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Caras y Caretas

           

Compromiso y conocimiento por la memoria, la verdad y la justicia

El trabajo de la institución permitió identificar los restos de casi mil desaparecidos. Pero su expertise también fue determinante en los casos de la AMIA, La Tablada y Malvinas, entre muchos otros.

EQUIPO ARGENTINO DE ANTROPOLOGÍA FORENSE

En junio de 1984, un grupo de jóvenes estudiantes de Antropología, Medicina y Arqueología respondió a la convocatoria de un antropólogo forense estadounidense para conformar un grupo especializado que pudiera rescatar los cuerpos de las víctimas de la dictadura cívico-militar. El país acababa de recuperar la democracia y se habían abierto las primeras investigaciones judiciales, pero quienes hacían las exhumaciones eran los mismos que habían sido parte de la represión ilegal o de su encubrimiento. El estadounidense era Clyde Snow, y los jóvenes, los fundadores del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), la institución científica, no gubernamental y sin fines de lucro que desde hace casi cuatro décadas trabaja en la investigación, búsqueda, recuperación, determinación de causa de muerte, identificación y restitución de personas desaparecidas.
“A principios de 1984, la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep) y Abuelas de Plaza de Mayo solicitaron asistencia del Programa de Ciencia y Derechos Humanos de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS, por sus siglas en inglés) con sede en Washington para buscar a los nietos apropiados, que derivó en un uso pionero de la genética para identificar a los bebés y niños que habían sido víctimas de apropiación”, recuerda Natalia Federman, directora ejecutiva del EAAF.
Entre los miembros de esa delegación de la Asociación Estadounidense que vino a la Argentina estaba Snow, quien “recurrió a arqueólogos, antropólogos y médicos argentinos para comenzar las exhumaciones y el análisis, con una metodología científica, de las personas desaparecidas asesinadas”, agrega Federman. Y redondea: “Así nació el Equipo”.
La creación del Equipo Argentino de Antropología Forense está relacionada a los organismos de derechos humanos y el proceso de reparación por los crímenes cometidos por la dictadura cívico-militar. Según explicó Luis Fondebrider, uno de los miembros fundadores, en una entrevista con Tiempo Argentino al cumplirse 35 años de la institución científica, la historia del Equipo podría sintetizarse en la idea de aplicar la ciencia para la verdad, la justicia, la memoria y la reparación, es decir, poner el conocimiento al servicio de los familiares de personas que han sufrido violencia en diferentes lugares del mundo. “Es parte del trabajo hacer que ese carácter trágico se torne en un carácter por la verdad y la justicia”, resumió entonces.

EL PRESENTE

Hoy el EAAF está integrado por más de 60 científicos de áreas como la antropología, arqueología, medicina, biología, genética, física, arquitectura, informática y geografía. Tiene sede central en el Espacio Memoria Ex ESMA de Buenos Aires y oficinas en México y EE.UU. Desde su fundación restituyeron los restos de casi mil desaparecidos del período 1974-1983 en la Argentina y aún continúa con esa tarea: por mandato judicial mantienen en resguardo más de 600 cuerpos a la espera de ser identificados.
Pero también trabajaron fuera del país en casos resonantes, como la identificación de los restos del Che Guevara en Bolivia o en la búsqueda de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en México, y fueron convocados en la ex Yugoslavia, Chipre, Vietnam y Sudáfrica, por ejemplo. Y también en la Argentina, en la causa AMIA y en La Tablada, y más recientemente en la identificación de los cuerpos de los 122 soldados argentinos caídos en Malvinas y sepultados como NN en el cementerio de Darwin.
Toda esa tarea es el aporte que el EAAF realizó a los organismos de derechos humanos. “A partir de los testimonios de los familiares y sobrevivientes, el Equipo construyó una metodología para investigar la forma en que el Estado asesinó y escondió los cuerpos de sus víctimas”, explica Federman. Eso implicó escuchar a las y los sobrevivientes y aplicar los desarrollos científicos que permitieran identificar a las víctimas, determinar cómo habían sido asesinadas y restituirlas a sus núcleos afectivos. “El EAAF fue pionero, al igual que el Banco Nacional de Datos Genéticos, en el uso de la genética forense para determinar la identidad de las personas exhumadas”, resume la mujer que hoy dirige el Equipo.

REPARACIÓN

Pero, además, Federman remarca algo que es clave en el proceso de reparación: “Esta colaboración en el marco de los procesos judiciales contribuyó a demostrar la falsedad de las versiones aportadas por los perpetradores: no se había tratado de ‘enfrentamientos’, no estaban ‘en Europa’; habían sido asesinados y sus cuerpos destruidos, escondidos o arrojados al mar”, dice. Y resume: “El hecho de que los testimonios hayan sido corroborados por pruebas producidas con metodología científica robusteció el proceso de memoria, verdad y justicia”.
EL EAAF lleva adelante una campaña permanente para seguir ampliando la toma de muestras de ADN de familiares de personas desaparecidas en la Argentina, que el año pasado lanzó específicamente dirigida a la juventud, con el lema “Tenés una historia, tenés un derecho”.
“Nos pueden escribir a iniciativa@eaaf.org o contactarnos por un formulario en la página web de eaaf.org”, explica Federman. Y agrega: “Identificar a las víctimas exhumadas por la Justicia depende de que las personas que tengan un familiar desaparecido en ese período se acerquen para dar una muestra de ADN. Solo así podremos saber quiénes son y asegurar que sean restituidos a sus seres queridos”.
Pero no todo concluye ahí. El Equipo Argentino de Antropología Forense también sigue buscando posibles víctimas en cementerios municipales y otros lugares donde es probable que hayan existido entierros clandestinos, a través de la aplicación de desarrollos tecnológicos que permiten explorar grandes superficies de terrenos. Recientemente, en la localidad de Quilmes, realizaron esa tarea en la dependencia policial donde funcionó el centro clandestino Puesto Vasco, hoy desafectada y convertida en Espacio de Memoria.

Escrito por
Pablo Roesler
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