Homero Manzi. Un poeta en la tormenta iba a ser un documental de archivo pero creció hasta convertirse en un docu-ficción para contar la vida de este poeta en los tormentosos comienzos del siglo XX. Acho Manzi, su hijo y coproductor, aseguraba que su padre nos guio hasta tener la película que él quería.
Para mí fue un viaje al interior de un gran artista que creí conocer. Manzi se me desplegó como un atlas “lleno de voces y de colores”, como dice en su poema, y me hizo ver el manto de olvido que oculta la mirada política de toda su obra.
Una conjunción medular entre arte y política signó mi película, que ya no fue el retrato de un “tanguero”, sino el de un hombre completo, poeta y político.
Creo que su ideal era ser dirigente radical, así se definió en “Milonga del 900” cuando dice “con todos me la entiendo, pero váyanlo sabiendo, soy hombre de Leandro Alem”. Ya en su temprana juventud tuvo en Tucumán un comité con su nombre, pero el golpe del 30 cambió el país, la historia y a Manzi.
Enfrentar la primera de nuestra larga serie de dictaduras le costó ser lo que hoy llamamos un “desaparecido”, nadie supo su paradero durante los meses que estuvo preso en una celda que él dibujó y yo reproduje en el film. Faltaba lo peor. La traición del partido radical a los ideales de Yrigoyen que él enfrenta fundando Forja.
Y, finalmente, el rechazo de su partido a Perón, “el reconductor de los ideales de Yrigoyen”, según él afirma. “Mientras siga siendo así no tenemos por qué renunciar al partido radical ni afiliarnos al peronismo. Somos radicales revolucionarios”, dice Manzi con su propia voz en mi película.
Y lo expulsan de la UCR por haberse reunido con el presidente Perón.
Tanto desencanto lo lleva a “refugiarse en la literatura”, como le escribe a su amigo Arturo Jauretche, preso en una revuelta armada radical contra la Década Infame.
Entonces, Homero Manzione renace como Homero Manzi con su pluma y creatividad puestas a favor del pueblo. Como guionista siempre incluyó la política en sus films, como en La guerra gaucha; como periodista criticó duramente a Carlos Gardel por irse a filmar a Estados Unidos restándole al cine nacional su figura más convocante, y como autor fundó Sadaic para defender sus derechos.
Sus letras tienen un novedoso respeto por la mujer y una idílica mirada del pasado. Es que la realidad es, como dice en “El pescante”, una “yunta oscura trotando en la noche”, por eso él se va “cargado de sombra y recuerdos camino al tiempo olvidado”.
Sus poemas transitan originales giros poéticos llenos de imágenes complejas, siendo los versos de “Malena” un claro ejemplo, pero a pesar de esa complejidad sus tangos tienen un éxito inmediato. ¿Cómo se explica esto? Yo creo que al tener su vida siempre junto al sentir de su pueblo, a su manera de vivir y de hablar, hace que ese mismo pueblo se reconozca en sus versos, los acepte y los valore desde lo más profundo de sus sentimientos.
Usé la frase “Un poeta en la tormenta” porque para mí la vida de Homero Manzione/ Manzi fue como esos carros que él cantó, siempre impulsada por dos caballos que cinchan a la par, la política y la poesía, dejando en primer plano la importancia de la mirada política en la obra de un creador.
Manzi fue un artista político, sus textos tienen una mirada y una posición política, es decir, una manera de ver el mundo y a los hombres, y así es su obra.
Sólo el trabajo metódico y constante de los poderes dominantes para separar el arte de la ideología, la creación de la realidad que le da origen, pudo hacer que se lo reconozca como poeta pero casi sin saberse nada de su posición política que lo definió, más que como artista, como hombre.
En mi película intenté cambiar esto, ojalá Acho haya tenido razón y esto sea lo que Homero Manzi quería contar.