer los valores enormes de la humildad y la vacuidad de la soberbia. Si los peones en su sencillez no llegaron a enseñarme mucho, por lo menos eso aprendí”, aseguró Perón muchos años después.

A los 8 años fue enviado a Buenos Aires para cursar sus estudios primarios y secundarios. Pese a que su deseo era dedicarse a la medicina, su familia no podía costear sus estudios y a los 15 años, beca mediante, ingresó en el Colegio Militar de la Nación, de donde egresó en 1913 con el grado de subteniente.

Fue en sus distintos destinos militares cuando tomó contacto con la pobreza. Tenía a cargo conscriptos que llegaban de todos los puntos del país. “Allí vi por primera vez, y a conciencia, las miserias fisiológicas y sociales. En un país con cincuenta millones de vacas, el treinta por ciento de los conscriptos era rechazado del servicio por debilidad constitucional, y los que se incorporaban venían semidesnudos, como provenientes de la mayor miseria”, explicó muchos años más tarde. En 1917, el teniente Perón estuvo muy cerca de la huelga de La Forestal en Santa Fe y, en 1919, del conflicto en los Talleres Vasena conocido como la Semana Trágica.

En 1926, el capitán Perón ingresó en la Escuela Superior de Guerra, donde permaneció durante tres años haciendo cursos intensivos. Se dedicó casi exclusivamente al estudio y fue en esa etapa cuando asimiló conceptos de táctica, planificación, estrategia y el uso de la estadística, que luego aplicó en la política. En 1929 se casó con Aurelia Tizón, “Potota”, y un año después participó junto a otros oficiales del golpe de Estado que derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen, acción de la que después se arrepintió.

A comienzos de 1936, Perón fue designado agregado militar en la embajada argentina en Santiago de Chile y al final del año ascendió a teniente coronel. Fue en ese país que Aurelia tuvo los primeros síntomas de su enfermedad: cáncer de útero, el mismo mal que mucho después también terminó con la vida de Eva Perón, su segunda esposa. Aurelia Tizón de Perón falleció el 10 de septiembre de 1938. Con 43 años, el teniente coronel Perón quedó devastado. Habían vivido juntos durante una década. “Sentí ese día, creo que por primera vez en la vida, el sabor de lo irremediable, la desesperación de quien tiene las manos atadas. El miedo a la soledad o a la mala compañía. Todo lo tapé con exceso de trabajo, no quería pensar en ella. Ocupaba mi cabeza con muchas cosas, pero andaba a los tumbos”, le confió a uno de sus biógrafos.

En febrero de 1939 supo que la superioridad lo enviaba en misión militar a Italia, y esa experiencia lo marcó. Vivió de cerca el clima de la Segunda Guerra Mundial y sobre todo se enfocó en el movimiento de los trabajadores y sus organizaciones. Sin duda, fue esta experiencia la que lo llevó un par de años después a pedir el Departamento Nacional del Trabajo, creado en 1907 por el presidente José Figueroa Alcorta, provocando la sorpresa de los otros oficiales que no comprendieron la razón por la que Perón quería encabezar tan ignota dependencia.

ASCENSO Y CONSAGRACIÓN

En 1943 fue parte del Grupo de Oficiales Unidos (GOU) que derrocó al gobierno de Ramón Castillo y puso fin al tiempo conocido como la Década Infame, caracterizada por el fraude electoral, los negociados y el colonialismo inglés.

Creó la Secretaría de Trabajo y Previsión, desde donde se estableció el Estatuto del Peón de Campo, el del Periodista, el del Médico, el de Conchabo de braceros en los ingenios, el Laudo de los gastronómicos con la supresión de la propina, el salario móvil, vital y básico; el aguinaldo y las vacaciones pagas obligatorias. Se instauraron los convenios colectivos entre trabajadores y patrones, se crearon los Tribunales del Trabajo, el Instituto de Previsión Social y la División del Trabajo y Asistencia de la Mujer, el primer organismo estatal que se ocupó de las mujeres en la Argentina, a cargo de la doctora Lucila de Gregorio Lavié. Se inauguró, también, la Agencia Telenoticiosa Americana (Télam) para evitar que las noticias locales fueran transmitidas por agencias internacionales.

La influencia del coronel Perón fue en aumento. Llegó a ocupar también el Ministerio de Guerra y la vicepresidencia de la Nación. Desde estos cargos impulsó la creación del Consejo Nacional de Posguerra, “cuya misión era estudiar cómo hacíamos para que no nos robaran, como había sucedido en 1918, cuando los vencedores no nos pagaron un centavo por los productos con los que los habíamos abastecido”, explicó después. Desde este organismo impulsó la nacionalización del Banco Central de la República Argentina (BCRA) y los depósitos bancarios, la creación del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), del Instituto Mixto de Reaseguros y se fundó el Banco Industrial.

Un sector del Ejército, temeroso ante estos avances, presionó al presidente Edelmiro Farrell para que lo sacara del gobierno e impulsó su encarcelamiento en la isla Martín García. El 17 de octubre de 1945, un día antes de la huelga general convocada por la CGT, miles de trabajadores y trabajadoras colmaron la
Plaza de Mayo para rescatarlo de la prisión. Perón renunció a su grado militar, anunció que se presentaría a elecciones y contrajo matrimonio con la actriz Eva Duarte, a la que había conocido en la colecta organizada para asistir a las víctimas del terremoto que asoló a la provincia de San Juan.

LA ÉPOCA DORADA

Perón ganó las elecciones contra todos los pronósticos y el 4 de junio de 1946 asumió la presidencia inaugurando una nueva forma de gobernar. Por primera vez en la Argentina, las medidas adoptadas fueron fruto de una minuciosa planificación. El 1 de julio de 1946, se creó el Consejo Económico y Social (CES), integrado por dos funcionarios del gobierno, dos representantes de los organismos oficiales, dos de los trabajadores y dos de los patrones, presidido por el empresario Miguel Miranda, también presidente del Banco Central y del Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI). La primera decisión fue el rescate del total de la deuda externa con las divisas acumuladas por la provisión de cereales, armas y carnes durante la guerra.

Después, el 21 de octubre de 1946 presentó el Primer Plan Quinquenal (1947-1951), en el que se expresaron los objetivos sociales, políticos y económicos, los recursos a emplear y quiénes los ejecutarían, acompañados con sus leyes correspondientes. Se nacionalizaron los teléfonos y se creó la Empresa Mixta Telefónica Argentina (EMTA), que luego se transformó en la empresa Teléfonos del Estado. Se nacionalizaron los ferrocarriles. Se sancionó la ley 13.010 del voto femenino, que permitió a las mujeres votar y ser elegidas. Se declaró la independencia económica de la República Argentina. Se reformó la Constitución Nacional incluyendo los derechos sociales de los trabajadores, los ancianos y las familias.

Entre las obras públicas, se inauguró el gasoducto Comodoro Rivadavia, que democratizó el uso del gas en el país. Se creó Aerolíneas Argentinas, se impulsó la Marina Mercante para el transporte de los productos de exportación, y se construyeron las colonias de vacaciones para trabajadores en Chapadmalal y en Embalse Río Tercero, Córdoba.

Fue en ese tiempo que nacieron nuevas empresas privadas: Techint, la constructora Macri, Navenor, Papelera Argentina, Papelera Río Paraná, Picardo y Antelo, entre otras. Y, además, la participación de los trabajadores en el ingreso nacional creció del 39 al 46 por ciento, y se alcanzó la ocupación plena.

Por su parte, la Fundación creada por Evita para paliar las necesidades hasta que la revolución alcanzara a toda la población construyó mil escuelas, 18 escuelas hogares en diferentes provincias donde estudiaban unos tres mil niños de familias de escasos recursos, cuatro policlínicos con capacidad de quinientas camas cada uno, hospitales en las provincias de Salta, Mendoza, Jujuy, Santiago del Estero, San Juan, Catamarca, Corrientes, Entre Ríos y Rosario; una clínica de recuperación infantil en Terma de Reyes (Jujuy), otra para niños enfermos del pulmón en Ramos Mejía, provincia de Buenos Aires. También inauguró una Escuela de Agricultura y de Ganadería y estableció el Plan Agrario Eva Perón, para auxiliar a pequeños productores del campo; hogares para ancianos y para mujeres y el Campeonato Infantil Evita, que permitía el examen médico de 150 mil niños cada año.

CRISIS Y CAÍDA

El 4 de junio de 1952, Perón asumió su segundo gobierno, y poco más de un mes después, el 26 de julio, falleció Evita. Tenía nada más que 33 años. El pueblo no tenía consuelo y tampoco el General, que otra vez se quedó solo. Había perdido a la mujer que amaba y a su principal colaboradora.

Además, necesitó hacer cambios en la política económica. La aplicación del Plan Marshall de Estados Unidos impidió que la Argentina comerciara sus productos para la reconstrucción de Europa, y entre 1951 y 1952 se produjo una importante sequía, por lo que cayeron las exportaciones agrícolas. El 28 de noviembre de 1952 presentó el Segundo Plan Quinquenal, que incluyó medidas para la estabilización de la economía, se creó la Comisión Nacional de Precios y Salarios, se establecieron subsidios al sector rural para mantener los precios internos y aumentar ingresos a los productores. También se firmaron acuerdos con empresas extranjeras para el abastecimiento de productos para las industrias nacionales, se limitó el gasto público y la expansión estatal y se logró el control de la inflación sin extender la recesión y sin que cayera el salario.

Pero el plan llegó a ejecutarse en forma parcial. La violencia fue en aumento. En 1951 se produjo un levantamiento militar encabezado por el general Benjamín Menéndez que fue sofocado. En 1953 estallaron bombas en un acto convocado por la CGT en la Plaza de Mayo que produjeron la muerte de cinco personas y 93 heridos. La Alianza Libertadora Nacionalista respondió con el incendio de la Casa del Pueblo del socialismo, la casa de la UCR, la del Partido Demócrata Nacional y el edificio del Jockey Club. El 16 de junio de 1955, aviones de la Marina de Guerra y de la Aeronáutica bombardearon a la población civil con el saldo de más de 350 muertos y más de mil heridos. El 16 de septiembre de 1955 Perón fue derrocado por fuerzas militares con apoyo de la oposición civil y eclesiástica, y fue obligado a partir al exilio.

REVANCHA Y LEGADO

Después de 18 años de exilio, finalmente el general Perón regresó a la Argentina, y en 1973 volvió a ganar las elecciones y pudo asumir su tercera presidencia en una Argentina también atravesada por la violencia. Pero ya no le alcanzó el tiempo. Durante cinco meses, desde enero hasta el 1° de mayo de 1974, se dedicó a escribir el Modelo argentino para el proyecto nacional, que dejó como su herencia política.

A cincuenta años de su desaparición física, muchos se preguntan cuál fue su secreto para que el movimiento que él fundó en 1945 continúe vigente hasta la actualidad, con todas sus contradicciones y aun cuando atravesó momentos históricos en el que se predijo su desaparición.

Una posible respuesta es que, más allá de las medidas económicas, las decisiones de política interna y externa y la acción social, Perón desde el comienzo se propuso realizar una revolución cultural, es decir, la inclusión de valores que fueron adoptados por el pueblo que lo seguía pero también por quienes fueron sus opositores y que aún perduran en ese antagonismo.

¿Cómo lo hizo? En 1953, él mismo lo explicó en las clases que, siendo presidente, impartía en la Escuela Superior Peronista: “Todo movimiento colectivo que trata de introducir modificaciones de fondo en la estructura social debe tener una sólida justificación filosófica. El justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista”.

Después, fue aclarando la definición inicial: “Se entiende por filosofía una determinada concepción del mundo y de la vida”. Después tomó cada uno de los adjetivos. “Es ‘simple’ porque enfrenta en forma clara los problemas fundamentales y los resuelve por principios sencillos y concretos fácilmente inteligibles para cualquier mentalidad; basta que esa mentalidad esté guiada por el sentido común y por un anhelo de comprensión de las necesidades humanas”.

“Las otras filosofías –agregó– son inaccesibles al pueblo. Casi siempre sus teorizaciones se desenvuelven en un plano abstracto, donde no llega la realidad de la vida. Están hechas para servir a ciertas ‘elites’ que disfrutan del ocio necesario para estériles divagaciones, mientras el pueblo trabaja para ellas, falto de una filosofía comprensible que le muestre la causa de sus dolores y el camino de su liberación.”

En cuanto al siguiente adjetivo, dijo: “Esta filosofía es ‘práctica’ porque enseña a obrar. La acción y la realización son caracteres típicos de la filosofía peronista. Por eso es una filosofía de la acción. No habla en abstracto de lo que habría que hacer por el hombre en general, sino que da el criterio para resolver los
problemas de la vida diaria”.

Por último, Perón definió la característica de “popular”: “Es popular porque se preocupa primordialmente por el trabajador, que siempre fue dejado de lado por la filosofía del conjunto de estos que constituyen lo que, despectivamente, se llamaba la ‘masa popular’”.

Sobre el carácter humanista de su filosofía, Perón definió: “El humanismo peronista no acepta un ‘homo sapiens’, por un lado, adornado por las más esplendorosas galas de la sabiduría, y por el otro lado un ‘homo faber’ que solo sabe cavar la tierra o apretar tornillos. Desde los orígenes de la humanidad, los privilegiados tratan de demostrar, por medio de diferentes argumentos, que ellos son seres superiores comparados con los hombres de trabajo a quienes menosprecian”.

No estaría mal que, a cincuenta años de su muerte, su movimiento volviera a las fuentes.

Pasó medio siglo desde la muerte del general Juan Domingo Perón, y cada vez que la dirigencia de su movimiento se apartó de estos principios fracasó y, lo peor de todo, el pueblo lo pagó con su sufrimiento.

Escrito por
Araceli Bellotta
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