No parece una experiencia asombrosa perderse por las calles del barrio de Colegiales un jueves por la noche, pero cuando eso ocurre transportándose cinco décadas hacia atrás, la sensación es realmente otra. Ese quiebre disruptivo se vive al ingresar al parque temático Perón Volvió. Caminar por las calles con los afiches de época, entrar al almacén de ramos generales, pasar por la puerta del Cine Favio o cruzarse con el antiguo auto Justicialista son algunos de los hitos que se atraviesan antes de llegar a la unidad básica.
Allí, con sillas de distintos materiales, colores y estilos, paredes grafiteadas con consignas políticas y una máquina de escribir casi en desuso, se presentaron Daniel Santoro y Pedro Saborido con su espectáculo “Noticias del futuro, o de cómo el peronismo salvó al mundo”, un análisis histórico, a través de imágenes, de la génesis del peronismo, sus banderas y sus triunfos, pero también de sus contradicciones, de sus detractores y de sus odiadores. “Cuando estos terminen de cantar, empezamos”, bromeó Saborido, mientras de fondo sonaba la marcha peronista y un grupo de militantes pidiendo por el regreso de su líder entraba a la sala.
1° de mayo: músculos o placer
El primer análisis realizado por Santoro y Saborido se centró en las distintas representaciones sobre el Día del Trabajador y una crítica hacia cierto sector del peronismo y la izquierda por tomar al monumento “Canto al trabajo” (de Rogelio Yrurtia) como emblema: “Estamos festejando a un grupo de gente hecha mierda, esclavizada, incluso con nenes. Está hecho por un escultor oligarca. Eso debería llamarse ‘Grupo de esclavos corriendo una piedra en forma primitiva'”, expresó el artista plástico.

Posteriormente, se confrontaron dos maneras de representar el 1° de mayo con imágenes: soviéticas y de contexto peronista. En las primeras, se resaltaban las ideas de sacrificio y maquinaria, con obreros en plena acción laboral, cuerpos de buena musculatura y rasgos casi listos para hacer la revolución. En las segundas, primaban obreros en su momento de descanso, con el disfrute pleno y gozando con su familia.
Con la llegada del peronismo, la representación del Día del Trabajador no se realiza en función de tener que demostrar la efectividad del obrero, sino visibilizando el disfrute del día no laboral y el derecho al placer.
De manera simpática, Santoro afirmó: “Si Henry Ford tuviera que elegir a uno de los dos trabajadores por su representación se llevaría al comunista y rechazaría al peronista. Porque ese estilo de vida no es el que esperaba Ford para un obrero”.
¿Qué es esta nueva vida que propone el peronismo para los trabajadores? Seguramente, sea esa visión la primera en generar la condición de “enemigo” en los sectores oligárquicos.
La República de los Niños vs. Disneylandia
“Se lo afanaron. No tuvieron ningún problema”, comenzó Pedro Saborido entre risas, en otro momento destacado de la noche. Hacía referencia a una imagen en la que se observaba que la construcción del parque Disneylandia, inaugurado en 1955, era sospechosamente similar a la del parque educativo República de los Niños, inaugurado cuatro años antes por Juan Domingo Perón.
El propio Santoro contó que hace poco tiempo reconocieron en un catálogo que el parque comercial estadounidense había sido inspirado estéticamente sobre la República de los Niños de La Plata.
“Por lo general, el vector de influencia es al revés. Nosotros tenemos Palermo Hollywood y Palermo Soho, pero ellos no tienen un Boston Lomas de Zamora. Sin embargo, cuando hay una idea que es potente se la apropian sin perjuicio de que sea peronista o no”, remató Saborido.
La Ciudad Infantil contra la envidia
Otro análisis para resaltar se encuentra en las imágenes de la Ciudad Infantil que llevó adelante Eva Perón. Se inauguró en 1949 con el fin de constituirse en orfanato para las clases populares, pero modificando sustancialmente la estructura y estética tradicional, era, literalmente, un lujo: tenía pisos de roble de Eslavonia y cortinas de voile suizo, la tela más cara, que solo se veía en los palacetes de la oligarquía. Además, en las publicaciones se la presentaba con el lema: “Para que nuestros niños pobres no tengan nada que envidiarles a los hijos de la oligarquía”.

La Ciudad Infantil, un orfanato para dignificar las infancias de los niños y niñas humildes.
En esa línea, Pedro Saborido reafirmó: “Claro, la identidad del oligarca está hecha de lo que él tiene, pero también de lo que no tienen los demás. Si todos tienen una Ferrari ya no la quiere más, quiere que el resto tenga un Duna a gas”.
“Uno envidia en silencio y el envidiado es feliz en silencio de que otros lo envidien. Evita politizó eso y propuso que los pobres no tuvieran motivos de vivir tal sentimiento negativo. Ahí se pudrió todo, porque el lenguaje es demasiado explícito”, relató Santoro.
Para Santoro, también es importante resaltar el rol de la izquierda, y en este sentido sostiene que Eva Perón no pensaba en una proletarización, sino en ascenso social, una especie de aburguesamiento masivo, y este exceso de goce, según el artista plástico, es repudiado tanto por el neoliberalismo como por la izquierda trotskista.
El peronismo y el agua
Con la emblemática fotografía de las patas en la fuente también se vivió un interesante análisis: “Para el peronismo el agua es fundamental. Lo primero que hace el peronismo es cruzar un curso de agua, el Riachuelo. Que es lo que hicieron todos los pueblos en la mitología. Luego, al ingresar al centro de la ciudad, está el agua pura, siempre en forma de fuente. Y eso ocurrió en la Plaza de Mayo cuando los militantes peronistas convirtieron la fuente en una gran palangana”, rememora Daniel Santoro.
Este hecho, casi inocente y revalorizado varios años después, fue una gran transgresión, sin intención ni provocación alguna. Sin embargo, la acción se convirtió en un hecho fundacional que luego sería casi un eslogan.
En ese momento, Saborido recordó que el peronismo es un gran especialista en tomar los insultos y las agresiones para convertirlos en bandera: además de las patas en la fuente, otros como “descamisados”, “grasitas” o “cabecitas negras” se convirtieron en estandartes.
Misericordia o severidad
Muchas reflexiones sobre distintas piezas quedarán afuera, pero es imposible descartar el análisis del óleo pintado por Santoro, en homenaje a Xul Solar, titulado Campo ideológico con árbol de la vida.

¿Qué es? Tal como lo explica su autor, la estructura del árbol de la vida con tres ramas es una forma en la que se puede leer todo lo existente en la creación humana. Los dos extremos representan la severidad y la misericordia, y el centro los vacíos y traspasos. Todo se construye desde esa lógica, desde un automóvil, un ser humano o un movimiento político.
“Esto funciona muy bien para describir al peronismo. Siempre hay que medir cuánto de severidad y cuánto de misericordia existe en cada acción. Si hay exceso de la primera, ocurren cosas complejas; pero si hay exceso de la segunda, también. En general, el peronismo se siente más cómodo en la misericordia, se siente más armónico”, sostiene Santoro.
A lo largo de su historia dirigencial, el peronismo ha transitado momentos de extrema severidad y momentos de exagerada misericordia, intentando lograr un punto armónico. Para analizarlo, explicarlo e intentar entenderlo, es indispensable, como en algún pasaje de la noche sostuvo Pedro Saborido, incluir el factor tiempo.
¿Cuál será el peronismo por venir?