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Caras y Caretas

           

Vivir con miedo

La policía israelí controla a los fieles mientras caminan hacia el complejo de Al-Aqsa, también conocido por los judíos como el Monte del Templo, antes de la oración del viernes en la Ciudad Vieja de Jerusalén el 3 de noviembre de 2023. Foto NA- REUTERS/Latifeh Abdellatif

Se estima que sesenta mil argentinos inmigraron a Israel desde su fundación, en 1948, con historias que van desde la ideología sionista hasta huidas de situaciones de antisemitismo –fundamentalmente durante las décadas del sesenta y setenta–, persecución política durante la última dictadura cívico-militar y también de inseguridad ciudadana, pobreza o falta de oportunidades durante los gobiernos neoliberales que se iniciaron por aquellos tiempos y primaron en estos cuarenta años de democracia.

Israel abrió en todos estos argentinos un nuevo horizonte, aunque, como para cualquier israelí, siempre bajo las agresiones y amenazas de países y organizaciones terroristas que no reconocen la existencia misma del Estado de Israel. Caras y Caretas consultó a algunos de estos argentinos cómo vivenciaron el último de estos conflictos, iniciado por la masacre de Hamas en el sur israelí, cuyo saldo hasta el momento es de cerca de 1.400 israelíes asesinados, 155 adultos, 30 niños y 20 ancianos secuestrados y 4.629 heridos.

Alejandro Stein debió exiliarse en 1976, luego de militar en el Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Desde 1985 reside en la granja colectiva (kibutz) Barkai, en donde afirma que, pese a estar en el centro-norte y lejos de las zonas de conflicto, ha tenido por vez primera que tomar medicamentos para dormir. Stein, quien conoció a algunos de los asesinados y secuestrados, agrega: “Tenemos en este momento en nuestra casa al hijo menor de mi compañera con nuestra nuera y nuestros dos nietitos, ya que viven en el sur de Tel Aviv, donde cayeron misiles, y sin el refugio adecuado”.

Jorge Iacobsohn, de 49 años y recibido en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Rosario, inmigró a Israel en 2010, y desde entonces vive en los suburbios de Tel Aviv, desde donde afirma que estos días lo encuentran mayormente “encerrado en casa, y tratando de sobrellevar la rutina con las limitaciones que hay para movilizarse” añadiendo que el actual escenario es diferente a los anteriores, pues Israel “se encuentra en momentos especialmente críticos por dos razones, como ser la duda en la capacidad de convivencia entre judíos, y el hecho de que se puso en peligro la propia supervivencia
del Estado, amenazado no solo por Hamas, sino también por Hezbollah e Irán, junto a la posibilidad de contar con un nuevo frente de conflicto por el lado palestino de Cisjordania, e incluso de los árabes israelíes en el peor de los escenarios”.

GRIETA EN PAUSA

Razones no le faltan a este analista en Medio Oriente para describir este complejo cuadro, pues la grieta entre la sociedad israelí, fuertemente dividida entre los partidarios del gobierno de extrema derecha religiosa y la oposición liberal republicana, solo parece haberse puesto en pausa frente a la amenaza mayor del actual conflicto, que exhibió el poderío de la organización terrorista Hamas, financiada y asistida por Irán y paradójicamente fortalecida luego que el gobierno israelí retirara unilateralmente en 2005 las colonias judías ubicadas en la Franja de Gaza, desde donde opera.

Shirly Cohen, de 39 años, señala: “Decidimos con mi marido emigrar a Israel el año pasado, en busca de un futuro mejor para nosotros y nuestras hijas, frente a la inseguridad y la falta de estabilidad económica, que ahora hemos logrado”. Ante el conflicto, esta psicopedagoga señala: “Gracias a Dios, estamos viviendo en una ciudad que no ha tenido que escuchar la alarma ni una vez, pero nuestra rutina se vio afectada, porque nuestras hijas ya no van a la escuela, y mi marido y yo trabajamos desde casa”. Su otra actividad, añade, es participar en campañas para comprar insumos para los soldados, y cocinar para enviarles comida.

VERDADERA CARNICERÍA

Asimismo, el secretario general de la Unión Mundial del partido de izquierda Meretz, Darío Teitelbaum, quien emigró en 1977 a Israel para radicarse en un kibutz y activar movimientos pacifistas, señala a Caras y Caretas: “Conozco el conflicto muy de cerca, especialmente a partir de la segunda Intifada, donde comenzaron los primeros misiles del Hamas, que luego se transformaron en rutina. Pero esto fue diferente, una verdadera carnicería, una nueva categoría para la que todavía no tenemos denominación”. Toda la situación, añade, “alteró profundamente nuestra rutina como familia, ya que nuestro kibutz queda a siete kilómetros de la Franja de Gaza, con lo que nos trasladamos al centro del país, desde donde mi mujer continúa brindando asistencia psicológica a las víctimas de los bombardeos”.

Por su parte, Stein señala que lo que ocurrió “fue semejante a la Noche de los Cristales Rotos en la Alemania nazi, y no es para menos, al ver kibutz destruidos y quemados, tras el pogromo que sufrieron, en el día en que probablemente más judíos fueron asesinados desde el Holocausto, algo que va a quedar en la memoria del pueblo judío por generaciones”.

Afirma, sin embargo: “A pesar de todo, no me sirve responder al odio con odio. Hubo familias calcinadas, bebés decapitados, ancianas secuestradas, pero no me sirven cadáveres inocentes del otro lado del campo de batalla, porque no fue el carpintero ni el albañil de Gaza el que atacó a Israel”. Aunque en relación a Hamas, afirma: “Nahuel Moreno, un dirigente del partido en el cual milité en la Argentina, dijo que con el fascismo no se discute; se lo combate y se lo destruye”.

Por su parte, Teitelbaum plantea: “Como hombre de izquierda, me preocupa cierta izquierda incongruente con cualquier principio de humanismo, que intenta justificar las atrocidades de Hamas a causa de una ocupación israelí que existe y no apruebo al votar a Meretz”. Asimismo, remarca que “en Gaza viven dos millones de personas y no de terroristas, esos son de 15 a 20 mil. E Israel tiene el derecho de llegar a ellos, junto al compromiso de evitar en la medida de lo posible la pérdida de vidas humanas, para ver la posibilidad de que asuma una dirigencia con la que se pueda negociar algún acuerdo de paz”.

Escrito por
Julián Blejmar
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