Quienes habían apoyado a comienzos del siglo XX a los movimientos anarquistas fueron acercándose al sindicalismo. Los trabajadores argentinos ya conocían los devastadores efectos de la represión después de contar muertos en la Semana Roja, la Semana Trágica y la Patagonia Rebelde. Sin embargo, los nacientes sindicatos perdieron afiliados como consecuencia de la crisis económica mundial que se desencadenó en 1929. En ese contexto y con la intención de detener la fuerte fragmentación del movimiento obrero, el 27 de septiembre de 1930 fundan la Confederación General del Trabajo, que fue producto de la unificación de la Unión Sindical Argentina (disidentes de la Federación Obrera de la República Argentina) y la Confederación Obrera Argentina (socialistas).
Se hizo muy fuerte en paralelo a la industrialización de la Argentina, que sumaba trabajadores registrados que pugnaban por sus derechos. Hasta la primera presidencia de Juan Domingo Perón, su alineación fue socialista para, desde entonces y hasta ahora, definirse como peronista. El peronismo impulsó la sindicalización de los empleados y mantuvo un diálogo cercano con los dirigentes y también con las bases. Entonces, la CGT comenzó a tener un rol central en la vida política. Tras el golpe de Estado de Juan Carlos Onganía, en 1968, hubo un quiebre y se formó la CGT de los Argentinos, dirigida por Raimundo Ongaro. Tenía una posición antiimperialista y contraria al régimen militar y fue un actor fundamental del Cordobazo.
Por otro lado, el crecimiento por izquierda de Montoneros se convirtió en un enemigo para la CGT y, entre 1969 y 1973, sufrió el asesinato de tres dirigentes: Augusto Timoteo Vandor, José Alonso y José Ignacio Rucci.
Con el estallido del golpe del 76, muchos militantes sindicales fueron secuestrados, torturados y desaparecidos. Un sector autodenominado “Los 25” vuelve a conformar la confederación (llamada CGT Brasil), organiza huelgas generales y la gran manifestación que exigió la vuelta de la democracia el 30 de marzo de 1982 en Plaza de Mayo, con Saúl Ubaldini a la cabeza.
Los tiempos democráticos
Durante el gobierno de Raúl Alfonsín, tuvieron un duro accionar frente a la crisis económica y organizaron trece paros generales. Pero con la llegada de Carlos Menem al Gobierno con políticas neoliberales, la confederación se fragmentó entre los oficialistas, como Luis Barrionuevo; los empleados de comercio y de la bancaria, conocidos como los “Gordos”; el MTA encabezado por Hugo Moyano y, por último, se conformaría la Central de Trabajadores Argentinos (CTA).
Durante el kirchnerismo, el camionero Hugo Moyano fue el gran protagonista del movimiento obrero organizado. Primero como oficialista y luego como opositor. La CGT más afín al kirchnerismo quedó entonces en manos del metalúrgico Antonio Caló. En la elección del secretario general de 2008, Luis Barrionuevo formó la CGT Azul y Blanco. El 22 de agosto de 2016 las tres vertientes se reunificaron y anunciaron un plan de lucha para enfrentar al modelo de ajusto del presidente Mauricio Macri. La acción del macrismo volvió a dividirlos entre entreguistas y combativos. Con la vuelta del peronismo al poder, la idea de unificación del triunvirato están más fuertes que nunca y crecen las voces que piden paridad de género.