En varias de las novelas del autor villeguense se reconocen diversos lugares de la geografía porteña. Como en una parábola, el escritor en el exilio y sus personajes van desdibujando los recuerdos de aquel topos de ensueños y miserias.
La autora, psicoanalista, conoció al escritor villeguense y, tras su muerte, entabló amistad con su madre. En este texto, escrito en 1992 y nunca antes publicado, los recuerda con los ojos de la cotidianidad.