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Caras y Caretas

           

“Estaba en juego que Perón volviera sin condicionamientos”

Foto: NA
Foto: NA

La extensa carrera política de Nilda Garré coincidió con momentos medulares de la historia argentina. Uno de los más determinantes fue cuando acompañó al líder en el mítico avión de Alitalia con el que regresó a nuestro país, el 17 de noviembre de 1972.

Nilda Garré tiene en su carrera política muchos hitos históricos. Fue la primera mujer en hacerse cargo de las carteras de Defensa y de Seguridad, y en 1972 participó de la comitiva que acompañó a Juan Domingo Perón en su regreso al país después de 17 años de proscripción. Desde meses antes, Garré acompañaba a Héctor Cámpora en la campaña del Luche y Vuelve con la que recorría la Argentina. Durante su gobierno, Cristina Fernández de Kirchner la llamó para mostrarle una foto en la que se la veía al lado del Tío en un acto en Río Gallegos.

–¿Cómo se sumó a la campaña del Luche y Vuelve?

–Me sumé porque estaba trabajando cerca de Cámpora, que era el delegado de Perón y el presidente de la Rama Femenina. Mi papá un día me presentó a Cámpora en un acto partidario y él me dijo: “Venga a trabajar con nosotros”. En 1972, empecé a ir a avenida La Plata al 200, donde estaba el local del Partido Justicialista. En algún momento, Cámpora me invitó a ir a las comitivas del Luche y Vuelve para promover en las provincias el entusiasmo y la convicción de que se estaba trabajando con toda intensidad para que volviera Perón. Ahí se sumó esa especie de marea humana de juventud que iba creciendo, que le dio mucho calor y movilización a todo esto. Teníamos también, dentro del peronismo, un sector que jugaba a que quería que volviera Perón pero que, en realidad, quería una salida negociada con los militares. La jugada de Cámpora, de la juventud y de todos los que estuvimos en eso fue que no fuera acordada, que fuera la consecuencia de la presión popular, que, si bien se había mantenido permanentemente durante los 18 años, en ese último año se hizo muy intensa y muy generalizada.

¿Cómo influyó en ese contexto la emergencia en la escena política de jóvenes organizados?

–Había una generación que empezó a participar en política. Muchos de los integrantes de esa generación ni siquiera eran de hogares peronistas, más bien todo lo contrario. Yo fui a cinco o seis de las provincias a los actos que se hacían para el Luche y Vuelve. Lo que estaba en juego era que Perón volviera sin condicionamientos. Después de 18 años fue un gran logro, sobre todo para el afecto del peronista común, que quería que Perón volviera por el respeto, por el cariño, por la fidelidad pero también, además, porque era una imposición absolutamente insoportable de las distintas dictaduras la de impedirle a un líder de la importancia de Perón volver a su país y conducir su movimiento político desde acá. Después, hilando muy fino, lo que fue importante fue generar un hecho que empezó a movilizar gente. El tema era romper la posibilidad del gran acuerdo entre algunos sectores del peronismo y de las Fuerzas Armadas. Eso lo había intentado [Jorge Daniel] Paladino hasta muy poco tiempo antes, cuando había sido delegado de Perón, porque él jugaba a una salida negociada. Cámpora, todo lo contrario.

–La dictadura de Alejandro Agustín Lanusse había establecido que los candidatos debían estar en el país el 25 de agosto de 1972 para poder competir en las elecciones. Tres días antes masacraron a los presos políticos en la Base Almirante Zar. ¿Cómo vivió esos días?

–Lo de Trelew fue un hecho indignante. Después, siendo diputada, integraba la Comisión de Justicia, pedimos una entrevista con gente de la Marina porque queríamos ver el sumario. Las fotos eran terribles: mostraban claramente que los cadáveres estaban al borde del calabazo, es decir, que evidentemente los habían formado, y que todos tenían un balazo en algún órgano vital, como corazón o cabeza, que mostraba claramente que hubo un tiro de gracia. En ese momento no lo sabíamos, pero lo intuimos. Fue algo muy doloroso que nos motivó aún más a no aceptar condicionamientos de la dictadura y a comenzar esta pelea larga que llevamos, y que ha sido un gran logro de la Argentina ante el mundo, que es la pelea por la justicia, por la verdad y por la memoria.

–¿Cómo surgió la idea del chárter para ir a buscar a Perón?

–Había que meterse en algún avión. Era materialmente imposible ir de otra manera. Hubo que hacer un acuerdo con Alitalia, que aceptó alquilar el avión. Obviamente, no podíamos ir en Aerolíneas Argentinas. Nos pagamos los pasajes. Se consiguió un crédito en el Banco Mercantil. Entonces, llegamos todos juntos al mismo lugar y nos volvimos todos juntos.

–¿Hicieron una misa en Roma por el regreso de Perón?

–En la basílica de San Pedro de Roma, en uno de los altares laterales, el padre Carlos Mugica hizo una ceremonia breve. Fue muy emocionante.

–¿Qué recuerdos tiene del vuelo?

–En el vuelo había mucha gente de distintos sectores: políticos, periodistas, deportistas, artistas. La idea era que fuera una cosa variada, diversa, plural. Había también dirigentes del peronismo que estaban con una política más bien de acuerdo pero que, en ese ámbito, se abstuvieron de manifestarla. Uno de los momentos emocionantes fue cuando el comandante del vuelo dijo: “Señor general, estamos volando cielo americano”. Todos saltamos. No sé si nuestro entusiasmo fue bueno para la seguridad del vuelo (ríe). Un rato después, dijo: “Señor general, estamos volando cielo argentino”. Todos lloraban, se reían, se abrazaban. Fue un momento hermoso de mi vida política. Después supimos que el comandante le había mandado al General un mensaje diciendo que, como las condiciones del vuelo no eran buenas, podría haber un aeropuerto alternativo. El General le contestó: “Dígale al comandante que el general Perón le pide que sea puntual”. Ni le contestó a la alternativa.

–¿Y cómo fue la llegada a Ezeiza?

–Cuando empezamos a sobrevolar el aeropuerto de Ezeiza, hubo una sensación de cierta sorpresa porque uno se imaginaba que íbamos a llegar con gente. En realidad estaba todo totalmente rodeado militarmente por el Primer Cuerpo de Ejército. Estaban todos los tanques desplegados. Nosotros, por supuesto, no veíamos que la gente estaba queriendo llegar por otras vías. Cuando aterrizamos, la Fuerza Aérea nos apuntaba con armas y ahí estuvo la estupidez del comodoro, que subió y le preguntó a Perón si iba a bajar. Perón le contestó con esa ironía que tenía: “¿A qué cree que hemos venido?”.

–¿Qué significó para el poder militar la vuelta?

–Los militares se sorprendieron de que finalmente le dio el cuero y había aterrizado. Posteriormente, se acordó que a las seis de la mañana, con la primera luz del día, el General iba a salir del hotel e irse a la casa de Gaspar Campos. Ahí fue el gran festejo y, sobre todo, la derrota del proyecto continuista.

Escrito por
Luciana Bertoia
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