El Frente de Todos comienza a dar sus primeros pasos con su principal figura corrida, por ahora, de la escena electoral del año que viene. La decisión de la vicepresidenta Cristina Fernández, no ser candidata en 2023, sacudió a todas las tribus que conforman la coalición panperonista, que todavía está asimilando el golpe. El oficialismo comenzó a esbozar posibles estrategias que nadie barajaba seriamente hasta ahora.
La candidatura de Cristina le garantizaba al peronismo un piso cercano al 40 por ciento. No hay dirigente político en la Argentina que concite por sí mismo el respaldo que tiene CFK. Si a eso se le suma la unidad del FdT y el trabajo territorial, los 40 puntos a nivel nacional son casi una garantía. ¿Alcanza para ganar la elección? Por supuesto que no. Los entre 5 y 8 puntos que hace falta sumarle a esa base son el botín que se disputa en las campañas electorales. Esa porción de la población que decide su voto en la última semana, a veces en el último día.
Por ahora CFK no se postulará a nada. No quiere decir que no vaya a decir públicamente a qué candidato ella preferiría como ciudadana en una eventual primaria del FdT. Ese respaldo es una manera decisiva de influir en la conformación de la nueva oferta electoral.
Hay catorce gobernadores en la liga que está alineada con el gobierno nacional. Varios de ellos podrían postularse a la presidencia. Desde el bonaerense Axel Kicillof hasta el pampeano Sergio Ziliotto o el sanjuanino Sergio Uñac.
Kicillof lleva varios meses diciendo que su proyecto es reelegirse como mandatario bonaerense. El tema es que todos los sondeos y el pulso que se puede tomar en el territorio muestran que es el dirigente que con más claridad logra contener a un grueso de los votantes de CFK. La transferencia se da en este caso de un modo bastante natural en el principal distrito del país. Es lo que ha hecho que su nombre haya vuelto a ser impulsado por diversos referentes. Para el peronismo retener la provincia es casi tan importante, quizá más, que ganar la Nación. Es lo mismo que le ocurre a Juntos por el Cambio con la ciudad de Buenos Aires. Los bastiones principales de estas dos coaliciones están separados solo por la avenida General Paz y son un objetivo político estratégico.
La Constitución de la CABA ordena realizar las elecciones de jefe de gobierno separadas de las nacionales. De todos modos, en 2019, Horacio Rodríguez Larreta decidió que se celebraran el mismo día que las nacionales para atarlas a la boleta que llevaba al ex presidente Mauricio Macri, que buscaba su reelección. En provincia el mandato constitucional es el contrario. Pero ese no es el punto. Hay menos corte de boleta en el principal distrito del país. Aunque Kicillof lidere las encuestas en el bastión peronista, si el candidato presidencial no tiene anclaje en el electorado bonaerense los riesgos de una derrota aumentan. Quienes impulsan a Axel lo hacen mirando también la elección bonaerense y no solo la nacional. El peronismo de ese terruño contaba con la posibilidad de que Cristina se postulara para senadora nacional por la provincia para fortalecer la boleta. Por ahora esa opción tampoco está sobre la mesa.

¿Y Massa?
El sentido común político indica que Sergio Massa debería tener en el horizonte la posibilidad de ser candidato presidencial. Lo fue en 2015. ¿Por qué no lo sería ahora? Él toma distancia de esa posibilidad. La crisis económica que dejó la pandemia, más la guerra en Europa y la gestión de Martín Guzmán, podrían haber terminado en cataclismo. Massa lo evitó. No es fácil que la mayoría de la población perciba eso en su vida cotidiana, el precipicio por lo que logró no caer. Una devaluación tipo terremoto hubiera tenido efectos devastadores para la economía y los ingresos de la población.
Massa dijo públicamente que su objetivo es que la inflación en el mes de marzo o abril del año que viene esté alrededor del 3 por ciento. Eso implica bajarla a cerca de la mitad de lo que estuvo en estos últimos meses. Si logra eso y que los ingresos por fin empiecen a ganarles a los precios, ¿por qué no sería candidato a la presidencia? Luego debería darse una negociación política en la que logre el respaldo de Cristina; quizá con una compañera de fórmula muy cercana a la vice, más los espacios en las listas. No es imposible pensar que el tigrense pueda retener el voto del kirchnerismo, que lo sigue mirando con desconfianza.

El interior
La otra opción es la de un gobernador del interior. Hay muchos que tienen grandes resultados en sus provincias, como Uñac. Sería como repetir el fenómeno de Carlos Menem en 1989 o el de Néstor en 2003. (No se habla aquí de los perfiles ideológicos sino de lo que implicaron como propuesta electoral.) El efecto sorpresa, de renovación, que puede tener un gobernador con poca instalación nacional puede ser un elemento positivo para el peronismo, en el contexto de desazón que despierta que el FdT no haya podido mejorar el poder adquisitivo de la población.
La celebración de las PASO sería clave para esa estrategia. Le daría más tiempo de campaña a la figura que se proponga. Para un dirigente como Uñac, o cualquier otro gobernador, la campaña y el recorrido por el país no pueden empezar en julio, antes de las primarias de agosto. Tiene que arrancar en marzo, con el ciclo lectivo. Es una decisión que no puede tomarse al filo del cierre de listas, como ha sido habitual en el kirchnerismo para jugar con el efecto sorpresa.
Una lección sobre las dificultades de lanzar a un dirigente que no tiene tanta instalación muy cerca de la elección fue lo que ocurrió en Brasil con la candidatura del Fernando Haddad. El Partido de los Trabajadores especuló hasta último momento con que un fallo judicial quitara la proscripción que pesaba sobre Lula, como ocurre ahora con CFK aunque la sentencia no esté firme. Haddad se lanzó demasiado cerca de la elección. No quiere decir que eso explique de modo lineal el triunfo que obtuvo en ese momento Jair Bolsonaro, pero fue un elemento que colaboró.
El telón de fondo no es favorable para el peronismo. Cuando al oficialismo no le va demasiado bien, lo más probable es que la oposición capte a ese 10 o 15 por ciento del electorado que define al ganador. No hace falta un análisis metafísico. Para cambiar el clima es necesario que Massa tenga éxito en la meta que se trazó para abril de 2023.
En el plano político, la mejor candidata del FdT y líder del peronismo ha decidido no presentarse y pelear desde el llano contra la tiranía judicial que asfixia a la democracia argentina. Hay varias alternativas para tratar de cubrir ese vacío, pero obliga a acelerar los tiempos y definiciones.