“La juventud tiene su lucha, que es derribar a las oligarquías entregadoras, a los conductores que desorientan y a los intereses extraños que nos explotan” (Arturo Jauretche).
Con solo 35 años y una extensa trayectoria como militante, Gabriel Boric Font se impuso en la segunda vuelta ante el ultraderechista José Antonio Kast. El mandatario electo inaugura un nuevo ciclo en Chile, que tuvo su antesala en las revueltas de octubre de 2019. Un rostro nuevo para el continente y el mundo, en una región que necesita fortalecer los lazos comunitarios mientras la derecha impone discursos y prácticas negacionistas, antidemocráticas y violentas.
Boric nació el 11 de febrero de 1986, en Punta Arena. Es hijo de Luis Javier Boric y María Soledad Font Aguilera. Su compañera, como él la llama, es la centrista social, militante y delegada metropolitana de Convergencia Social, Irina Karamanos, una de las mujeres fuertes de los sectores jóvenes feministas.
El presidente electo tuvo una temprana militancia estudiantil: entre 1999 y 2000, participó activamente en la refundación de la Federación de Estudiantes Secundarios de Punta Arena. Ya en la Universidad de Chile, donde se recibió de abogado, ingresó al colectivo de Izquierda Autónoma. Siguiendo sus anhelos políticos, en 2008 fue elegido titular de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH). Y en 2009, presidente del Centro de Estudiantes de Derecho en esa casa de estudios. Entre 2010 y 2011, fue senador universitario. Durante 2012, tras el triunfo de la lista Creamos Izquierda, asumió como presidente de la FECH, sucediendo en el cargo a Camila Vallejo Dowling, dirigente del Partido Comunista de Chile.
Durante su gestión, lideró el movimiento estudiantil que comenzó en 2011, y fue uno de los voceros de la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech). En noviembre de 2017, fue reelecto diputado de la República en representación del movimiento. Integró las comisiones permanentes de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento; y Zonas Extremas y Antártica Chilena. Formó parte del Comité parlamentario Mixto Liberal, Comunes e Independientes. En marzo de 2014, asumió como diputado por el Distrito Nº 60, Región de Magallanes y Antártica Chilena, siendo el único candidato independiente que logró un escaño por fuera del sistema binominal. Integró las comisiones permanentes de Derechos Humanos y Pueblos Originarios; Zonas Extremas y Antártica Chilena; y Trabajo y Seguridad Social. A partir de julio de 2014 fue integrante de la Comisión Especial Investigadora sobre el conflicto entre accionistas de la empresa Soquimich, con ocasión de determinadas operaciones bursátiles, y el rol que habrían tenido en dicha materia autoridades del gobierno anterior.
Se vino el estallido
A partir de los acontecimientos que se produjeron por el estallido social de octubre de 2019, participó en la firma del Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, suscrito el 15 de noviembre de ese año, y que inició un proceso constituyente en Chile. El 17 de marzo último, el Comité Central del Partido lo proclamó como su candidato a la presidencia de la República. Con posterioridad, fue nombrado candidato de distintos partidos del Frente Amplio, e inscribió su candidatura a las Primarias del pacto Apruebo Dignidad.
En las elecciones primarias del 18 de julio fue electo candidato presidencial del pacto Apruebo Dignidad para las presidenciales de noviembre. Obtuvo 1.058.027 votos, correspondientes al 60,43 por ciento del total de votos válidamente emitidos. En elección presidencial del 21 de noviembre, fue elegido presidente, dejando atrás a las derechas fascista y neofascista, representadas por Kast.
Su triunfo representa una esperanza frente a una recolonización feroz, que no deja de sufrir de dependencia económica y del saqueo sistemático de nuestros territorios. El pueblo chileno se rebeló ante los llamados de los profetas del odio, no escuchó sus cantos de sirena y apoyó la candidatura de Boric para hacer oír sus reclamos y seguir luchando.
Un punto clave en el plan de gobierno de Boric es el reconocimiento de la plurinacionalidad en todo el territorio, incluyendo una perspectiva intercultural que le permite comprometerse con la autodeterminación, la integridad, la cultura y la lengua de todos los pueblos que habitan el suelo chileno como un derecho, en un marco de respeto mutuo. Estos derechos no se cumplen, son atacados sistemáticamente por el establishment chileno, y constituyen un reclamo permanente de los pueblos excluidos e inviabilizados por los malos gobiernos.
Hoy Boric tiene una tarea titánica: devolverle la felicidad a su pueblo.