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Caras y Caretas

           

Aquí, allá y en todas partes

La presencia de un artista se mide por su obra pero también por las marcas que ella deja en el público. A lo largo y ancho del país, y también en el mundo, Quino es recordado con esculturas y murales, mientras que su apodo da nombre a plazas, escuelas y bibliotecas.

Se escucha la música de una calesita; una nena disfrazada de princesa sopla velitas en una mesa armada con caballetes. Cerca, hay rondas de mate y reposeras. Corren perros que juegan con una rama. Es la plaza Mafalda del barrio de Colegiales, inaugurada en 1994 en la ciudad de Buenos Aires. En Río Grande, Tierra del Fuego, con otro clima y otro entorno, se observa una escena similar: otra plaza, con otros niños y otros perros que juegan y corren. Ambas dedican su nombre a Quino y sus entrañables personajes. Lo mismo sucede en Guaymallén, ciudad natal del artista, que participó de la inauguración en julio de 2005.

Los homenajes a Quino y su obra se reparten a lo largo y ancho del país y del mundo. Si bien los formatos y estilos de estos reconocimientos son muy diferentes, todos parten de la misma premisa: la certeza de que Joaquín Salvador Lavado fue un brillante dibujante. A través de Mafalda y sus amigos, educó y acompañó a varias generaciones. Habló de su hoy y ahora. Pero sus historietas conservan esa larga duración de los clásicos, que hace que sus resonancias no pierdan vigencia.

En octubre de 2020, en plena pandemia y un mes después de la muerte del artista, una escuela de Río Negro, por votación de toda su comunidad, decidió que la institución llevara el nombre de “Quino”. Se trata de la Secundaria Nº 16 de la ciudad de General Roca, la primera que eligió el seudónimo de Lavado como nombre.

Los vecinos de Buenos Aires alguna vez se habrán cruzado con Mafalda en el barrio de San Telmo. En la esquina de Defensa y Chile se encuentra su estatua, emplazada en agosto de 2009, junto a Manolito y Susanita, que la acompañan desde 2014. Esta obra, del escultor Pablo Irrgang, se ubica a unos metros de la casa donde vivió Quino, en Chile 371.

“La experiencia con Quino fue muy linda y fue un placer trabajar con él –recuerda Irrgang–. Tuvimos mucho intercambio, vino a mi taller, vio la obra y fue muy minucioso con los detalles. Hice mi versión de Manolito, Susanita y Mafalda, por supuesto. Siempre fue generoso conmigo, incluso me invitó a Oviedo en su momento para inaugurar una escultura allí, cuando le entregaron el premio Príncipe de Asturias.”

Irrgang se siente agradecido con el mundo que le abrió el célebre personaje: “Mafaldita me ha convertido en un escultor muy pop, me llevó de viaje por todos lados. La verdad, es muy interesante la reacción que genera en la gente, produce mucha empatía con los chicos y los grandes. Poder ayudar a difundir la obra de Quino y sentir esa empatía de parte de la gente es algo muy lindo”.

EL CARIÑO DEL PÚBLICO

El editor de Mafalda de toda la vida, Daniel Divinsky, rememora a Quino como a un amigo querido, un “gran interlocutor profundo de grandes causas”. “Te lo encontrabas y al día siguiente te llamaba y te preguntaba: ‘¿Qué te pasaba ayer que estabas triste?’. Sin embargo, ante los homenajes era algo escéptico, incluso, a veces, distante –recuerda–. El que más le gustaba era el del público, y los premios académicos lo conmovían porque se consideraba un iletrado. Muchas veces sentía que no le correspondía porque no tenía formación académica. Era un autodidacta en el dibujo, nunca tomó clases.”

La biblioteca popular Mafalda se creó en julio de 2008 en Boulogne, provincia de Buenos Aires. Se constituyó a partir de la participación y los aportes del barrio. “Posiblemente, Quino nunca supo que hay una biblioteca llena de pequeños lectores que lleva el nombre de su personaje. Quisimos homenajear a Quino y Mafalda por ampliarnos la mirada y la conciencia con sus historietas e historias. Por mostrarnos las incoherencias del mundo capitalista e injusto desde la lógica del humor y del absurdo. Sus mensajes de reflexión no pierden actualidad, y nos muestran el poder que tiene el arte como medio de expresión para dar vuelta el mundo a través de las imágenes y las palabras. Mafalda, de espíritu aguerrido, visibiliza las injusticias de una realidad social que no pierde actualidad. Así como ella, desde nuestra pequeña biblioteca, a pura energía y corazón, luchamos cooperativamente por garantizar los derechos de las infancias del barrio, buscando mayor equidad en las posibilidades de acceso a la educación, a la cultura y al juego”, afirman sus directivos.

Respecto de las infancias, Daniel Divinsky recuerda una oportunidad en la que fue invitado a dar una charla sobre Mafalda con chicos que no conocían al personaje. Allí notó la importancia de los homenajes y las esculturas, “porque invitan a conocerla y a la pregunta sobre ella”.

Sellos postales del correo italiano, español y argentino; el “Passage Mafalda”, en la ciudad francesa de Angulema; la escuela Joaquín Salvador Lavado, en Mendoza; la biblioteca Mafalda, en Bahía Blanca, son solo algunos de los reconocimientos y expresiones de admiración y cariño que Quino y su obra generan.

Entre los homenajes más curiosos a Mafalda se destaca la escultura de Norberto Filippo. Un cubo de un metro por lado en el que la protagonista se pregunta “¿Y estum?” ante un cartel que señala “Errare humanum est”. La obra, con impacto ecológico, funciona como depósito de pilas usadas y cuenta con un sistema para medir la contaminación del planeta.

En 2008, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires presentó “El mundo según Mafalda”, un mural de la estación Perú de la línea A de subte. En 2021 se inauguró en el barrio Alto Comedero de Jujuy una escultura del personaje hecha por Irrgang. Ese mismo año, la Radio Nacional Mendoza incluyó el nombre “Quino” en su denominación. En 2017, el Correo Argentino presentó una emisión especial con motivo de las fiestas de fin de año que tuvo como protagonistas a los personajes de la tira Mafalda. Quino cumpliría 90 años. Mafalda, en septiembre, cumplirá 68. Los homenajes son infinitos, y el cariño hacia ellos, también.

Escrito por
Teo Helman
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