Ex guerrillero, político, escritor y sociólogo, el peruano Héctor Béjar fue ministro de Relaciones Exteriores de Pedro Castillo apenas por tres semanas: el gobierno le pidió la renuncia por presiones de los militares, de la derecha y de los medios de comunicación. En diálogo con Caras y Caretas, habla sobre los entretelones de sus días como funcionario, del golpe de Estado y del protagonismo que adquirió el pueblo de Perú en las últimas semanas.
–¿Por qué los gobiernos elegidos democráticamente en Perú son derrocados?
–En Perú le llamamos un Estado profundo y un gobierno profundo. El Estado profundo está dado por empresas que se fueron instalando en los años 90, en la época neoliberal. Empresas rentistas extractoras, que se instalaron por medio de privatizaciones. Se las puede clasificar en distintas categorías. Están las que capturan los ahorros de la gente por medio de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP). En Perú hay ocho millones de empleados formales en una población de treinta dos millones de personas. Esos ocho obligatoriamente entregan el 10 por ciento de su sueldo a las AFP como ahorro forzoso. Eso es invertido en los bancos, que son los mismos dueños de las AFP. En otras palabras, están negociando con su dinero, sin nada a cambio y cobrando comisiones del 30 por ciento. Significa que son intereses internos. Acá entra lo que llamamos Estado profundo, estas empresas son aquellas que, por ejemplo, manejan la energía del país, sin invertir un peso. Movistar, por ejemplo, se apropió de toda la red de teléfonos de Lima. No podemos elegir otra empresa. Puro rentismo. Hay tres monopolios que manejan las redes de medicamentos. En Perú la medicina es extremadamente cara. Y en cada ámbito del aparato productivo y de servicios, se encuentra esa extracción de recursos. Se llevan 96 millones de gramos de oro al año sin pagar nada. Dos millones de toneladas de cobre, sin pagar los estados, millones de toneladas de pescado, el tráfico de la cocaína (según cifras oficiales, 600 mil kilos de cocaína de alta pureza que salen a Europa, principalmente). El Estado profundo está compuesto por un reducido grupo de millonarios peruanos que controlan todo. Este sector financia campañas políticas e incluso se crea su propio partido con las iniciales de sus nombres.
–¿Cómo surge Pedro Castillo?
–En 2019 hubo una huelga nacional contra la izquierda porque la izquierda lideraba el sindicato de maestros y querían negociar con el gobierno y este sector no quería negociar. A partir de esta intransigencia surge Pedro Castillo como líder, y el recuerdo quedó. Pasaron los años y Castillo se fortaleció, la gente lo seguía y así se fue convirtiendo en un líder campesino. Llegan las elecciones, y el lema de su candidatura fue “No más pobres en un país de ricos”. Ese lema sintetizaba junto a la imagen de una lapicera la educación como prioridad fundamental. En Perú es una tradición luchar por la educación de los pueblos. La gente ha dejado la vida por educación. La candidatura de Pedro Castillo fue un fenómeno, pensando en el colonialismo interno que sufre Perú. Castillo iba pueblo por pueblo, fue una peregrinación total. En esos tiempos de campaña, también aparecían campañas muy fuertes contra Castillo y el poder económico apoyaba a Keiko Fujimori, teniendo en cuenta que la gente la odia. Y como la gente no la apoyaba y Castillo tenía más apoyo del pueblo, quisieron meter un fraude. Keiko viaja a Estados Unidos a ver a Biden. Pero a Biden no le convenía fomentar un trumpismo en América latina. Entonces no recibió el apoyo de la OEA y le cierran la puerta en la cara quedándose sin apoyo. Y hay que tener en cuenta que Pedro Castillo nunca cuestionó a los Estados Unidos. En la Cumbre de las Américas termina su discurso diciendo “América para los americanos”. Nunca se supo quién escribió ese discurso.
–¿Qué repercusiones tuvieron esas declaraciones?
–No se entendía bien el sentido. Yo llegué al consejo de ministros y me sorprendían las sesiones formales; por ejemplo, Castillo no asistía, desaparecía, no estaba. Lo primero que planteé fue el tema de los alimentos. Cuidarse de que no haya desabastecimiento, porque ya lo estaba habiendo desde el momento de su asunción. Ni siquiera hubo una reunión, nada. Es y sigue siendo un misterio que una vez gobierno las cosas no funcionaran, no se tomaban decisiones fundamentales. Se pudo haber desorientado, sobrepasado por el lugar que había comenzado a ocupar. Llegó a un lugar para gobernar en el centro del poder, que es Lima, y a eso hay que sumarle que el racismo es feroz. Puede que esa quietud o no seguir con esa actitud de rebeldía tengan que ver con sentirse aceptado por esas clases dominantes que nunca lo van a aceptar. Sigue siendo un misterio.
–¿Puede enmarcarlo en un caso más de lawfare?
–Sí. Pero sigue el misterio. Cuando lee la carta de disolución del Senado sabía que iba a ir preso. ¿Quién tomó esa decisión? ¿O quiénes le hicieron tomar esa decisión? Nadie lo averigua. La versión más angelical que aparece es que el discurso que arroja al pueblo era condenatorio desde las clases del poder real. Pero la cárcel lo iba a poner en un lugar más heroico para su vuelta. Los réditos llegarían después para regresar como héroe y víctima. Tiene mucha lógica. Ya que en un contexto como el de Perú él sabía que haciendo eso iba a ir preso.

–Desde el golpe de diciembre último son incesantes las protestas populares, que son reprimidas ferozmente. Sin embargo, los sectores más o menos organizados no se dan por vencidos, y parece haber más organización y unidad.
–Están las rondas campesinas antiguas de los años 60: pequeños gobiernos locales que cubren el departamento de Cajamarca pero se expanden por el país y son la red nacional. Las rondas son organizaciones muy importantes y democráticas. Los pueblos amazónicos están organizados con sus apus, que son jefes controlados por las gente. Luego están las comunidades campesinas. Hay muchas gradaciones, pero conforme se acercan al sur se hacen más y más consistentes y reconocidos por el aparato oficial. De esas rondas campesinas, las fuertes son las aimaras. A eso hay que añadir las redes de transportistas. No es lo mismo acá en la Argentina que en Perú. La mujer tiene un rol muy importante en estos sectores. Son los sectores que hoy están sublevados contra el terrorismo de Estado que esta viviendo Perú con la autoproclamada Dina Boluarte. Cortan carreteras, miles de carreteras. Los cortes y la ciudad son controlados desde los mercados, que abren a las nueve de la mañana para alimentar a la gente antes de salir a cortar y tomar carreteras. Las delegaciones a Lima son muy importantes. Tras la asamblea llegan a Lima para protestar y están muy bien organizados.
–El pueblo no olvida su pasado…
–Lo que hizo Fujimori fue posible porque participó Sendero Luminoso. Los que comenzaron a matar gente en el campesinado fueron ellos. Actualmente sucede lo que ya pasó. Como existe el gobierno profundo, ella es un títere absoluto: cada vez más le van diciendo que no sabe gobernar el Perú. Ella sabe que la misma gente que la va a voltear es la que la apoyó para llegara hasta aquí. Ya hay un juicio contra ella por genocidio. Hay un gobierno invisible que es implacable con los criminales. Es una situación muy especial. Los militares que matan gente se escudan en que responden a sus órdenes. La gente perdió el miedo, se cansó de ver a un pueblo empobrecido, y los malos gobiernos que abusan y matan a su pueblo.