“Excelentísimo Señor: una división de 1.800 hombres del ejército de Chile, acaba de ser destrozada en los llanos de Chacabuco por el ejército de mi mando, en la tarde de hoy», le escribía José de San Martín a Juan Martín de Pueyrredón, director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata un 12 de febrero, en el año 1817.
San Martín había ideado un año antes un plan para llegar a Lima vía marítima desde el Pacífico, pero para eso tenía que ganar Chile, que se mantenía bajo la dominación española tras la reconquista que habían logrado los realistas gracias a la Batalla de Rancagua, en 1814.
Para llegar, emprendió su inigualable cruce de los Andes con un ejército de 5200 hombres. Contaban con 10 mil mulas y 1600 caballos, que cargaba 900 tiros de fusil y carabina, 2000 balas de cañón, 2000 de metralleta y 600 granadas. La travesía comenzó el 12 de enero y, con el propósito de confundir al enemigo, las tropas patriotas entraron a Chile por cinco pasos distintos. El Ejército de los Andes salió el 17 de enero y cruzó por Los Patos, desde Mendoza.
Recién el 9 de febrero consiguieron reunirse con las columnas que usaron el paso de Uspallata. Para la batalla que se desarrollaría en Chacabuco, San Martín aplicó la técnica militar del ataque en pinza: por el frente y la retaguardia. Para ello contó con las divisiones comandadas por los generales Bernardo O’Higgins y Miguel Estanislao Soler.
Tras la victoria, San Martín fue elegido por aclamación como gobernador de Chile con omnímoda facultad. Así comenzaba el período conocido como Patria Nueva.