¿Podemos hablar del documental?
–El documental es sobre una filmación que se hizo. Y sí, de una. Así podemos hablar de mi papá.
Salomé Jury o Pupi Favio, hija de Leonardo, está trabajando en un documental sobre la vida de su padre desde hace años junto a Oscar Frenkel. Aún no está terminado pero me compartió gentilmente la maqueta de lo que saldrá a la luz.
“Desde que se hizo Aniceto se están filmando cosas, se filmó el backstage y seguimos con entrevistas a mi papá. Finalmente, lo que quedó fue la propuesta de Oski, que era el formato padre e hija, ese vínculo. Ahora lo entiendo cuando lo veo y agradezco tener esa filmación. Yo quería mostrar más lo que vi de mi papá pero no tanto aparecer ahí”, relata Pupi.
Las cámaras del backstage quedaron en gran medida en la mirada de Pupi porque Oscar Frenkel estaba por tener familia en esa época, allá por 2007. “Lo que más quería yo era filmar”, cuenta.
El documental mecha imágenes del gran despliegue del rodaje de Aniceto, emulando una escenografía de teatro, con conversaciones entre padre e hija. En ese vínculo de intimidad y afecto se filtran reflexiones políticas, filosóficas, la manera de ver la vida de Leonardo.
“Cada vez que estaba con él me mostraba cosas, los guiones que estaba haciendo, hablábamos de todo. Pero cuando se ponía a conversar de los guiones o de las pelis, yo pensaba ‘lo tengo que grabar’. Era muy emocionante cómo te iba relatando toda la historia. Todo lo que me hablaba me gustaba mucho, de la vida, de filosofía, de historia, de política. No sé, me gustaba escucharlo hablar. No quería entrevistarlo, quería que a él le saliera medio natural”, recuerda.
El documental casi que inicia con un video selfie de Pupi, de 2007, contando por qué estaba filmando esto, explicando qué quiere decir de Leonardo: “Quiero hablarles de mi papá o de este personaje que me llama mucho la atención”. Le pregunto entonces por esa diferencia que hace entre su padre y el personaje, cuánto se mezclaban y cuánto se separaban: “Es verdad. Era muy sencillo, y esto no por hacerlo quedar bien. Tenía mucho humor pero lindo, no sarcástico. Era muy sencillo mi papa en un punto y muy complejo o profundo en otro. En realidad, creo que me empezó a llamar más la atención cuando vi lo de Aniceto, no lo sé explicar bien. Yo lo veía como muy niño, así como muy grandote en otro sentido; tenía esas dos facetas. En Colombia yo pensaba que él solo era cantante, lo veía en televisión y lloraba pero no porque estuviera afuera, sino porque sentía que estaba solo. Me imaginaba que se sentía solito, y creo que tenía que ver con el exilio. Yo era muy chica, tendría 5 o 6 años, y sentía de parte de él que se había tenido que ir y que estaba más solo de lo que él tenía que estar”.
La familia de Leonardo Favio se vio obligada, como tantas otras, a irse de la Argentina con la dictadura militar. El primer lugar elegido fue el Distrito Federal de México. Allí se establecieron un tiempo corto hasta que, en una gira, Leonardo se fracturó el fémur, en Pereira, Colombia. “Le dieron una casa para que se quedara, le pidieron por favor e hicieron todo para que se estableciera ahí. La gente es la más amorosa del mundo. Y Pereira es muy parecido a Mendoza, capaz que puede haberle gustado por eso. Es muy montañoso… no sé si es parecido pero tienen terminologías parecidas, dicen ‘está lloviznando, está chispeando’, tienen muchos modismos de Mendoza. De hecho, en Pereira hablan de usted; en Medellín se habla de vos; en Cali y en Bogotá se habla de tú. Así que era como en Mendoza, por lo menos cuando él era chico. Igual se quería volver. A mi mamá le decía a veces ‘dejemos todo y vayámonos a criar chivitos a Las Catitas’, siempre soñó con esa cosa sencilla, pero evidentemente siempre tuvo una necesidad como artista y también era una búsqueda de ayudar a muchas personas. Lo que vi en él, sin que él lo dijera, era que creía, que tenía fe. Creía mucho en los sueños y los llevaba a cabo. La mirada de la vida que tenía me gustaba mucho, y fue eso lo que quise rescatar en el documental, para que la gente crea y los jóvenes crean.
–¿Cuál es tu película preferida?
–Amo Soñar, soñar, mucho. Y creo que todas. Cuando filmó Gatica, el Mono yo era muy chica y recién habíamos llegado al país. Me gustó, pero la volví a ver de grande y me pasó de no poder parar de mirarla. Entendí cosas que en ese momento no entendía. Y también me gusta mucho Crónica de un niño solo, pero me parte al medio. Él decía que no habla de él, pero yo sí creo que habla de él.
–¿Qué te pasa con su música?
–Es muy conmovedora. Bueno, a mí me conmueve mucho. Es simple pero a la vez es para agarrarte un pedalín.
–Escuché que a él le gustaba más hacer cine que hacer música y que hacía música para poder invertir en sus películas.
–Sí, yo también escuché eso. A él le apasionaban las películas. Pero después, de más grande, dijo que le gustaba cantar. Y en una entrevista que es muy fuerte y que es una de las últimas decía que extrañaba cantar y no le salía casi la voz. Y es verdad. Yo creo que disfrutaba todo lo que hacía, lo sufría mucho todo también, porque era muy profundo, de sentir mucho y de preguntarse mucho, pero lo disfrutó también.
Diego Maradona fue a ver al teatro a Leonardo Favio el Día del Amigo de 1993. De aquel acontecimiento quedó un video que está dando vueltas en internet donde ambos intercambian palabras de afecto y admiración. Diego le dice a Leonardo que él es su amigo aunque no se haya dado cuenta. “Mi viejo no lo podía creer, tenía la foto con Maradona por todos lados. Ese video es re lindo. Mi viejo es emoción pura, eso pasa. A mí siempre me conmovió, esa es la verdad, desde chiquita. A la vez que me daba mucha felicidad. Pero con otras personas no me pasó de sentir que había que protegerlo y a la vez sentir que era tan fuerte.”
Salomé está grabando canciones junto a Andrés Ruiz y entre sus composiciones se cuela una versión de una canción de Leonardo; a la par del trabajo musical, retomó el documental que aún no tiene nombre pero cree que se va a llamar Había una vez un mago.